lunes, 9 de mayo de 2011

EL PERRO DE LA GUERRA Y EL DOLOR DEL MUNDO – ULRIC VON BEK Y LA ÚLTIMA CRUZADA

Cubierta española. La pintura
refleja una pureza caballeresca
muy diferente a la de VON BEK

Me parece la mejor novela de MICHAEL MOORCOCK, aunque reconozco que aún me queda bastante que leer de él. Escrita en 1980, tiene una sombría madurez donde el autor británico parece querer romper con la tónica que le ha hecho popular. El perro de la guerra y el dolor del mundo es oscura comparada con las sagas de ELRIC o CORUM, donde los espacios pueden tener violentos y vibrantes colores capaces de incrustarse en nuestro recuerdo con gran fuerza y obligarnos a considerar otras fantasías (de ESPADA Y BRUJERÍA) con ojos más críticos porque no tienen… color. (Si la novela de ERAGON es como la película –copia burda-descarada de STAR WARS-, me comprenderéis.)
Cualquiera que la haya leído no puede evitar sospechar que la novela donó conceptos a INDIANA JONES Y LA ÚLTIMA CRUZADA. Ambos protagonistas pasan por una serie de pruebas que habrán de purificarlos para encajar en la mítica que rodea al que podrá encontrar el SANTO GRIAL, la copa que regenera y taumatúrgicamente trae la prosperidad al mundo, y que se ha llegado a simbolizar con el REY ARTURO.
MICHAEL MOORCOCK (¡aclamad al
escritor!), quien sin tapujos reniega
de J.R.R. TOLKIEN
EL CAMPEÓN ETERNO es en esta ocasión Ulric Von Bek, un mercenario de la brutal e interminable Guerra de los Treinta Años. Se fue adornando de unas “cualidades” que le permitían ser terrible en la lucha para así poder contarla, y él mismo pronto lo declara (la novela está escrita en primera persona). Se presenta como el anti-paladín, novicio de la guerra que llegó a ella lleno de ferviente fe protestante, un pijo universitario al que la contienda se le subió a la cabeza y se metió en la lucha pensando que en un plisplás estaba ventilada, pero pronto el combate le fue descamando todas sus purezas e ingenuidades hasta convertirlo en otro activo agente devastador.
Aunque Von Bek parece duro y templado en grado sumo, no obstante la destrucción de Magdeburgo (que parece el Stalingrado de esa guerra) lo ha marcado y siente recurrentes remordimientos. No está completamente perdido para la luz, aunque su cinismo y su propensión para matar sin dudar lo alejan de la posibilidad de redención.
Y esto es lo que desea su último señor, nada menos que LUCIFER, que le propone encontrar la divina copa a cambio de devolverle su alma, que está ya sellada para arder en los profundos infiernos… aunque cuando Lucifer lo conduce a su reino lo último que  ve es fuego donde asar pecadores (no llega a hacerlo). Hay otra serie de castigos (acaso más parecidos a los descritos por DANTE en LA DIVINA COMEDIA), condenas más intelectuales, menos físicas, más de remorder para siempre la conciencia y que a Von Bek, un hombre cultivado, se le antojan en verdad mucho peores que el fuego eterno y el alquitrán líquido ardiente predicado por los sacerdotes.
Portada  foránea. Bueno, más exacta,
también es un poco embustera con
respecto al contenido
Lucifer, hastiado de los Infiernos y su papel, que tanta mala prensa le aporta, mira al alto cielo y busca entre todos los vientos a Dios para que permita su regreso al lugar que una vez tuvo y que, por soberbia, perdió. Ya no ve con tan buenos ojos eso de que “más vale reinar en el Infierno que servir en el Cielo”. Anhela su pasada gloria, y con toda humildad prometería comportarse si Dios volviera a aceptarle en el Paraíso.
