Afiche patrio. En aquellos tiempos, estas cosas nos animaban mucho |
O éramos muy ingenuos, o de verdad la película merece la expectación que aquellos adolescentes generábamos mirando el afiche y los fotogramas exhibidos en el vestíbulo del cine. Como capitidisminuidos crónicos, era lo más cerca que estábamos de ver la película, así que nos montábamos una intensa versión “paralela” con tales elementos.
Creo que fue por esto que, cuando finalmente pude ver la película del irregular PETER HYAMS, me sentí un poco defraudado. Pero lo cierto es que no es tan mala; tiene una estructura que apela a un clásico (SOLO ANTE EL PELIGRO) y un comienzo potente. Luego está la misma atmósfera del filme, un lugar cerrado, claustrofóbico, que Hyams exacerba con la fotografía, así como con el escenario de estructuras cúbicas metálicas, rejas y trajes espaciales que recuerdan a ALIEN (otra de la que imaginábamos cosas), no tan distante de su momento de estreno. Esa es la clave de la cinta: la angustia del encierro absoluto que sufre el personaje que encarna SEAN CONNERY, el sheriff W.T. O´NIEL, y se complementa con el que ejerce el grupo social que le rodea, que a un tiempo le aísla y le oprime aguardando verle muerto, por miedo al mafioso minero.
Y como si no tuviera bastante con esto, acentuado por el reloj que desgrana el tiempo restante para la llegada de la lanzadera en la que viajan los asesinos contratados para liquidarle, padece el humano miedo a morir, el cual termina por enclaustrarle.
Un cartel promocional extranjero. SEAN CONNERY haciendo del "intocable" sheriff cósmico W.T. O´NIEL |
OUTLAND es, básicamente, un MIAMI VICE espacial, fortalecido por el diseño de la mina en Io, la luna de Júpiter, los trajes espaciales y la BSO de JERRY GOLDSMITH, refrita de la de Alien en apariencia. Atmósfera Cero bebe más de esa película que, por ejemplo, STAR WARS o GALACTICA, o cualquier artefacto italiano que exhalara miasmas “inspirados” en estos filmes. Desde luego, está muy por encima de todas esas deleznables y oportunistas producciones, pero a medida que avanza, va perdiendo fuerza, amenazando con volverse anodina, resonante, hueca. No decae como para volverse aburrida, pero su comienzo prometía un Big Bang que no estalla al final. Se solventa con un duelo del que, con alguna dificultad, O´Niel sale victorioso. Luego reflexionas y comprendes que más le valía enfrentarse, cara a cara, con ambos sicarios, como GARY COOPER, y no liarla por las estructuras despobladas de la mina.
Habría habido épica, dos fuerzas enconadas en un enfrentamiento que gana el bueno porque así lo dictan las leyes de la ficción, en vez de ese aparatoso “combate” por el exterior de la mina con el que Hyams parecía querer remontar la trama.
Un escenario claustrofóbico y terrorífico: la mina de titanio en Io, luna en torno a Júpiter |
Pero, sí, Atmósfera Cero cuenta con atractivos: el mayor quizás sea la “teoría” de cómo la Humanidad se expande por el Sistema Solar y en qué condiciones vive. Esto es un viejo recurso de la ciencia ficción y teorías hay mil, cierto. Las más exóticas siempre acaban reflejando nuestra terrígena existencia, pero entre tanto se urdió un montaje bizarro o barroco que capturó nuestra imaginación. (Eso demuestra que el Hombre cuenta con un pequeñísimo grupo de opciones para crecer u orientarse en la vida. Siempre volverá al nido y su concepto tribal, impreso en la cultura desde nuestro alba.)
