viernes, 19 de agosto de 2011

POINT BLANK – A QUEMARROPA

Afiche francés donde destaca un LEE
MARVIN (WALKER) que lo quiere
conseguir todo a punta de Magnum .357
JOHN BOORMAN (EXCALIBUR) filma la novela THE HUNTER de RICHARD STARK (o DON WESTLAKE) con la esperanza de darle a su frío y expeditivo protagonista dimensión cinematográfica. Obtiene un resultado extraño y desigual. Se mata a hacer experimentos psicodélicos visuales que desvirtúan al PARKER, escueto y pragmático, tremendamente sólido, del relato original. Será por culpa de las santas licencias, que aquí se demuestran arma de doble filo.
Y como mediaban los años del LSD y otras mierdas parecidas, el realizador británico aprovecha para meter secuencias con visos de onirismos drogadictos que prestaban ambigüedad al protagonista, quizás esperando destacar, despegarse, desmarcar Point blank del habitual concepto del cine negro (tipos duros, polis corruptos y mujeres “con pasado”, tiroteo final) y transformarlo en un juguete de la intelectualidad amante de las zarandajas artístico/estéticas, algo entre el arte y ensayo para listos y la narración convencional para lerdos, que en el contraste verían... “cosas”.
Primera etapa de su venganza: LYNNE, la ex
esposa que le traicionó por MAL REESE. El
.357, por delante
El resultado es algo donde las partes de narración efectiva y visceral chocan contra las de “esto contiene mensaje y nos hacemos un hueco en el respeto de la crítica entendida, que puede vapulearnos la cinta sin piedad. Así que les damos estas secuencias tan raras de demarrajes con tintes de flipe de alta intensidad pretextando que son un viaje al subconsciente marinado con angustias existenciales y gritan: «Wunderbar!», y hasta nos premian con una Concha de Oso de Plata en Berlingrado”.
La interpretación de LEE MARVIN (cuando le dejan) salva el filme. Su WALKER (‘caminante’; una analogía destinada a identificarle con su peregrinaje hacia el dinero) es Parker. Supo captar de qué iba el asunto (MEL GIBSON, no). A ver: Parker es un tío que va a su rollo. Si algo se lo corta, ¡ataca! Pero, entre tanto, pasa desapercibido. Y, de hecho, su Walker es así. Actúa expeditivamente cuando toca. Se mueve por los distintos escenarios con esa furia fría que describe Westlake. La violencia para Walker es un medio, no un fin, como la usan sus rivales, y la emplea sólo cuando es indispensable.
Fotograma de una de esas secuencias de "arte-y-ensayo".
A ver qué puñetas significa esto
Hasta en el aspecto físico Marvin es Parker. Sus duras facciones, su lacónica conducta, su aire de experto veterano que hasta ahora supo eludir la cárcel (que Boorman rompe cuando LYNNE -SHARON ACKER- justifica los motivos por los que traicionó a Walker) coinciden con esa descripción que se hace del Parker de la novela.
STEGMAN (MICHAEL STRONG) pondrá a Walker sobre
la pista de Reese. Y lo pagará, por partida doble, caro
Pero, como al mismo Westlake le advirtieron, la maquinaria americana de producción no tolera la idea de que un organismo (Parker) sea un predador instalado en la cumbre de la pirámide trófica que reacciona para satisfacer sus necesidades. Walker es un tío que presta ayuda a un amigo desesperado en un serio apuro: MAL REESE (JOHN VERNON), a quien el hampa exige una pasta para dejarle vivir.
Walker le demuestra a CARTER (LLOYD BOCHNER) que
con él no se juega; lo garantiza su .357 Magnum
El ladrón cuya profesión es robar en la película se transforma en un samaritano-delincuente al que traicionan. ¿América es incapaz de entender que alguien haga algo porque tal es su naturaleza (mangar), motu proprio? ¿Debe atracar un banco para pagar el sanatorio y el tratamiento de la HUERFANITA ANNIE pues ésta logró tocarle la fibra? Si no, ¿no vale? Tal parece.
BREWSTER (CARROL O´CONNOR) le come el tarro a
