Un carroza como yo añora los libros de esta colección. Tenían un glamour, la impresión de conocer miles de secretos |
No he visto esa serie de producción
propia que, por otra parte, en su momento me recomendaron. Con leve cautela,
pero con la nota final de “puede llegar a sorprender”. Cuanto sé: los avances
anticipándote la novedad del próximo episodio. Por ellos sé que es algo así
como una agencia especial que evita la creación de ucronías. En cristiano: el
cambio de la Historia según la conocemos, ajustándola, imagino, a los intereses
de la fuerza que aspira al Cambio.
Resulta pasmosa la existencia de una
energía en nuestro mundo que decida que los hechos, alterados, le benefician
sobremanera. Eso quiere decir que, de antemano, conocen (he aquí lo peculiar)
que una correlación diferente de episodios nacionales les es propicia. ¿Cómo?
Brujería cuántica. Alineación alienada de caotrones. Vete a saber.
Lo que destaco del acontecimiento es que,
las personas que andan por ahí ¡aclamando! la serie, lo hacen ignorando que, ni
de lejos, es propuesta original. Fritz Leiber, con su Guerra del Gran Tiempo, ya describía los entresijos de la eterna
batalla entre ARAÑAS y SERPIENTES, impidiendo cada bando que modificara, el
otro, la Historia de forma lesiva para sus propósitos.
FRITZ LEIBER, por si los realizadores de la serie comentada desean conocerle. Era, además, actor |
El país es lo que es y como es, y no me
extraña que este hecho, familiar (bueno, casi[i]) para quienes conocemos
bastante la ciencia ficción, pase inadvertido para la inmensa mayoría de
espectadores. Por partes: es literatura, algo corrosivo en una nación que no
lee; es ciencia ficción: cosa de críos, como los tebeos; tercero: ¡veamos
fútbol!
Pero me resulta maravilloso que una
televisión tan ramplona como la nuestra, y más, la estatal, produzca una serie
de un género tan archimaldito como el citado, esa cosa de críos y zumbaos. Y más, una televisión dominada
por un partido político cuya ideología, al menos en lo que respecta al ocio
cultural, no supera los tendidos taurinos.
Por otra parte, teniendo en cuenta qué
despiadada abducción, secuestro, robo, pirateo, apropiación, como quieran
ustedes llamarlo, ha hecho la Izquierda de la Cultura[ii] (únicamente suya, como
multitud de voceros paniaguados predican en cuanto foro-micrófono le ponen por
delante, o convocan), a una Derecha que cree que, por asistir a misa, ya van al
Cielo, lo que les queda es el mínimo-nimio marco “cultural” de los toros.
¿Cómo una serie basada en evitar ucronías puede quedarse sin gas? ¡Abundan ejemplos sobre cómo seguir en marcha! |
¡Empero ahí tienen ustedes, un serial de
ciencia ficción en una televisión refractaria al género absolutamente, producido
durante un gobierno aún más glacial al respecto! Lo considero lo remarcable en
verdad de la situación, más allá de si están, o no, copiando a Leiber, la
calidad de la serie en sí, que si está, o no, agotada (por Dios, ¿cómo puede?
¡El género sin cesar muestra ejemplos de que la propuesta se regenera sin parar!),
que si merecen vacaciones, etc.
Pero, sí: hastía lo de que la Izquierda
es la única dominatrix del fondo
cultural. Cansan todos los subvencionados, cantautores, cantamañanas,
enarbolando trapos encarnados, voceando: la Cultura es de izquierdas Izquierdas
IZQUIERDAS… ¡cuando no pertenece, ideológicamente, a NADIE! Eres tú quien le
imprime la etiqueta, mediante qué forma empleas la Cultura. Lo chungo es eso,
empero: al ser de Izquierdas, si haces algo que no lo parezca, o pienses
distinto, opines lo contrario, pierdes derecho a crear, publicitarte, difundir
tu trabajo. Te hacen el vacío. Ignoran. Condenan al ostracismo. Menos mal que
vivimos espléndidos tiempos democráticos y todo eso, ¿eh?
[i]
Recientemente, en una tertulia con escritores del género, descubrí desconocían
a Leiber y su obra (!).
[ii] Al respecto, ya pasé lo
mío en TEBEOSFERA (buena escuela, pero muy politizada), donde: A) creen que los
tebeos se cultivan en viveros, no son fruto de una intensa labor; B) la
Izquierda es dueña absoluta de la creación artística, y nadie más merece
poseerla, y menos, de ideologías antagónicas. Triste-triste.