viernes, 2 de mayo de 2014

CAMPO DE BATALLA: LA TIERRA-1 (NOVELA) — SEGUIMOS DE APOQUECLIPSES

Este afiche de hace 14 años es el de la
portada de la edición de 
NEW-ERA,
llamativa por la cantidad de elogios que
vierten sobre la obra
Puede el lector encontrar, en esta extensa obra de L. RONALD HUBBARD, una amena narración de aventuras, sostenida por elementos de acción, conjetura, vagas referencias tecnológicas y el eterno conflicto entre el Bien y el Mal. También, otro “desmentido” sobre que las razas del espacio exterior serán inevitablemente benignas con nosotros, en atención a una hipótesis, bien razonada, por distintos científicos, sobre supuestas evidencias de madurez cultural, que les habrían hecho rechazar la guerra, la invasión y la violencia, mostrando desprendido deseo de compartir su progreso con civilizaciones menos avanzadas, como la nuestra.

Hubbard ha intentado escribir (recuerdo acuñó en su elaborado prólogo, donde intenta canonizar definitivamente qué es ciencia ficción) la mayor obra del género concebida jamás. Evitó además hacerla unidimensional; esto debía tener contenido. No sólo se ha centrado en el conflicto, las máquinas apabullantes, las estrellas como colmenas de hostiles aliens que codician nuestro vapulado planeta. Sobre todo eso, Hubbard ha elevado a los antagonistas protagonistas, el psiclo TERL y JONNIE GOODBOY TYLER, el humano de las post-cavernas.

L. RONALD HUBBARD, personaje polémico
por esa historia de la Cienciología, más que
por sus relatos o su contenido
Se ha esforzado en darles grave relieve, confiando labrar a fondo su campo psicológico, mostrar que su conducta deriva de un cúmulo de circunstancias distinto a los clichés que pudieran corresponderles: el blanco-y-negro. Hubbard ingresó numerosos espacios grises en Terl y Jonnie como para no poder decir de ellos que son planos.

Aunque, desde el principio, el autor se decanta por los brutales antropoides velludos psiclos. La relevancia de Terl eclipsa frecuentemente las andanzas de Jonnie, quien parece, a veces, un artefacto viviente para recibir palizas. Es héroe carente de carisma. Es un pobre buen hombre, torturado por grandes inquietudes que acaban metiéndole en líos, pero al que no seguirías, jamás, en la batalla.

Obligado a ser líder de un movimiento de resistencia-y-supervivencia, descubre qué tan grande es el incómodo traje, ¡del cual no puede zafarse!

Cubierta de una edición anterior.
Mucho macho para tan poco héroe,
como resulta ser JONNIE
GOODBOY TYLER
Campo de Batalla: la Tierra (1), no está falta de interés, mas dista (considero) de ser la colosal epopeya que Hubbard, tendente al gran GRAN autobombo, pretende es. En la extensa nota de dedicatorias, encabezada por ROBERT A. HEINLEIN, se apreciará que faltan PHILIP JOSÉ FARMER y PHILIP K. DICK, lo cual induce a sospechar inquina, u ojeriza, por estos autores, prosistas más logrados que Hubbard.

Con esto no quiero decir que el “mesías” de la dianética y la Cienciología, con sus “papas” TOM CRUISE y JOHN TRAVOLTA haciéndole el apostolado, sea tedioso, no sepa expresarse, la torpeza más pueril dificulte sus párrafos. Estamos ante un eficaz narrador nominal, no autor que enganche desde el primer párrafo, cosa que hacen, sí, Farmer y Dick.

Conforme: primeros trabajos podrían contradecirme. Hubbard, con Campo de batalla: la Tierra, tiene a los lomos una dilatada y reputada carrera literaria. Conoce todos los trucos, cómo impregnar al lector de suspense para hacer absorbente su fábula y que decida continuarla como sea. Con dificultad consigue algo de esto.

