lunes, 20 de mayo de 2013

LORD OF WAR — AMERICAN WAY OF LIFE

Expresivo afiche foráneo del filme: he
aquí al más peligroso combatiente del
mundo: el traficante de armas

¿Quiere ahogar su país en sangre y cometer atrocidades sin cuento quedando impune ante la Comunidad Internacional? Llámelo “lucha de liberación” y a sus criminales “combatientes por la libertad”, pero ampárelos bajo la denominación de algo que contenga la palabra “democrático”. Éxito garantizado. Estos términos adormecen los escrúpulos occidentales, y más los de la izquierda, siempre dispuesta a ignorar concretos atropellos cometidos por algunos de estos “luchadores-liberadores”.

El filme de ANDREW NICCOL, autor también del libreto, y protagonizado por NICOLAS CAGE, interpretando a YURI ORLOV, un inmigrante ucranio asentado en Brighton Beach, Nueva York, y que, enganchado a las promesas del american way of life se considera con derecho a tenerlas como sea, no debiera (opino) estimarse cinta antibélica, sino docudrama con falsos tintes biográficos en realidad, que pretende desvelar, denunciar, situaciones morales y sociales aberrantes que aceptamos con completa naturalidad, sobre todo, porque ocurren lejísimos en el mapa y durante el telediario preferimos hacer zapping a THE SIMPSONS para no verlas.

Dos que han entendido las bondades del país de la bandera
de las barras y estrellas
sui generis: YURI (NICOLAS
CAGE) y VITALI ORLOV (JARED LETO)
Yuri descubre, tras un atentado, que tiene un extraño don para mercadear con armas. La fiebre del sueño americano lo impulsa a seguir ese camino, intuyendo en él considerable prosperidad. En él no actúa solo la codicia; en realidad, ésta es un “argumento secundario” para razonar su decisión. El dinero está bien y más tras otear, con incomparable claridad, qué futuro le aguarda en el triste restaurante familiar, que su madre, IRINA (SHAKE TUKHMANYAN), y su hermano, VITALI (JARED LETO), mantienen como pueden.

Yuri está cautivado de una joven modelo de su barrio, AVA FONTAINE (BRIDGET MOYNAHAN). Lo deslumbra su belleza y entiende que una mujer así no puede ser mantenida con un empleo, muy gris, en hostelería.

La vie en rose neoyorkina; qué no haremos por una mujer,
y más hermosa, como AVA FONTAINE (BRIDGET
MOYNAHAN); Yuri, causar matanzas sin fin-sin fin
Y cebando su enamoramiento, llega la codicia, el pretexto justificador necesario para disipar sus dudas y pagar las limusinas, los jets privados, la vie en rose que Ava disfruta y Yuri estima merece a toda costa.

Profundiza en el tráfico de armas que el guión de Niccol pormenoriza con la voz en off de sarcasmo suave de Yuri. Asimismo emplea distintos recursos visuales y sonoros para magnificar las complejidades de un lucrativo negocio al que nadie escapa, o salpica, de diversas maneras, a todo el mundo.

De compras en uno de los supermercados favoritos de Yuri;
la Guerra Fría abasteció vastos arsenales que ahora cumplen
su función en África, sobre todo
Pudiera ser víctima el agente de aduanas corrupto; el oficial militar que, emponzoñado por la “misión divina” de combatir a un enemigo más visceral (según su criterio), acude al pago que efectúa Yuri a cambio de saquear sus arsenales; pudiera ser el cacique o caudillo guerrillero que empleas las armas para combatir por una confusa causa, puro estigma de matanzas sin fin-sin fin en verdad; pudiera ser, finalmente, cualquiera de nosotros, herido, o asesinado, por una bala disparada por esas armas.

El negocio no está exento ni de rivales ni
peligros, como los que insinúa SIMEON
WEISZ (IAN HOLM)
Otra lúcida reflexión que induce esta película es la de que Norteamérica (imagino que también todo país “romanizado”) se fundamenta en admirables principios, morales y cívicos, que debieran impedirles, empero, determinadas actuaciones sombrías como las que describe Yuri. Pero pese a que se denuncian, persisten. Nada cambia. Es una asombrosa especie de autismo.

