Cubierta donde PARKER ajusta cuentas con RESNICK. Con THE HUNTER, se iniciaba prometedora saga |
Como el MARTIN FALLON de RÉQUIEM POR LOS QUE VAN A MORIR, de JACK HIGGINS, el protagonista de esta potente novela de RICHARD STARK (alias literario de DONALD WESTLAKE), el ladrón profesional PARKER acaba convirtiéndose en un oscuro ídolo de admiración. Acopia “virtudes” para hacerlo. Cuenta con una determinación e implacable carácter que hace que deseemos su triunfo. ¡Ánimo, Parker! Tú, puedes. Ellos son los malos. Tú, estás justificado.
Escrita con firme, escueto e incisivo estilo, El cazador (su título original, aunque más se la conoce por los que ha recibido desde el cine) es tanto digna obra de la editorial para la que Westlake la concibió (GOLD MEDAL, volcada a la literatura popular) como del género del que tomó recursos narrativos para destacarla: el PULP.
RICHARD STARK (alias de DON WESTLAKE) con aparente dolor de muelas de trajinar 'golpes' para Parker |
Westlake supo qué sacar de ahí, qué funcionaba, cómo orientarla para que el efecto en el lector fuese masivo. Hace de El cazador una de las mejores novelas del género negro. Su sólido protagonista se mueve por la jungla de los bajos fondos en pos de su presa, que cometió el error de jugársela, y cuanto se interpone entre Parker y MAL RESNICK acaba mal. Parker no baladronea. Aporta pruebas de su fiera determinación.
Hay libros, ya esto es una apreciación personal, que ayudan a avanzar y mejorar en tu intención literaria. (Para los lectores que gocen con la lectura per se, esta observación es accesoria; atañe a quienes traten de iniciarse en esta tortuosa profesión.) Otros son anclas que, si no te hunden, constituyen un lastre nocivo para tu progreso. Si hubiera leído El cazador con catorce años, en vez de perder el tiempo con el conocimiento-y-emulación de los clásicos (lo que te aconsejan), con bastante antelación habría tenido mi estilo definido y dispuesto para los intentos de conquista editoriales.
Una portada foránea de un clásico del noir |
Dejemos esto claro: leer los clásicos es fundamental. Proporcionan un valioso fondo cultural. Pero su aparatosa farfolla estilística, la profusa descripción de elementos que se apañan con una somera descripción, obstaculizan al novel. Además, “el mundo se ha movido”, y el lector actual prefiere un mejor estudio íntimo del personal del relato que un minucioso (pero inútil) catálogo de frufrús y los miriñaques de la señorita Elizabeth Wright, o algo así, que no aclaran nada sobre su psicología o intenciones.
Pero vivimos bajo el estigma de los clásicos, vadeando sargazos artísticos que demoran alcanzar antes la costa. Opino que quien desee escribir debería primero leerse un clásico y, a continuación, El cazador. Y contrastar los estilos, percatarse de cómo se construyen situaciones y personajes, el ambiente. Aprehendido todo eso, ya puede seguir adquiriendo cultura clásica. Ahora toca hacerse con un buen y rico vocabulario. Porque, a veces, hay goce en la barroca descripción de las sombras que dibuja la hiedra en el muro de Kensington Lodge. En algún momento será útil recordar el relato profuso del verdín acumulado en las gárgolas de Tudor Manor. (Al tedioso de J.R.R. TOLKIEN le hubiera venido muy bien leerse El cazador, por cierto.)
Adaptación al cómic de esta novela por DARWYN COOKE. Cuando pueda, le echo un vistazo y ya os cuento |
Digresiones aparte, El cazador relata una venganza con retribución entre gente de la Mafia y los bajos fondos. Parker, un ladrón profesional que desarrolló un sistema “de trabajo” que le permitía existencia de bon vivant, acepta, al ver mermadas sus reservas económicas, un “golpe” que le propuso Mal Resnick. Éste, bribón de poca monta, debía al hampa cierta cantidad de dinero, perdida por un asunto que les marró.