Y considera que entregándole el Santo Grial se avendría Dios a escuchar su petición, así que enrola a Von Bek para protagonizar la asombrosa Búsqueda. La generosidad de Lucifer (descrito por Moorcock como un ser fabuloso, muy diferente al semianimal por el que se tiene al Diablo, lo cual era de esperar en un iconoclasta como es el inglés) se extendería a DAMA SABRINA (en toda aventura que se precie debe haber una damisela en peligro, motor de los anhelos del héroe y que le proporciona dosis de castidad y pureza), una bruja que cometió el error de confiarse a gente que no debía y huyó de la hoguera merced a un pacto con Lucifer.
EL ÚLTIMO VALLE, de JAMES
CLAVELL. Peliculón, macho. Y
fijo que motor de esta novela
Moorcock, aunque la mayoría de los escenarios que aboceta en estas páginas tienen una tendencia a ser fríos y crepusculares (como si el mundo del WILDGRAVE se extendiese mucho más allá de sus fronteras sobrenaturales), no tarda en recordar aquellos parajes de maravilla sucintamente descritos de sus sagas más conocidas. Von Bek descubre que la Tierra está interceptada aquí y allá por otros reinos paralelos donde las disfunciones se pueden aplicar tanto al clima como a las leyes del país. Y ya pisando un territorio familiar (y sin duda, con alivio), Moorcock libera sus fantásticos engendros que, por mor de la sobriedad del contexto donde se desarrolla El perro de la guerra y el dolor del mundo, no tienen la brillante coraza de los otros dioses-demonio o diablos, pero aún así contienen suficiente fuerza, magia o esplendor como para ser apreciables.
El Compañero del Campeón Eterno es esta vez GRIGORI SEDENKO, un cosaco algo tonto e impulsivo que a duras penas va enterándose de lo que ocurre. Como Sabrina o Ulric, está condenado al Infierno, como para desolación de Von Bek descubre cuando le acompaña a uno de los reinos con los que la Tierra comparte órbita. Su suerte, como la de todo Compañero del Campeón Eterno, es morir, aunque dando guerra.
INDIANA JONES Y LA ÚLTIMA
CRUZADA, filme que parece influido
por la obra de Moorcock
Von Bek es un personaje interesante pese a su naturaleza ramplona (comparado con Elric, o Corum, príncipes-emperadores de exótica apariencia y supervivientes de reinos tan fabulosos como increíbles). Evoluciona, pero no hacia la grandeza, sino que se degrada. Empezó la aventura fuerte, jactancioso, pero casi a su final es un tembloroso guiñapo lleno de dudas y ateísmo. Dios no parece apiadarse de Sus criaturas. Lucifer podría estar loco. Para colmo, la decisión de SATANÁS ha reventado el Infierno y los Duques se han sublevado, destacando, cómo no, ARIOCO. Su agente, KLOSTERHEIM, un sacerdote-guerrero sádico, se opone a Von Bek y su Búsqueda mandando unas aterradoras huestes que llegan a sitiar el Bosque del Paraíso. Las numerosas vicisitudes no hacen mejor guerrero a Von Bek, aunque él se siente mejor persona. Y quizás, por eso, por el dolor que le flagela y expresa, por su aspecto miserable, obtiene el Santo Grial… como otros antes.
MICHAEL CAINE como EL CAPITÁN, en Él último valle.
De tal guisa Moorcock describe a Von Bek
Moorcock pienso que trató de explorar en esta obra aspectos sobre la divinidad y la condenación, si el libre albedrío es, en verdad, un don o una maldición, o si sirve para perdernos únicamente, retratando a Dios como un ente inmenso pero desapasionado, y que el Diablo pudiera ser algo mejor de lo que la liturgia lo pinta. Lo que más le irritaba de todo el asunto (lo vocalizó mediante Von Bek) es que Dios no fijó reglas nítidas para salvarnos, y que incluso seguir los Diez Mandamientos tampoco podría evitarnos arder en las Calderas de Pedro Botero.
Estamos solos, es su mensaje, y más vale que actuemos con cuidado, porque, pese a todo, sí podría haber algo al final de la vida que nos haga arrepentirnos de no haber sido mejores, o, al menos, mucho más instintivos, al escoger el camino a seguir.
Vuestro Scriptor.