Este afiche de hace 14 años es el de la portada de la edición de NEW-ERA, llamativa por la cantidad de elogios que vierten sobre la obra |
Puede el lector encontrar, en esta
extensa obra de L. RONALD HUBBARD, una amena narración de aventuras, sostenida
por elementos de acción, conjetura, vagas referencias tecnológicas y el eterno conflicto
entre el Bien y el Mal. También, otro “desmentido” sobre que las razas del
espacio exterior serán inevitablemente benignas con nosotros, en atención a una
hipótesis, bien razonada, por distintos científicos, sobre supuestas evidencias
de madurez cultural, que les habrían hecho rechazar la guerra, la invasión y la
violencia, mostrando desprendido deseo de compartir su progreso con
civilizaciones menos avanzadas, como la nuestra.
Hubbard ha intentado escribir (recuerdo
acuñó en su elaborado prólogo, donde intenta canonizar definitivamente qué es ciencia ficción) la mayor obra del género concebida jamás. Evitó
además hacerla unidimensional; esto debía tener contenido. No sólo se ha
centrado en el conflicto, las máquinas apabullantes, las estrellas como colmenas
de hostiles aliens que codician nuestro vapulado planeta. Sobre todo eso,
Hubbard ha elevado a los antagonistas protagonistas, el psiclo TERL y JONNIE
GOODBOY TYLER, el humano de las post-cavernas.
L. RONALD HUBBARD, personaje polémico por esa historia de la Cienciología, más que por sus relatos o su contenido |
Se ha esforzado en darles grave relieve,
confiando labrar a fondo su campo psicológico, mostrar que su conducta deriva
de un cúmulo de circunstancias distinto a los clichés que pudieran
corresponderles: el blanco-y-negro. Hubbard ingresó numerosos espacios grises
en Terl y Jonnie como para no poder decir de ellos que son planos.
Aunque, desde el principio, el autor se
decanta por los brutales antropoides velludos psiclos. La relevancia de Terl
eclipsa frecuentemente las andanzas de Jonnie, quien parece, a veces, un artefacto
viviente para recibir palizas. Es héroe carente de carisma. Es un pobre buen
hombre, torturado por grandes inquietudes que acaban metiéndole en líos, pero
al que no seguirías, jamás, en la batalla.
Obligado a ser líder de un movimiento de
resistencia-y-supervivencia, descubre qué tan grande es el incómodo traje, ¡del
cual no puede zafarse!
Cubierta de una edición anterior. Mucho macho para tan poco héroe, como resulta ser JONNIE GOODBOY TYLER |
Campo
de Batalla: la Tierra
(1), no está falta de interés, mas dista (considero) de ser la colosal epopeya
que Hubbard, tendente al gran GRAN autobombo, pretende es. En la extensa nota
de dedicatorias, encabezada por ROBERT A. HEINLEIN, se apreciará que faltan
PHILIP JOSÉ FARMER y PHILIP K. DICK, lo cual induce a sospechar inquina, u
ojeriza, por estos autores, prosistas más logrados que Hubbard.
Con esto no quiero decir que el “mesías”
de la dianética y la Cienciología, con sus “papas” TOM CRUISE y JOHN TRAVOLTA
haciéndole el apostolado, sea tedioso, no sepa expresarse, la torpeza más
pueril dificulte sus párrafos. Estamos ante un eficaz narrador nominal, no
autor que enganche desde el primer párrafo, cosa que hacen, sí, Farmer y Dick.
Conforme: primeros trabajos podrían
contradecirme. Hubbard, con Campo de
batalla: la Tierra, tiene a los lomos una dilatada y reputada carrera
literaria. Conoce todos los trucos, cómo impregnar al lector de suspense para
hacer absorbente su fábula y que decida continuarla como sea. Con dificultad
consigue algo de esto.