Walker convenciéndole de la locura de su petición. Y su
espalda, ANGIE DICKINSON (como CHRIS) apoya en
todo al líder hampon
El Mal Reese de Vernon no encaja con el MAL RESNICK descrito en el libro, al menos, en lo físico, pero aún así está mucho más cerca del que aparece en PAYBACK. La figura de Reese contrasta con la de Walker como ejemplo del soberbio que quiere dinero para darse la gran vida y protagonismo ante sus subordinados, al contrario del Resnick de The hunter, donde era un obseso del poder y el control a través de la violencia y que secundariamente persigue relacionarse con pavas de quinientos pavos la noche. Un ejemplo de esa compulsiva notoriedad maniática está en que ‘permite’ que CHRIS (ANGIE DICKINSON, hermana de Lynne, la traidora esposa de Walker, que se suicida con una sobredosis de barbitúricos) llegue a su ático y copulan teniendo a los ‘torpedos’ a pocos metros de distancia, en la terraza. Poca discreción ofrecían las cortinas echadas.
Pero, él, nada. A lo suyo: el .357 por delante
Así lanzaba el mensaje: Soy el macho alfa y me trajino a tías buenas como ésta. Al finalizar, sólo le faltaba aporrearse el pecho como un gorila.
Otro síntoma de que América funciona por impulsos externos está en que mientras en The hunter Parker llega hasta la cumbre siguiendo una línea de investigación, un “ente” ajeno, YOST (KEENAN WYNN), ofrece ayuda a Walker. Agiliza los trámites. Le surte de nombres y direcciones, impide a un personaje de los bajos fondos moverse por ellos, le informa de qué elementos respaldan al vanidoso Reese.
El final, otra escenita de paranoias asociadas. Pero casa
con una declaración que DON WESTLAKE hizo sobre
el carácter de PARKER, de "esperar en las sombras"
En la organización ha estallado una lucha por el poder y las bases pretenden remover de su poltrona al jefe, quien reacciona “apadrinando” a Walker. La imagen afable de Yost, amenazado por sus subordinados, a quienes siega merced a Walker, se transforma al final en una máscara de embustera hipocresía que oculta a un asesino dispuesto a acabar también con su instrumento.
MEL GIBSON tratando de ajustarse el
pellejo de PARKER. No. No le iba bien.
Loable intento, pero... no. Ni aún
poniendo esa cara tan convincente de
malo
Point blank es una sucesión de traiciones con muertes al final de cada etapa. Por la presión de Walker, ejecutan a STEGMAN (MICHAEL STRONG), que traicionó a Reese. Lynne muere por vender a Walker. Los subordinados de Yost mueren por traicionarle, pues codician su puesto. Yost piensa traicionar a Walker y tiene un francotirador listo para darle matarile. En la novela, todo sigue una cadena de consecuencias lógicas. En el filme, todo es una escalada con viajes de ida y vuelta a San Francisco-Alcatraz-Los Ángeles. (Rodar en California sería más barato que en el Nueva York de la novela.)
The hunter es un relato misógino. Parker reprime sus instintos naturales carnales porque está trabajando. Esto también le parece innatural a América e introduce a la Dickinson para tenerle caliente la cama, demostrando que Walker es machote de buena ley. Chris debió desparecer después de morir Reese, pero ahí sigue, dando algunas buenas respuestas dignas del mejor noir.
La novela de The hunter merece un director pragmático para alcanzar su auténtica dimensión, un SAM PECKPINPAH o un QUENTIN TARANTINO, alguien en esa línea, que, al contrario de Boorman (o BRIAN HELGELAND), se abstenga de hacer experimentos con un personaje al que no le van. Adulteran un gran elemento apreciable por eso mismo: su enorme y simple pureza, la garra con la que Parker prende al lector.
Vuestro Scriptor.

El vestido este a rayas es como un sigul de la
situación en que Chris se encuentra,  presa en
los intereses de unos despiadados hampones
y el ansia de revancha de Walker