jueves, 8 de mayo de 2014

EL OGRO DE HIERRO, 1: EL PRÍNCIPE ENSANGRENTADO — PROMOCIONAL

A no tardar demasiado su publicación
Ya conté que, durante tres años, estuve diseñando, para la muy malograda EDICIONES RARA AVIS, material “de copia” de GAMES WORSHOP (algo que me sublevaba, pues se nos brindaba la oportunidad de hacerlo nuevo, o lo bastante, para que pudieran considerarnos originales) y todo ese embolado de WARHAMMER y orcos y tonterías siniestras de aspecto desagradable que pone en órbita, sin embargo, a una inmensa mayoría de aficionados al rol.

No me gustan los juegos; y menos, estos. Pero era un empleo, oportunidad de darte a conocer de cara a otros proyectos, más ambiciosos o personales (algo así como con 6-9) y poder progresar en una dirección más prometedora que la de esos esparcimientos.

Era formativo, sobre todo, lo que obtenía con ese trabajo.

Muestras de mi labor en la fenecida RARA
AVIS que seguía la estela de GAMES
WORKSHOP, o lo pretendía
Y algo más, pues gran parte de ese sustrato alimentó la simiente de El Ogro de Hierro, proporcionando un gigantesco escenario de seres alucinantes embutidos en barrocas armaduras que eran, a un tiempo, su prisión y lo que los mantenía cohesionados. Rara Avis ha legado, a esta serie, el poderoso aspecto visual, mientras que el potente aparato figurativo, dioses, paladines, bandos…, proceden de la influencia narrativa de MICHAEL MOORCOCK y STEPHEN KING.

Dispares, ¿eh? Pero es una historia de la frontera. Pasa así.

Mi contacto con la literatura de Moorcock procede de un conocido que vivía a través de esas fábulas (encarnizándose en las de CONAN y las sadomaso soft de GOR, todo lo que fuese de esa laya de musculosos bárbaros con grandes mandobles y empinada ginefobia, le iba —¿captais la idea?—). Aquella era una época bastante imberbe de mis nociones del Gran Mundo Literario. Empezaba, sin embargo, a notar que la influencia de “los clásicos” no era tan beneficiosa como siempre me dijeron; al menos, para lo que quería escribir. (Está bien leerlos, conocer a los clásicos; no venerarlos, como quieren.)

Ejemplos de las armaduras y ornamentos que visten a los
villanos de mi novela
Moorcock era como una autopista de muchos carriles donde todos van disparados, en comparación con mansas/lentas y tradicionales narraciones estilo EL SEÑOR DE LOS ANILLOS, plúmbeo material al que PETER JACKSON le ha hecho el favor de volverlo spaguetti-sorcery (eh, el término acabo de acuñarlo) para que podamos deglutirlo con coherencia y sin los tantos tropezones que ese caldo posee.

Conocer el MULTIVERSO y sus numerosas posibilidades, las personalidades complejas y torturadas de ELRIC, o CORUM (muy referentes, descubriréis, en El Ogro de Hierro), los dioses que no seguían el convencional patrón judeocristiano en que me habían educado… era una llamarada en medio de una viscosa penumbra de arcaísmos del fantástico, perpetuados por otros y encastrados en el príncipe azul invencible, la princesa/doncella casta, el trovador y el mago del capirote, así como el dragón y el caballero negro, o parecido, oficiando de malvado unidimensional.

Ya me ocuparé en otra entrada de los buenos;
los malos, ya veis, resultan así de aparatosos
Después, leí toda LA TORRE OSCURA, donde esos arcaísmos fantásticos terminaban de romperse y hacerse astillas por fin. ¡Llévatelos, viento! ¡Bien lejos! Tanto Moorcock como King, como me pasara con FARMER y LEIBER, me mostraban que puede hacerse CON ÉXITO de otro modo, y a ese modo me he entregado en esta narración.

No obstante, muy presuntuoso sería, por mi parte, afirmar que estoy erigiendo un nuevo y revolucionario concepto, esto del spaguetti-sorcery, cuando no es lo que he pretendido. He sido, una vez más, fiel al precepto de SIR ARTHUR CONAN DOYLE de dar un buen entretenimiento al más amplio delta posible de lectores, confiando hacerlo tan bien que ansíen leer la continuación, y su calidad tenga un creciente número de seguidores.

Sobre si he hecho o no un género, o subgénero, o etiqueta-aparte, nuevo, son otros quienes deben decidirlo. De momento, contentémonos con pasar ese buen rato ameno.

Vuestro Scriptor.