O´Niel dándole el día a la DRA. LAZARUS (FRANCES STERNHAGEN) que pasa tres kilos del nota; al final, se comporta: es la única que le ayuda |
Su escenario, que hacía aún más exótica la película, al menos para nuestra imaginación, hasta entonces alimentada con mundos parecidos a este, merece atención. Io imponía unas condiciones que no habíamos supuesto. (Ni Hyams, ni nadie de su equipo: siendo la gravedad inferior a la de la Tierra, los brincos que dan en el filme deberían ser más espectaculares -que le pregunten a JOHN CARTER-, amén de otras consideraciones médicas que se soslayan en toda ficción de este tipo –como ESPACIO 1999-.) Pensar que vives en un sitio cerrado por fuerza, y que todo paseo por el exterior comporta ir dentro de un pesado e incómodo traje de presión, una extensión del hábitat por ende, hace ver que la calidad de vida en sitios como ese carece de atractivos y multiplican la impresión de asfixia y encierro.
PETER BOYLE encarna el rostro del mal en esta sellada producción; sólo el vil metal cuenta para él |
Apelar luego a la idiosincrasia de los personajes está relativamente bien. Todo el interés quizás repose en la familia de O´Niel, un policía “demasiado honesto” (incómodo, por lo tanto) que acaba en todos los puestos hediondos de un sistema comercial, más que político, que explota los recursos ‘alienígenas’, y cuyo hijo no ha conocido otra cosa que bóvedas selladas en sitios letales para el Hombre y que contempla los cielos y océanos de la Tierra como una miología rutilante a cada generación más idealizada.
Por lo común, los relatos espaciales/coloniales nos hablan de planetas domados donde todo ocurre a cielo abierto; creo que es un prurito de nuestro impulso colonial, latente en el ADN, y que salta adelante aterrorizado ante la idea de crear un hormiguero, como el de esa mina. Nos sentimos una raza creada para ver el alto cielo y gozar de la caricia de todos los vientos. ¿Podemos vivir en un lugar cerrado, con nuestros hijos mirando la Tierra como un Camelot a un año de hipersueño, o más, de distancia, respirando aire reciclado una vez y otra? (En esto, Outland presenta una incongruencia: casi todos fuman –ya mismo algún/a capullo/a va a berrear pidiendo que quemen la película-, así que imagina la calidad de esa atmósfera, sazonada con otros regüeldos y ventosidades.)
O´Niel demostrando, recortada en mano, lo peligroso que es tocarle la fibra |
Tal parece el futuro espacial colonial. Y quizás, aunque durante algunos años ofenda a nuestros sentidos, hechos para la luz y la grandiosidad de Dios, nos acostumbremos al final, y la siguiente generación dirá: “Bueno, tampoco está tan mal”, y crecerá de una forma que tal vez ni podamos especular, tanto en lo social, lo político, lo comercial, como lo ecológico. (El protagonista de UN FANTASMA RECORRE TEXAS no parecía lamentar ser oriundo de CIRCUMLUNA, un satélite artificial en torno a nuestro satélite natural y en gravedad cero.)
Este paleto demuestra que hay otros terrores en el espacio exterior: tu propio traje de presión |
Estos son alicientes que acapara Atmósfera Cero; luego podemos empezar a ver sus deficiencias, algunas víctimas de la tecnología de su época. Este tipo de historias fallan porque nuestra actualidad ha superado tales “visiones”. Internet, los móviles, los CDs y MP3, han creado una estructura social y comercial inédita y que, en principio, aspiraba a hacernos más libres, pero no ha sido así, pues estos recursos han espoleado un instinto de adicción y dependencia, aun de estatus personal, que vulnera el principio en que se constituyeron.
O´Niel librándose, in extremis, del último sicario. Vaya día ajetreado tuvo esa vez |
Por ir acabando, creo que la moraleja que contiene este filme es que, por mucho que cambien las cosas, más igual seguiremos. Porque, ¿cuál es su eje? La integridad contra la corrupción (económica encarnada por PETER BOYLE); la lealtad (que ofrece la DRA. LAZARUS) contra la traición (que comete la tropa policial que comanda O´Niel). No se disputa, sin embargo, por elevados principios morales o cosa parecida, sino por motivaciones muy antiguas y que, debido a su sencillez, perdurarán para siempre: el territorio, la codicia, el desprecio por las vidas ajenas.
Vuestro Scriptor.
Documentación adjunta: