Expresivo afiche foráneo del filme: he aquí al más peligroso combatiente del mundo: el traficante de armas |
¿Quiere ahogar su país en sangre y
cometer atrocidades sin cuento quedando impune ante la Comunidad Internacional?
Llámelo “lucha de liberación” y a sus criminales “combatientes por la
libertad”, pero ampárelos bajo la denominación de algo que contenga la palabra “democrático”.
Éxito garantizado. Estos términos adormecen los escrúpulos occidentales, y más
los de la izquierda, siempre dispuesta a ignorar concretos atropellos cometidos
por algunos de estos “luchadores-liberadores”.
El filme de ANDREW NICCOL, autor también
del libreto, y protagonizado por NICOLAS CAGE, interpretando a YURI ORLOV, un
inmigrante ucranio asentado en Brighton Beach, Nueva York, y que, enganchado a
las promesas del american way of life
se considera con derecho a tenerlas como sea, no debiera (opino) estimarse
cinta antibélica, sino docudrama con falsos tintes biográficos en realidad, que
pretende desvelar, denunciar, situaciones morales y sociales aberrantes que
aceptamos con completa naturalidad, sobre todo, porque ocurren lejísimos en el
mapa y durante el telediario preferimos hacer zapping a THE SIMPSONS
para no verlas.
Dos que han entendido las bondades del país de la bandera de las barras y estrellas sui generis: YURI (NICOLAS CAGE) y VITALI ORLOV (JARED LETO) |
Yuri descubre, tras un atentado, que
tiene un extraño don para mercadear con armas. La fiebre del sueño americano lo
impulsa a seguir ese camino, intuyendo en él considerable prosperidad. En él no
actúa solo la codicia; en realidad, ésta es un “argumento secundario” para razonar
su decisión. El dinero está bien y más tras otear, con incomparable claridad,
qué futuro le aguarda en el triste restaurante familiar, que su madre, IRINA
(SHAKE TUKHMANYAN), y su hermano, VITALI (JARED LETO), mantienen como pueden.
Yuri está cautivado de una joven modelo
de su barrio, AVA FONTAINE (BRIDGET MOYNAHAN). Lo deslumbra su belleza y
entiende que una mujer así no puede ser mantenida con un empleo, muy gris, en
hostelería.
La vie en rose neoyorkina; qué no haremos por una mujer, y más hermosa, como AVA FONTAINE (BRIDGET MOYNAHAN); Yuri, causar matanzas sin fin-sin fin |
Y cebando su enamoramiento, llega la
codicia, el pretexto justificador necesario para disipar sus dudas y pagar las
limusinas, los jets privados, la vie en
rose que Ava disfruta y Yuri estima merece a toda costa.
Profundiza en el tráfico de armas que el
guión de Niccol pormenoriza con la voz en
off de sarcasmo suave de Yuri. Asimismo emplea distintos recursos visuales
y sonoros para magnificar las complejidades de un lucrativo negocio al que
nadie escapa, o salpica, de diversas maneras, a todo el mundo.
De compras en uno de los supermercados favoritos de Yuri; la Guerra Fría abasteció vastos arsenales que ahora cumplen su función en África, sobre todo |
Pudiera ser víctima el agente de aduanas
corrupto; el oficial militar que, emponzoñado por la “misión divina” de
combatir a un enemigo más visceral (según su criterio), acude al pago que
efectúa Yuri a cambio de saquear sus arsenales; pudiera ser el cacique o
caudillo guerrillero que empleas las armas para combatir por una confusa causa,
puro estigma de matanzas sin fin-sin fin en verdad; pudiera ser, finalmente,
cualquiera de nosotros, herido, o asesinado, por una bala disparada por esas
armas.
El negocio no está exento ni de rivales ni peligros, como los que insinúa SIMEON WEISZ (IAN HOLM) |
Otra lúcida reflexión que induce esta
película es la de que Norteamérica (imagino que también todo país “romanizado”)
se fundamenta en admirables principios, morales y cívicos, que debieran impedirles,
empero, determinadas actuaciones sombrías como las que describe Yuri. Pero pese
a que se denuncian, persisten. Nada cambia. Es una asombrosa especie de autismo.
Uno de sus principales abastecedores es
el opaco coronel OLIVER SOUTHERN (voz de DONALD SUTHERLAND), trasunto, imagino,
de OLIVER NORTH, que so pretexto de combatir a-no-sé-quién, descerraja para
Yuri arsenales bajo su mando y acepta su comisión “para la causa” indoloramente.
El gran país de la libertad y los principios de honestidad y rectitud difundidos
por JOHN WAYNE no debería actuar así, declara Niccol. Tampoco lanza una cítrica
y furibunda soflama crítica tipo MICHAEL MOORE (cuidado con ese hipócrita); se
limita a exponer hechos que parecen no tener remedio. Debemos aun aceptarlos.
La ironía: traficantes de armas a punto de ser liquidados por su propia mercancía; estas experiencias curtirán a Yuri |
Y muestra que EE.UU. se ha ido jactando
de transparencia electoral democrática. Pero con la votación manipulada de
GEORGE BUSH, JR., perdió toda esa credibilidad. El cruel ANDRÉ BAPTISTE (EAMONN
WALKER), que lidera Liberia (un contrasentido) como un bárbaro episodio de A-TEAM, lo expone crudamente cuando
informa a Yuri que lo acusan de haber manipulado sus elecciones. ¿Con qué voz
me denuncias, América, si tú lo hiciste antes? ¿No te caes de pura desvergüenza
hipócrita?
Niccol se esmera en mostrar que el
combatiente más peligroso de la guerra no lleva uniforme; es un atildado y
anodino paisano que viaja en un Rolls Royce gris perla (SIMEON WEISZ —IAM
HOLM—) o porta, como Yuri, un maletín. Sin luchar, logra alfombrar el mundo de
cadáveres. Y según Yuri, el mejor en esta “modalidad de combate” es el
Presidente de Estados Unidos.
Caras de una misma moneda; el agente JACK VALENTINE (ETHAN HAWKE) intenta resplandecer en el sucio mundo que tipos como Yuri empuercan en sangre a diario |
Pese a todo, Yuri carga un remanente de
moral y no permanece impávido/indiferente ante las matanzas. Mas fue
surtiéndose de trucos para sobrellevar los remordimientos; se insinúa mejor
persona que Weisz, directo competidor, quien no vacilará en atentar contra
Yuri, algo que él ni pensó hacer. Cierto que es coautor de la ejecución de
Weisz, pero está en un “nivel profesional” en que es él o yo, debido a la demente
peligrosidad de sus clientes.
En oposición a Yuri está el idealista
agente de la Interpol JACK VALENTINE
(ETHAN HAWKE), que encarna toda la ingenua candidez de los Ideales John Wayne. Lo ultrajan los sórdidos tejemanejes de tipos
como Yuri. Valentine se obsesiona con él porque es la cara visible del
aborrecible mal que le escandaliza.
ANDRÉ BAPTISTE (EAMONN WALKER), el sádico presidente de Liberia, dando una lección de realidad a Yuri |
Al final, algo que Niccol pretende
meditemos, Valentine despierta a la verdad de modo brutal. Cuando atrapa a Yuri
(merced a la denuncia de Ava, que estaba voluntariamente in albis de las actividades de su esposo, y la muerte en Sierra
Leona de Vitali, socavado por terribles escrúpulos de conciencia que
narcotizaba con cocaína), el traficante le informa de cómo irá todo a
continuación, vaticinio que se cumple al milímetro.
Valentine descubre una implacable realidad
“de hierro” que ignoraba existiera (o prefería no admitir) en la que el mundo
necesita de hombres malos (o malvados) para funcionar. Inaceptable. Cree todo
lo contrario: el Bien subsiste per se
y con algo de nuestra ayuda. Ve que lo llamado “bien” es suerte de sitcom que encubre un entramado de inefables
conspiraciones que benefician a algunos, pretextando “el bien común”.
Su honroso gesto de dimitir es inútil;
nada variará. Yuri queda libre, pues sigue siendo indispensable para que este
nefasto ciclo siga girando. Ya veis: el mundo, tal cual.
Vuestro Scriptor.
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