Resnick siempre había querido ser un mafioso (según se entendían en 1962, año de la cocción de la novela), tener ese estilo de vida. Mandar matar a eventuales obstáculos y poderse pavonear del suceso. Perseguía, más que estatus, que sobre todo le temieran.
Westlake describe a un sujeto mezquino y traicionero, que se autoengaña pensando que lo que más desea es riqueza, Cadillacs y Playmates. Pero Resnick quiere, con avidez, poder sentirte integrado en una estructura poderosa que le respalde en casos de apuro. Deja esto claro en su despótica actuación ante STEGMAN, al que apabulla/impresiona con su bizarra descripción de cómo piensa/puede aniquilar a Parker, al que creyó dejar muerto en San Francisco.
Una potentísima novela de JAMES ELLROY. Por su estilo, la considero fuertemente vinculada con The hunter |
Mas Resnick se comporta servilmente ante sus superiores en “la organización”, tanto que FREDERICK CARTER, su inmediato “jefe”, le “castiga” obligándole a enfrentarse a Parker con sus únicos recursos. Acaso no le ayuda porque ante sus mandos, Resnick no demuestra el respeto debido, sino una servil envidia irritante. Desdeñan sus bravuconadas. Que mate a Parker sería un gran aval de su valía.
Pero Parker, de “intachable” conducta criminal (todos sus golpes son limpios y eficaces. En dieciocho años jamás lo pillaron. Y fue por la traición de su coaccionada esposa, LYNN, que adquiere antecedentes por vagancia), no es presa fácil ni se deja manejar así como así. Dicta sus reglas y obliga a que se acaten merced a su arrollador carácter.
Atravesó los Estados Unidos como un mendigo (él, acostumbrado a los buenos hoteles) buscando en Nueva York a Resnick. Ya en la Gran Manzana, sin demora presiona a conocidos y contactos para cazarle. Tras matar a Resnick, exige a la Mafia el dinero que éste le robó para reingresar en la Familia. De forma violenta, tortuosa, logra cobrarles.
...igual que los pulps sobre THE EXECUTIONER, de PENDLETON |
Parker es un personaje bien construido, sin complicaciones innecesarias. Hace lo que debe sintiéndose libre de escrúpulos y remordimientos. No es un asesino, pero mata sin miramientos. Recuerda al MR. WHITE de RESERVOIR DOGS que interpretara HARVEY KEITEL. Acaba cayéndote bien Parker acaso por la honestidad de su carácter. No te busco las cosquillas, pero tú olvídame.
Aunque Westlake subraya qué terrible peligro es. Por la causa que fuera (el autor alude a la OFICINA HAYS), Parker embiste únicamente al hampa, pese a trazarle una semblanza de nóminas y bancos robados. Ir contra la Mafia quizás permitía a la novela eludir el filo de la tijera censora. Pero durante la caza, Parker mata a una esteticista. Cierto que fue accidental. Mas es la muerte de un inocente que, lo más, le irrita pues era innecesaria. No siente más. Ninguna agonía retuerce su ánimo.
HARVEY KEITEL como MR. WHITE. Su "filosofía" es tope concordante con la de Parker |
Esa muerte es el contrapunto al opaco heroísmo que va adquiriendo Parker. Y hay más: tampoco duda en golpear a las mujeres. No por maldad o instinto perverso, sino porque se interponen con su objetivo. Esclavo del pensamiento literal, la esteticista bloqueaba su paso. Ergo: muere.
Con este ejemplo Westlake nos recuerda que Parker es uno de los malos. Así que procura no olvidarlo, pese al aprecio que le cobres al expeditivo ladrón. Así podrías evitarte una desagradable sorpresa si cometieras el error de obstruir su camino.
Vuestro Scriptor.
Documentación adjunta: