miércoles, 2 de marzo de 2011

ULTIMÁTUM A LA TIERRA - ¿EL ARTE NOS REDIMIRÁ?

Afiche español del remake. KEANU
REEVES, como KLAATU (o JESÚS)
 está más "extraterrestre"que nunca
La fría fotografía de este remake, predominantemente azul, que parece hermanarla con SEÑALES DEL FUTURO, acompaña la gélida interpretación de KEANU REEVES como el impasible extraterrestre-en-piel-humana KLAATU, embajador de un conglomerado de civilizaciones alienígenas que, al no lograr dialogar con nuestros líderes mundiales (¿serviría de algo? ¿Los ha visto? ¿Su catadura moral e intelectual? ¿Qué nos pasa; por qué votamos a estos tíos?), y víctima de un disparo, decide exterminarnos. En algunos aspectos su inflexible criterio está razonado. Pero por la cuenta que nos trae, debemos solicitarle clemencia y un muy prolongado aplazamiento para ejecutar la sentencia. Lo que no consiguen las palabras al fin lo logra el arte, sublimación de nuestros más hermosos sentimientos, o instintos.
La mecánica decisión de Klaatu, a quien no recibimos de un modo nada afectuoso (primero, el tiro; luego, el interrogatorio en una de esas oscuras bases militares donde nadie puede oír tus gritos), empieza a cuartearse al escuchar la partitura de BACH en la casa del eminente científico que interpreta JOHN CLEESE (mucho más interesado en su trabajo que en los galardones que recibe, como manifiesta con el PREMIO NOBEL que ELLEN BENSON –la actriz JENNIFER CONNELLY- enmarca para mostrar –pero es que los Nobel están bastante desprestigiados. Se los dan a cualquiera-), porque cuando se entrevista con el agente infiltrado en el McDonalds no puede dar crédito, de ningún modo, a que en el fondo tengamos posibilidades.
Otra cartelera de la película original, un
título controvertido desde siempre
Este filme siempre ha causado controversia, como demuestra la versión en B/N. Entonces, se la veía (¿por qué siempre hay un listo que intuye cosas retorcidas que luego no existen?) como una abstracta denuncia de los Bloques, la Guerra Fría, lo esto, lo otro. Y quizás hubiera base para poder especular esto. Pero la ciencia ficción, para colarte un importante mensaje, lo envuelve en un embalaje agradable o atractivo que diluye la fuerza del discurso y siempre acabamos pensando en las medidas del poderoso robot o las curvas de la nave espacial, en el chisme lanzarrayos que pueda parecer una grapadora. Y eso ocurrió con esa cinta: GORT hizo dudar sobre lo que se quería contar.
Si en la anterior (y espero recordarlo bien) lo que atribulaba a la federación estelar que nos envía a Klaatu para embridarnos era la potencia de nuestras armas nucleares (más que nuestra extinción como criaturas andantes-pensantes-sensibles que pudieran aportar algo al Cosmos, antiguo y vasto del cual procedemos, lo cual sí sería ético por parte de esas sapientísimas eminencias extraterrestres), en este remake se cuestiona cómo degradamos el planeta y a los demás habitantes que lo habitan. El mundo, en verdad, no nos pertenece (un “inspirado” se lo vendió “al viento” hace poco); lo compartimos con una rica fauna y flora, pero no sé hasta qué punto es bueno que nuestra supremacía intelectual, esa arma de doble filo que nos hace como dioses, y al tiempo, sádicos y sofisticados asesinos, estaría mejor limitada devolviéndonos al Paleolítico con un Impulso Electro-Magnético. Porque si bien nuestro ingenio concibe armas y torturas, también provee de terapias y medicamentos que prolongan la vida y eliminan el dolor. Acaparamos algunos logros que esas implacables razas del espacio exterior deberían ayudarnos a cultivar, mejor que decidir sumariamente eliminarnos.
Fotograma del filme, y una demostración de la cortesía
con los alienígenas de la ADMINISTRACIÓN OBAMA
Pero por encima del mensaje ecológico, incluido sobre todo porque es algo que está de moda, y sirve de pretexto a los alienígenas para descargarnos un castigo bíblico, este THE DAY THE EARTH STOOD STILL trata sobre la intolerancia. La tramoya de la nave, el nuevo Gort (semejante a un cruce de SILVER SURFER y ROBOCOP), los poderes de Klaatu, que interfiere con las máquinas a placer (vestigio de su época de NEO, donde también encarnaba a otro “mesías”, pues se asocia a Klaatu con JESÚS y, su embajada, con la Segunda Venida, que destruirá el mundo), hace perder de vista este detalle. La primera intolerancia procede de los humanos, en apariencia, al disparar al visitante que se presenta en una forma bizarra pero amistosamente: su primer acto es extender la mano hacia Ellen. Pero seamos algo retorcidos. Vamos a premiar los instintos sobre la razón. Disparan a Klaatu porque intuyen que trae un mensaje contra el cual no hay apelación: o cambiáis, u os matamos. Es un acto irresponsable, desde luego, porque la represalia podría ser inimaginable.
Fotograma de un inesperado y espectacular Juicio Final
Pero Klaatu ya viene decidido a borrarnos del Universo y no se dejará conmover. Su intransigencia asoma en la entrevista con el infiltrado, que viene nutrida además de su propia experiencia por lo visto en la estación de trenes, y durante gran parte del filme su fría expresión también es de hastío al verse en un planeta ajeno, en un cuerpo que le desagrada, y que presiona su alma y criterio de formas inconcebibles. Casi que está deseando que le suceda un agravio que justifique sus prejuicios para, como al final sucede, liberar la plaga devastadora.
...muy distinto al de esta romería de la película original,
con un platillo volante-utilitario ahí aparcado
Los humanos se lo dan, y a gusto. La actitud que refleja la ADMINISTRACIÓN OBAMA (¡huy, la del santo moreno de los progres, haciendo cosas malas!) es de intransigencia, so pretexto de la “seguridad nacional”, tanto con Klaatu como con el resto del mundo, al que niega el derecho a “entrevistarse” con el alienígena. Esta película expone, tangencialmente, el que no estamos preparados para un contacto de tal magnitud. En nuestro interior hay algo que rechaza esa idea, y quizás nunca podamos desprendernos de eso. ¿No somos crueles entre nosotros mismos? ¿Por qué sería distinto con otros?
KATHY BATES como el rostro más intolerante de
la política norteamerica demócrata. Aporta,
además, el toque hispanófobo

