(Engañosa) cubierta de RON GARNEY. Ahí está toda la acción del recopilatorio |
No hace tanto comenté la escasa calidad
de FIRST
WAVE, donde BRIAN AZZARELLO, una de las fatuas “lumbreras” del cómic
moderno, demostraba qué incapaz puede llegar a ser. Estamos ante un caso
parecido, ligeramente por encima de la propuesta de Azzarello, pero que
confirma la inquietante oleada de mediocridad (siendo generosos) que desluce al
tebeo actual.
El presente recopilatorio, donde el
dibujo apenas consigue salvarlo, cuenta cómo un supervillano oriundo de LOS 4 FANTÁSTICOS y el ALTO
EVOLUCIONADOR (tío con tremendas empanadas mentales) pretenden derrocar a los
panteones clásicos. Los ven desfasados. En el siglo XXI otra marca religiosa
debe atender nuestras súplicas. Todo puesto al servicio del deseo megalómano de
conquistar y gobernar propio de estos sujetos. Pero, bien urdido el engaño, consigue
embromar al Alto Evolucionador, patrocinador de la empresa. Lo más divertido: ¡TONY
STARK será el receptáculo del nuevo dios!
Hubo un tiempo en que la propuesta habría
causado expectación; en especial, entre los nostálgicos. Hoy día: casi ni merece
las seiscientas palabras de este comentario. En época de STAN LEE, o ROY
THOMAS, estos números serían antológicos Marvel.
Los guionistas, en tándem con los dibujantes, hubieran forjado una pequeña obra
maestra evocada en el futuro. Y moldeada para que, además, apareciesen una
sucesión de secundarios de ambos personajes, así como gestase la siguiente
tanda de aventuras. Y habría un poco de romance, amenaza, suspense, humor, todo
en veinte páginas que, seguro, alguna se la podría apañar para ser memorable.
AL LORO: plancha de otro cómic, no del reseñado; pero ejemplo de cómo tendría que haber sido. No lo leído |
Los guionistas implicados cuanto más han
compuesto una aventura donde no existe el fondo. Sin secundarios, salvo alguna
figurilla insignificante que debe lubricar el tránsito intestinal de la acción por
planchas de dos viñetas y minimalista en coloquio. Hemos pasado de tener
cartuchos de texto y bocadillos plenos de simpáticas tonterías, o simplismos
dramáticos, a nada. A diálogos que, tildarlos de pueriles, sería glorificarlos.
El dibujo se defiende, pero el escogido
para “dar forma” al texto del guión se las apaña, dentro de su línea realista,
para perfilar grandes masas que copan toda la viñeta; las rotundas figuras
engullen el fondo, como adolecen de dinamismo. Aun correctas, no transmiten “sensación
de vida”. Las antaño codiciadas “secuencias de acción” se reducen a dos o tres
puñetazos dados sin provocar emoción alguna. Un martillazo propinado por un
Thor que parece de cartón piedra, una descarga repulsora de Iron Man, terminan todo
el alboroto. No ves el peligro, la tensión, la amenaza. Los oponentes inquietan
sólo porque lo dice el libreto, su vieja leyenda urbana; los respaldan tantos
años Marvel. Pero aquí, no justifican
su fama.
Una de las pocas viñetas estelares que componen el tomo reseñado |
Se limitan a un poquito de aspavientos, a
proferir viejas fanfarronadas grandilocuentes propias de ellos… y FIN. ¿Dónde
están PEPPER POTTS, o HAPPY HOGAN, o LADY SIF? Los TRES GUERREROS quedan
reducidos al voluminoso VOLSTAGG (se habrá zampado a los otros dos), y, para lo
que sale, mejor se quedaba en casa. Y el apetito de aventuras al viejo estilo:
insatisfecho. Sin líneas paralelas de acción, subtramas, futuras
complicaciones, según estábamos habituados.
¿Qué está pasándole al cómic, al mainstream, en este caso? Porque hablamos
de pesos pesados de la Casa de las Ideas. No de mindundis cualquiera. ¿Los
guionistas han tirado la toalla? Ante una masa de lectores de generalizada pobreza
cultural, ¿no consideran sino que deban presentar un texto pasable, cobrar, dedicándose
a otra cosa?
El escaso aliciente del recopilatorio subyace en el dibujo |
La culpa quizás, entonces, no sea de esos escritores, sino del
relevo generacional. No ve la estafa, porque carece de energía para contrastar
lo habido con lo actual. Lo aceptan, y punto. Inquietudes igual de deleznables
les embargan. Entre divos arrogantes como Azzarello, y mantas como estos dos, conseguirán
matar al cómic.