Uno de sus principales abastecedores es el opaco coronel OLIVER SOUTHERN (voz de DONALD SUTHERLAND), trasunto, imagino, de OLIVER NORTH, que so pretexto de combatir a-no-sé-quién, descerraja para Yuri arsenales bajo su mando y acepta su comisión “para la causa” indoloramente. El gran país de la libertad y los principios de honestidad y rectitud difundidos por JOHN WAYNE no debería actuar así, declara Niccol. Tampoco lanza una cítrica y furibunda soflama crítica tipo MICHAEL MOORE (cuidado con ese hipócrita); se limita a exponer hechos que parecen no tener remedio. Debemos aun aceptarlos.

La ironía: traficantes de armas a punto de ser liquidados
por su propia mercancía; estas experiencias curtirán a Yuri
Y muestra que EE.UU. se ha ido jactando de transparencia electoral democrática. Pero con la votación manipulada de GEORGE BUSH, JR., perdió toda esa credibilidad. El cruel ANDRÉ BAPTISTE (EAMONN WALKER), que lidera Liberia (un contrasentido) como un bárbaro episodio de A-TEAM, lo expone crudamente cuando informa a Yuri que lo acusan de haber manipulado sus elecciones. ¿Con qué voz me denuncias, América, si tú lo hiciste antes? ¿No te caes de pura desvergüenza hipócrita?

Niccol se esmera en mostrar que el combatiente más peligroso de la guerra no lleva uniforme; es un atildado y anodino paisano que viaja en un Rolls Royce gris perla (SIMEON WEISZ —IAM HOLM—) o porta, como Yuri, un maletín. Sin luchar, logra alfombrar el mundo de cadáveres. Y según Yuri, el mejor en esta “modalidad de combate” es el Presidente de Estados Unidos.

Caras de una misma moneda; el agente JACK VALENTINE
(ETHAN HAWKE) intenta resplandecer en el sucio mundo
que tipos como Yuri empuercan en sangre a diario
Pese a todo, Yuri carga un remanente de moral y no permanece impávido/indiferente ante las matanzas. Mas fue surtiéndose de trucos para sobrellevar los remordimientos; se insinúa mejor persona que Weisz, directo competidor, quien no vacilará en atentar contra Yuri, algo que él ni pensó hacer. Cierto que es coautor de la ejecución de Weisz, pero está en un “nivel profesional” en que es él o yo, debido a la demente peligrosidad de sus clientes.

En oposición a Yuri está el idealista agente de la Interpol JACK VALENTINE (ETHAN HAWKE), que encarna toda la ingenua candidez de los Ideales John Wayne. Lo ultrajan los sórdidos tejemanejes de tipos como Yuri. Valentine se obsesiona con él porque es la cara visible del aborrecible mal que le escandaliza.

ANDRÉ BAPTISTE (EAMONN WALKER), el sádico
presidente de Liberia, dando una lección de realidad a Yuri
Al final, algo que Niccol pretende meditemos, Valentine despierta a la verdad de modo brutal. Cuando atrapa a Yuri (merced a la denuncia de Ava, que estaba voluntariamente in albis de las actividades de su esposo, y la muerte en Sierra Leona de Vitali, socavado por terribles escrúpulos de conciencia que narcotizaba con cocaína), el traficante le informa de cómo irá todo a continuación, vaticinio que se cumple al milímetro.

ANDREW NICCOL, el director, presenta África como un
extenso territorio donde practican todo tipo de guerras y
crueles excesos sin intervención de nadie sensato; las armas
deben circular. Para algo se fabricaron. Costaron hacerlas,
y hay que recuperar la inversión
Valentine descubre una implacable realidad “de hierro” que ignoraba existiera (o prefería no admitir) en la que el mundo necesita de hombres malos (o malvados) para funcionar. Inaceptable. Cree todo lo contrario: el Bien subsiste per se y con algo de nuestra ayuda. Ve que lo llamado “bien” es suerte de sitcom que encubre un entramado de inefables conspiraciones que benefician a algunos, pretextando “el bien común”.

Su honroso gesto de dimitir es inútil; nada variará. Yuri queda libre, pues sigue siendo indispensable para que este nefasto ciclo siga girando. Ya veis: el mundo, tal cual.

Vuestro Scriptor.