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Uno de sus tantos afiches. El rayo, que no falte |
Simpática producción de superhéroes
(ahora muy apropiada de visionar, ante la salvaje oleada de estrenos del género
en los cines) pero de corte distinto al que pudiéramos esperar. Cuesta definir
si es una comedia per se o parodia del
mainstream, enfocada desde algunos de
sus perfiles más claramente perceptibles por los espectadores.
No hay que ser un “tebeísta” máximo para reconocerlos.
Los superhéroes suelen ser sujetos de respetable talla y musculatura, apolíneo
semblante, uniforme más o menos pintoresco o bizarro, una sucesión de credos, y
que arriesga su vida por el bien de la comunidad sin esperar más que el
sentimiento de haber realizado una buena obra. El ¡aplauso! de la agradecida multitud
por su heroico desprendimiento es la propina. Luce luego detalles accesorios:
la batcueva, el batcoche, el batmayordomo, la batnovia… el batvillano, en
considerable mortal pléyade.
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El CAPITÁN ASOMBROSO, máximo héroe de Champion City... bajo una concha de escudos de patrocinadores. El dinero ahogando el noble ideal |
Mystery
Men elude, empero, los aspectos
más recónditos, oscuros, fetichistas o retorcidos de estos seres atormentados
al estilo CHRISTOPHER NOLAN, quien, por oscurecer, ha anublado aun a un digno
Hijo del Sol como es SUPERMAN, mutándolo icono propio de la mitología nórdica, un
AESIR wagneriano que rehúye la
comparación, más amable, preconizada por el difunto CHRISTOPHER REEVES. (Bueno,
imagino que la fría Nolanvisión puede
entenderse como un Elseworld, más que
un continuo con las series usuales
del HOMBRE DE ACERO, amén.)
Relata
Mystery Men la historia de unos muy voluntariosos señores, sin
superpoderes, que, en vez de ir a la bolera, se reúnen para combatir superbandas
(todo es super, sin serlo) de villanos (la de los Ojos Rojos, por poner) que comenten fechorías en los lugares menos
esperados o indicados. Ese detalle obliga a preguntarte dónde empieza la
comedia, o si vemos parodia. Los Mistery
Men tienen vida propia; pretenden desarrollarla (lo logran, a modo), pero
la gravedad de décadas de enmascarados invulnerables, u ocultos tras capas que
todo tapan, o escudos-freesbees
estrellados, los atrapa y deben desenvolverse en los tejemanejes habituales del
género.
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Los MYSTERY MEN. Desean emular al elevado héroe. La actuación de WILLIAM H. MACY, habitual secundario de lujo, merece destacarse |
Destaco dos figuras en esta llana evasión:
FRANKENSTEIN CASANOVA (GEOFFREY RUSH) y LA ESFINGE (WES STUDI), que parece
remedar a THE PHANTON, a ratos remontando
EL CAPITÁN ASOMBROSO. BEN STILLER, alias
MR. FURIOSO, tiene su punto; pero no está a la altura de ZOOLANDER.
Incrusta el filme un par de agudas reflexiones sobre el
“ambiente” superheroico. El Capitán Asombroso, hombre-anuncio total,
esponsorizado por numerosas corporaciones, descubre que quedó reducido a eso: a
reclamo comercial andante-parlante, y que vive de rentas menguantes. Necesita
que un supervillano épico, Frankenstein Casanova, aterre Champion City para
revalidarse ante el populux, antes de que su lustrosa fama se apague y se aje su
esplendor.
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El Mal y sus Secuaces: FRANKENSTEIN CASANOVA está de regreso. Tiembla, Champion City |
El superhéroe es grande sólo por lo letal
de su enemigo. La historieta lo demuestra una vez tras otra. De por sí, sin un
LEX LUTHOR, o JOKER, o MODOK, siga usted citando nombres, un superhéroes es únicamente
un individuo excéntrico, algo volado
(como manifiestan los Mystery Men
antes de que La Esfinge más o menos les enderece), que corre por ahí a la
espera de poder ayudar a la Humanidad. Un tío digno de irrisión, con problemas
de autoestima, o algo similar.
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Champion City. Bosquejo entre la Los Ángeles de BLADE RUNNER y la Gotham City de BATMAN (según BURTON) |
Esto descubre Mr. Furioso cuando La
Esfinge empieza a adiestrarles. Advierte que son personas bien intencionadas,
nada más, con disfraces más o menos tontos, listos recibir hostias de tipos sin
entrañas, como Frankenstein Casanova, y ya está. La moraleja así queda
resaltada: un superhéroe depende de su supervillano. Del contraste que aporta. Por
él mismo, de poco vale para la comunidad, listo a tacharlo de enajenado
enseguida.
No está, pues, despojada de profundidad
psicológica, o mensaje, la producción. Nada se pierde viéndola. Hasta puede
ganarse una sustanciosa sobremesa de ocio.