Afiche foráneo. Creo que una ilustración de DREW STRUZAN habría convencido más que este fotoshop montaje |
ROGER CHRISTIAN recrea en fotogramas los
párrafos de la densa saga “interestelar” concebida por L. RONALD HUBBARD y que
su autor define de formas muy laudatorias, en plan rompedora que te cagas. Christian (y guionistas implicados),
suprimen bastante carga de secundarios que abundan la obra de Hubbard en pos de
una ‘ligereza argumental’, más pragmática, que animara la proyección,
engolfándose en algunos clichés del apoqueclipse
cinematográfico y literario, como el retroceso cultural de la Humanidad a las
cavernas, devastando todo rasgo de civilización en sus maneras, abrazando el
supersticioso politeísmo fetichista para llenar el (inmenso) vacío de una
tradición empírica milenaria, o una religión sensata.
Este detalle merece analizarse, pues
expone que nuestras elaboradas normas sociales y la riqueza de una civilización
originada en la Grecia Clásica y todo eso tan rimbombante con lo que nos
aturden los doctos, es en realidad una lámina de mugre que un baño de
Catástrofes y Carencias, S.A., lava al primer remojón.
La tribu de JONNIE GOODBOY TYLER (BARRY PEPPER); quizás buen motivo para buscar otros aires |
Resurge la bestialidad primigenia
egoísta, sectaria y tribal, pese a todo el MOZART y el ballet habido antes, por
tenerlo profundamente arraigado en el ADN. Esa agresividad debe ser entendida
como espada de doble filo, algo así como un don-maldición, porque nos
proporciona empeño y energía para continuar y culminar nuestros proyectos (ajá,
sí), pero nos retrotrae a lo más salvaje de nuestro ser.
Christian tampoco reconstruye la saga de
Hubbard fielmente, y no tanto por la aducida economía del metraje como por, parece ser, “querer
anticiparse” a TIM BURTON en su nueva visita al Planeta de los Simios;
Christian traduce mucho de lo que FRANKLIN SCHAFFNER mostró en su inquietante
película (que agrandaba la novela de PIERRE BOULLÉ).
Claro, que lo que Jonnie encuentra por esos andurriales dejados de la mano de Dios poco animan a seguir buscando |
El Hombre vive en un estado prehistórico,
acechado por abundantes supercherías y pieles, poniéndole la situación creada
por el agresivo invasor alienígena al filo de la extinción. El JONNIE GOODBOY
TYLER encarnado por BARRY PEPPER igual esboza inquietudes, de todo
tipo-y-tamaño, que lo empujan a traspasar un determinado non plus ultra (no menos fundado en apabullantes mitologías,
surgidas de la ignorancia, que por hechos sustanciales que aquél que cruzara
COLÓN), cuyos tesoros le surten de tanta maravilla, o conocimiento, como
aflicción.
Aunque la alternativa en absoluto es mucho mejor. (La de hostias que TRAVOLTA y compañía se habrán dado andando sobre esos zancos que les daban talla sobrehumana) |
El invasor, los psyclos simiescos (por
mantener la analogía con la cinta de Schaffner), llevan mil años esquilmando el
planeta, y la larga estancia y sus resultados abren un abismo de ineptitud ante
ellos. Uno de sus fallos clamorosos: ¿cómo no dieron, durante este milenio, con
Fort Knox, dada su avidez de oro? ¿Tanto despreciaban nuestra cultura que no
les dio por investigar qué eran los bancos? Otro: ¿no quieren experimentar, más
allá de la explotación esclava, con el Hombre?
Destaca entre ellos TERL (JOHN TRAVOLTA,
muy empeñado en que se filmase la novela, que esperaba eclipsase —nada menos—
la gloria de STAR WARS), que roba
bastante cuota de pantalla a Jonnie, con quien, el oprimido, deberíamos
empatizar, en principio, y por norma muy establecida.
