Vaya portadita para presentar a un mito |
Ya otra vez comenté algunas de las influencias literarias que han ido formándome; esta novela de DAVID MORRELL es de las más importantes, y merece estar en ese podio artificial que creé para distinguirlas de la gran corriente, colocándola entre las de los autores que me señalaron qué camino debía seguir.
Por supuesto, nadie escarmienta por cabeza ajena y tomé atajos o caminos más largos que se han traducido en problemas de adaptación y retrasos hasta que, al fin, “acepté mis orígenes”. Esos cantos de sirena, ¡qué perjudiciales son! Lo más lamentable es que no puedes evitar oírlos, porque una cosa externa influye a que lo hagas (léase: el mercado, sus modas) y en el proceso de adecuación, pierdes tiempo, energía, ganas. Quizás el ejemplo más próximo que puedo citar sobre lo que pretendo decir es el de que cierta Editorial piensa publicar novelas de licántropos, asegurando que “son el género del futuro”. Bien, ¿qué hago ahora? ¿Poner máquinas a producir en Nivel MAX un relato de licantros, o seguir con derechura la senda que me he trazado? A tenor de esta estentórea proclama, debo atajar. Pero ¿y si se trata de otro canto de LORELEI?
Cubierta foránea. Esta está mejor, hombre |
Primera sangre, novela-génesis de RAMBO, por extraño que parezca, es una ucronía. Trabaja sobre un suceso que jamás pasó: Rambo es un vet de Vietnam que obtuvo su Medalla de Honor del Congreso merced a que escapó de un campo de prisioneros del vietcong. Ningún prisionero norteamericano huyó de uno sin que fuese recapturado a los pocos días, como mucho.
Establecido esto, buceemos por sus páginas. Muchos opinantes al instante tachan al sheriff WILFRED TEASLE de sádico déspota, cuando, siendo una figura autoritaria, procede aun con amabilidad. Rambo es un vagabundo, uno de los tantos hippies de 1972, parado en una gasolinera donde está haciendo autoestop. (Conviene aclarar que lo hace en una zona norteamericana “compleja”, que “se lo pone difícil” a trotamundos, negros, hispanos, asiáticos, judíos e irlandeses, y más en un país convulsionado por la derrota en Vietnam, que trata de reinventarse para afrontar el futuro tal como los sólidos hombres en la Casa Blanca han asegurado harían.) Y Teasle irrumpe en su vida invitándole a seguir su camino; en Madison no quieren gente con su pinta. En ningún momento obliga a Rambo a seguir por la fuerza.
El autor, DAVID MORRELL, fabricante de dioses y mitos, tomándose un reposo |
Cierto que le intima a salir del pueblo, cuando en principio todos gozamos del derecho de ir adonde queramos o quedarnos si nos place (o eso consigna el espíritu de la ley). Pero, leyendo esas opiniones, lo primero que piensas es que Teasle baja de la patrullera, le sacude de lo lindo y lo tira a una cuneta. Es mucho más agresiva, sí, la imagen que trasladó la cinta a la retina del espectador. Rambo es expulsado tres veces del pueblo antes de causar la tragedia, y excepto por el creciente malestar de Teasle, éste no aplica la brutalidad policial en ningún momento. En la película, pues sí, se explayan a fin de darle un sólido argumento a Rambo para dar caña.
Porque si hubieran respetado la novela (estructurada en tres partes de capítulos cortos, que alterna, generalmente, uno de Rambo por otro de Teasle), que interioriza bastante en la psicología de los personajes, y donde Morrell perfila las causas del conflicto, es probable que el espectador no habría sabido establecer cuál de los dos es mejor. Ambos defienden puntos de vista idealizados que han fortalecido con sus propias experiencias. Rambo protege su derecho de libre tránsito; Teasle el orden social reinante como sea.