Comparar CAMPO DE BATALLA, LA TIERRA, con STAR
WARS es bastante desacertado. Porque le falta de casi todo
cuanto hizo grandiosa esta epopeya estelar
A veces he comparado el estilo de Hubbard con el de LESTER DENT, porque Campo de batalla: la Tierra, en el fondo, no es más que un extenso pulp bien abrigado por abundantes elogios. Hubbard es un Dent descafeinado. Es el autor ideal para lectores que detesten sudores y sobresaltos.

Su épica: de baja intensidad; las situaciones de acción: poco lucidas. El aparato fantabuloso de aparatos: bastante convencional. Hubbard está por mostrar a Terl en la ferocidad yuppie de sus aspiraciones económicas que violan todo límite. Terl parece retrato alien de esos jóvenes brokers de la Bolsa representados en filmes como WALL STREET o la novela AMERICAN PSYCHO. La diferencia estriba en que el ente codicioso es tan hirsuto como un wookie.

Y, desde luego, le falta la riqueza que
PHILIP JOSÉ FARMER supo incluir en
su más conocida saga
La comparación de novelas/saga como EL MUNDO DEL RÍO con Campo de batalla: la Tierra, descarna qué pretendo constatar. Aclara el misterio. Farmer, desde el principio, engancha. Tiene ese no sé qué que cautiva e infunde empatía por el protagonista, aun algunos secundarios. Por Jonnie Goodboy Tyler, no logras más que sentir lástima. Es eso: no es el hombre que marca la diferencia. Ni MAD MAX ni JOHN CONNOR. Es una víctima encastrada en un papel excesivo para Goodboy.

Pero, curiosamente, la falta de espectacularidad mecánica, y más procedente de una civilización extraterrestre que ha desarrollado una HI/TECH epatante, un teletransportador interplanetario y demás, da empaque al relato. El conquistador psiclo ha despojado de cuantas riquezas de su interés halló en la Tierra. Permanece aquí un retén para cosechar las migajas y mantener la concesión en su poder, de cara a futuras eventualidades cósmicas.

Esta obra de Hubbard está más cerca (o al
revés) de este incalificable producto, que
demuestra que también SPIELBERG puede
errar... y a lo grande
Lo importante, el INDEPENDENCE DAY, fue un milenio antes, y gracias al ardid de gasear desde el espacio al planeta, los pocos humanos supervivientes permanecen en pequeñas, aisladas y remotas comunas en un estado entre el Paleolítico y las colonias agrícolas medievales, con mucha suerte. (¡Cómo hincha los huevos el tal SIR ROBERT!)

Viven donde el ambiente es nocivo para los psiclos (como ocurre con el asentamiento de Jonnie, cerca de radiaciones, que también están dañando la prole humana) o lugares tan esquilmados que carecen de interés para los invasores.

La Humanidad, los supuestos amos de la Creación, para los psiclos apenas se diferencia de las alimañas campestres en pocos detalles. Es el enésimo golpe que, desde la ciencia ficción, recibe la presunción de nuestra aparente superioridad, aquí u otro punto del Cosmos. Sirve para nutrir el relato, engrosarlo, hacerlo avanzar, pero no es novedoso. ¿Cuántas veces antes no lo mostraron ya?

Campo de batalla: la Tierra, está más en
la línea evasiva de
INVASIÓN A LA
TIERRA; satisface, lo justo
El lector descubrirá que no puede hablar declaradamente mal de Campo de batalla: la Tierra (1), sin resultar deshonesto, como tampoco puede recomendarla con efusión. Entretiene: por los pelos. Hubbard tiende a la redundancia innecesaria, logrando agotar nuestro interés.

El lector, asimismo, en la edición de NEW-ERA, hallará un considerable número de encomios hacia la obra que, según se lee, menos se justifican, más impostan la impresión de ser recomendaciones interesadas, mercenarias, afectas al gurú de una “ideología”, no a la obra en sí. Y no proceden de diarios de renombre. Han quedado al filo de incluir elogios de entusiastas blogeros. En fin. Veremos qué tal va su secuela.

Vuestro Scriptor.