Problemas desde Psyclo para TERL (JOHN Travolta); la imagen evoca tanto el Giedy Prime de DUNE como el Los Ángeles de BLADE RUNNER |
Más aún que en la novela (donde su
densidad de páginas diluye suficiente la vehemencia de su codicia), Terl es un
Ejecutivo ávido de riquezas y posición en su brumoso planeta natal, que sugiere
ser émulo del Giedy Prime del DUNE de
DAVID LYNCH, un criadero de peludos despiadados que extinguen especies estelares
sin ningún escrúpulo o remordimiento.
Tampoco entre ellos se tratan mejor; Terl
está en constante competición tanto con sus subordinados como superiores, todos
deseosos de poder defenestrarle.
Terl, un brutal manipulador excepcional, logra convencer a esa belleza de su planeta para que lo ayude en sus planes; una vez obtenido el fin, la descartará como al resto |
Esto también merece nuestra atención:
ante la falta del adecuado ejemplo práctico, un contacto con alienígenas,
especulamos sobre cómo serían éstos. Al hacerlo, ¿cuánto de nosotros (malo, por
lo común) les incorporamos? ¿Cuánta genuinidad les robamos?
Terl trabaja para una Corporación
galáctica que gasea mundos habitados para luego, librados de casi toda
oposición nativa, saquearlos hasta la última barrena posible y trasladarse a
otro objetivo, donde repiten la operación.
Es táctica comercial humana; ¿la
aplicaría una Corporación extraterrestre? La ambición de Terl, ¿socavaría a
esos empleados también? ¿O los motivaría otra cosa, intereses y pasiones
inimaginables? ¿Serían tan codiciosos? ¿…peor, aún?
Jonnie aprende aprisa los rudimentos históricos tanto de la Tierra como de los brutales conquistadores; la arrogancia es lo que finalmente propicia la derrota del "listo" Terl |
Campo
de batalla, la Tierra
queda en la franja de ser una poco luminosa evasión de serie B pese a gozar de algunos efectos especiales competentes (esto,
piedad por respeto al trabajo efectuado). Carece “de momentos”. No logra épica
alguna, pues el protagonismo lo absorbe el malo, y sus sucias maquinaciones son
las que, casi a diario, soportamos. Nos produce rechazo. ¿También deben
emporcar nuestro ocio, uno que, encima, no brinda catarsis?
Jonnie no es JOHN CONNOR, aunque el actor
se esmere en darnos una convincente interpretación de un honesto libertador. (Y
¿por qué debe ser norteamericano?) Creo que el fallo radica en sus manías de
mono, imitadas por otros integrantes del reparto. En la novela, no sucede así.
Los supervivientes, aunque residan en cavernas, mantienen un digno sentido de
su evolución…, plagado de envidias y retorcidas conspiraciones.
Jonnie enseguida detecta que la soberbia y el desprecio por las demás razas del Cosmos son el defecto de los psyclos, y un modesto ardid, como esta sumisión aparente, le abre las puertas de la victoria |
El romance entre Jonnie y CHRISSY (SABINE
KARSENTI) es un apéndice artificial. Aun permite intuir que ella sólo sale para
que Terl, en determinado momento, tenga una rehén con la que coaccionar a
Jonnie. Que después adquiera una vaga importancia bélica es en atención a que
es novia del prota y debe dar el adecuado ejemplo.
El fracaso comercial de Campo de batalla, la Tierra abortó la
realización de su secuela. Visto el filme, estaba cantado: el malo gobierna el
proscenio; el bueno es un simple que salta de las arboledas al cyberpunk en un santiamén; su novia es
una amazona lacia, los demás partiquinos son un bulto… y el lindo detalle del
uranio remata la cinta.
Terl dándoselas de Master del Universo..., aunque igual le dolía el apéndice. Sobre CHRISSY (SABRINE KARSENTI, al fondo), poco bueno puede relatarse; es chica-rehén, y gracias |
Pero esta cinta necesitaba que estallase
su émulo de la Estrella de la Muerte, y se logró así (con un detalle que Hubbar
también desdeñó). Otra cosa no explica el garrafal fallo.
Vuestro Scriptor.
También en: http://spnkgirl.blogspot.com.es/
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