Esa idea de que el Cosmos no alberga más que un puñado de planetas donde poder desarrollarse la vida compleja es sugerente y nos debe obligar a estimar mucho más éste. Pero también hace pensar en qué torpes son esos aliens que no pueden terraformar o transformar los más aptos, pese a su tecnología superior, y les parece mejor echarnos de aquí como si fuésemos alquilados de renta antigua.
Su ética, por otra parte, es deleznable. Llevan años vigilando cómo progresamos (una idea muy trekkie), y luego, apreciando la capacidad que tenemos para repetir errores y la lentitud como avanzamos, no se dignan a comparecer y decirnos dónde fallamos y cómo enmendarnos. Es más fácil llegar con cara de fiscal hastiado y acusarnos de lacra cósmica y que por eso merecemos la extinción.
GORT! KLAATU BARADA NIKTO! Y la pavorosa
máquina, obedece. Totalmente espectacular
Es lo de siempre. La Humanidad es manifiestamente mejorable, sí. Pero eso de mirar a las estrellas y pensar en remotas pero frígidas civilizaciones llenas de científicos y amocionales individuos al estilo de los de GATTACA y despreciar lo que somos y lo bueno que hemos construido, cansa. Agota ese autodesprecio con tintes masoquistas.
ELLEN BENSON (JENNIFER CONNELLY) frente al
aterrador futuro; su traje especial recuerda al del Klaatu
de la primera versión, ¿verdad?
El remake me ha hecho ver más allá de los llamativos FX y pensar esto al comparar los motores narrativos de ambos filmes, los diferentes mensajes que contienen: la sociedad que gestó el primer Ultimátum a la Tierra estaba a la sombra de Hiroshima. La nuestra, a la del “cambio climático”. Dentro de… treinta años, ¿qué hará que Klaatu nos visite otra vez? ¿Qué problemas nos aquejarán? Si nuestra sociedad evoluciona como en Gattaca, ¿qué se nos reprochará, si las pasiones, las emociones, están bajo control, sino extirpadas, y vivimos en un puro ambiente ecológico vegano? ¿Los extraterrestres nos querrán exterminar por no hacer correctamente las ecuaciones integrales o porque el riesgo de involucionar estará siempre latente? (Eh: la idea es mía.)
JADEN SMITH. Qué
criaturita más estomagante
El arte, esta vez, nos “ha salvado”. Pero en un ambiente estéril, de limitada creatividad donde se contemplen los cuadros, los poemas, la música, como abstractas aberraciones de salvajes, si aplacamos al monstruo que anida en nuestro seno, ¿matamos lo que al mismo tiempo puede reivindicarnos y hacernos especiales, demostrando nuestra sensibilidad y capacidad para el altruismo y la compasión?
Es una cuestión interesante que quizás debiera ser analizada con un detalle más serio que el habitual vituperio a nuestras pobres facultades. En un momento dado, quizás podamos alegar en nuestra defensa que no llevamos tanto tiempo urbanizados como nos gustaría creer, pero que pronto empezaremos a mejorar. Palabra.
Vuestro Scriptor.