Impactante afiche de una película que conocemos como ACORRALADO |
Para comprender perfectamente Primera sangre hay que contemporizar con el momento en que su autor la escribió. Teasle, un vet de Corea también condecorado, refleja al sujeto criado y dogmatizado en la fe a Dios, América y la tarta de manzana, así como las barbacoas con los vecinos los domingos; Rambo es una extracción de la colisión de ese mundo, un tanto inmovilista y ramplón, con el nuevo, confuso, que ha impuesto la derrota en Vietnam. Ha descubierto que algunos de los Grandes Valores en los que pudieron educarlo, huyendo por esas junglas en lamentable estado, son un saco de mierda y un atajo de mentiras. Intenta vivir día-a-día, improvisando objetivos más pragmáticos. Teasle se aferra a la bandera y, siendo perro viejo, no piensa aprender trucos nuevos. Le funcionan los que conoce.
Morrell emplea un lenguaje sencillo, ameno y directo para ganarse al lector. Frisa el pulp, ¡el género maldito!, alimentándose de la novela negra para estructurar las situaciones, personalidades y diálogos, que procura estén llenos de vida y sinceridad. Primera sangre es un noir donde suceden excesos extraordinarios inhabituales en el género. Creo que su denominación correcta es “literatura hard boiled”.
Fotograma de la película: brutalidad policial en línea para justificar lo que pase después. DAVID CARUSO, antes de ser el hierático e increíble HORATIO CAINE, echando unas risas en el curro |
Comparada con BLADE RUNNER 2 – EL LÍMITE DE LO HUMANO, Primera sangre es colosal. Va directa al meollo y reseña lo importante con un lenguaje eficaz. Al igual que DAVID BRIN, K.W. JETER tiene un conocimiento sobradamente teórico de la violencia, la necesidad y el cansancio, al extremo de que no son creíbles las penalidades por las que atraviesan sus personajes. Morrell traslada, con gran capacidad, la sangre, el miedo, el agotamiento, la locura, que induce una situación extrema. Convertido en un potente e infalible arquetipo por SYLVESTER STALLONE, sorprende leer que Rambo llora de impotencia cuando no puede matar a Teasle; Morrell cada poco nos recuerda lo hostil que es el mundo describiendo los daños físicos que limitan a ambos contendientes, trabados en una rivalidad personal, en la pugna entre dos mundos que no pueden, aunque lleguen a intentarlo, tender puentes y entenderse.
BRIAN DENNEHY como el sheriff TEASLE. El suyo, el rostro de la intolerancia represora policial |
Una línea de comunicación acaso sea el CORONEL TRAUTMAN, figura mucho más humana y accesible que la acartonada que interpretó RICHARD CRENNA, heraldo que proclama la grandeza bélica de Rambo, situándolo en lo invencible, todo lo contrario a lo que hace Morrell, que habla de un hombre con recursos, no de SUPERMAN.
Si bien Morrell nos hace simpatizar con Rambo merced a las terribles penalidades por las que pasa, y hasta ser comprensivos con Teasle, en la película moderaron pero extraordinariamente el grado de violencia que contiene la novela. Rambo, de vuelta a un escenario bélico, revive su talento letal para matar a los policías que le persiguen (personas comunes, superadas por esta insólita amenaza), obsesionado con eliminar a un afortunado Teasle (aterrado al comprobar el grado de anquilosamiento que poseen tanto él como sus agentes, habituados a una rutina). Leemos por qué Rambo mata; si en la cinta hubiera procedido así, de héroe/icono habría pasado al momento a canalla despreciable. La franquicia hubiera dejado de rendir. Así que, pese a someterlo a un violento calvario, Stallone reprime sus deseos asesinos trocándolos por defensa propia.
SYLVESTER STALLONE en el papel que le ha inmotalizado. Aquí, RAMBO aún tenía esperanzas de volver "a casa" |
El Rambo de Morrell era coherente con lo que el personaje hacía; el de Stallone traslada su potencia de combate a las secuelas, donde masacra rusos, vietnamitas y afganos sin límites ni escrúpulos. Pero, norteamericanos, córtate, Rambo. Son de los nuestros.
Vuestro Scriptor.