Comparar CAMPO DE BATALLA, LA TIERRA, con STAR WARS es bastante desacertado. Porque le falta de casi todo cuanto hizo grandiosa esta epopeya estelar |
A veces he comparado el estilo de Hubbard
con el de LESTER DENT, porque Campo de
batalla: la Tierra, en el fondo, no es más que un extenso pulp bien abrigado por abundantes
elogios. Hubbard es un Dent descafeinado. Es el autor ideal para lectores que
detesten sudores y sobresaltos.
Su épica: de baja intensidad; las
situaciones de acción: poco lucidas. El aparato fantabuloso de aparatos: bastante convencional. Hubbard está por
mostrar a Terl en la ferocidad yuppie
de sus aspiraciones económicas que violan todo límite. Terl parece retrato
alien de esos jóvenes brokers de la
Bolsa representados en filmes como WALL
STREET o la novela AMERICAN PSYCHO.
La diferencia estriba en que el ente codicioso es tan hirsuto como un wookie.
Y, desde luego, le falta la riqueza que PHILIP JOSÉ FARMER supo incluir en su más conocida saga |
La comparación de novelas/saga como EL MUNDO DEL RÍO con Campo de batalla: la Tierra, descarna
qué pretendo constatar. Aclara el misterio. Farmer, desde el principio,
engancha. Tiene ese no sé qué que cautiva e infunde empatía por el
protagonista, aun algunos secundarios. Por Jonnie Goodboy Tyler, no logras más
que sentir lástima. Es eso: no es el hombre que marca la diferencia. Ni MAD MAX
ni JOHN CONNOR. Es una víctima encastrada en un papel excesivo para Goodboy.
Pero, curiosamente, la falta de
espectacularidad mecánica, y más procedente de una civilización extraterrestre
que ha desarrollado una HI/TECH epatante, un teletransportador interplanetario
y demás, da empaque al relato. El conquistador psiclo ha despojado de cuantas
riquezas de su interés halló en la Tierra. Permanece aquí un retén para
cosechar las migajas y mantener la concesión en su poder, de cara a futuras
eventualidades cósmicas.
Esta obra de Hubbard está más cerca (o al revés) de este incalificable producto, que demuestra que también SPIELBERG puede errar... y a lo grande |
Lo importante, el INDEPENDENCE DAY, fue un milenio antes, y gracias al ardid de
gasear desde el espacio al planeta, los pocos humanos supervivientes permanecen
en pequeñas, aisladas y remotas comunas en un estado entre el Paleolítico y las
colonias agrícolas medievales, con mucha suerte. (¡Cómo hincha los huevos el
tal SIR ROBERT!)
Viven donde el ambiente es nocivo para
los psiclos (como ocurre con el asentamiento de Jonnie, cerca de radiaciones,
que también están dañando la prole humana) o lugares tan esquilmados que
carecen de interés para los invasores.
La Humanidad, los supuestos amos de la Creación, para los psiclos
apenas se diferencia de las alimañas campestres en pocos detalles. Es el enésimo
golpe que, desde la ciencia ficción, recibe la presunción de nuestra aparente
superioridad, aquí u otro punto del Cosmos. Sirve para nutrir el relato,
engrosarlo, hacerlo avanzar, pero no es novedoso. ¿Cuántas veces antes no lo
mostraron ya?
Campo de batalla: la Tierra, está más en la línea evasiva de INVASIÓN A LA TIERRA; satisface, lo justo |
El lector descubrirá que no puede hablar
declaradamente mal de Campo de batalla:
la Tierra (1), sin resultar deshonesto, como tampoco puede recomendarla con
efusión. Entretiene: por los pelos. Hubbard tiende a la redundancia
innecesaria, logrando agotar nuestro interés.
El lector, asimismo, en la edición de NEW-ERA, hallará un considerable número
de encomios hacia la obra que, según se lee, menos se justifican, más impostan
la impresión de ser recomendaciones interesadas, mercenarias, afectas al gurú
de una “ideología”, no a la obra en sí. Y no proceden de diarios de renombre.
Han quedado al filo de incluir elogios de entusiastas blogeros. En fin. Veremos
qué tal va su secuela.
Vuestro Scriptor.
También en: http://spnkgirl.blogspot.com.es/