martes, 22 de noviembre de 2016

LA CIUDAD Y LA CIUDAD — RESEÑA PRELIMINAR (SIN SPOILERS)

Cubierta ajustada a la sensación gris
que desprende el libro. Uno que, sin
ser denso, como no mantengas la
lectura diaria, puede defraudar
Estoy empeñado en acabar este libro por el cual voy avanzando, sin dificultad, pero sin el entusiasmo como distintas fuentes lo habían ¡recomendado! Tanto por la narración en sí como el ‘innovador’ estilo del autor. La obra además cosechó excelsos galardones que, de entrada, motivan emprender esta prematura indicación.

La ciudad y la ciudad, para empezar, expande/canibaliza una idea de MICHAEL MOORCOCK presente en el primer ciclo de CÓRUM. Describe una urbe de la Europa del Este postcomunista que intenta amoldarse al rock capitalista occidental. En todo momento, la novela desprende una sensación de edificios grises, barrios grises, altos cielos grises barridos por todos los vientos grises posibles. Crepúsculo nublado.

Esa ciudad se caracteriza por estar entrelazada con otra, de apariencia fantabulosa, islámica, que concita grandes recelos en la comunidad local, pese a su larga comunicación histórica. Eso veía Córum cuando su raza gozaba del poder de traslación a otros planos: ciudades incrustadas en urbes de su plano y a las cuales accedía sin dificultad, hasta que el Caos fue distorsionándolo todo, robándoles tal facultad.

El autor, CHINA MIÉVILLE, del cual me
han contado es para enviarle un ejemplar
de
SOGUETTO y que se "divierta"
con lo del Socialismo Pragmático
Como estamos en la era de las ignorancias y las lecturas mínimas-nimias twitter, esas referencias van desvaneciéndose, como la torre moorcockiana, permitiendo levantar altares a personajes ladinos/astutos que, como revelo, aprovechan la circunstancia de este deseo voluntario de des-leer para parecer inmensos.

Hay méritos en la narración, empero. Los premios que acumula no salen de la nada. O quizás sí. Ahora explico eso. Una de sus virtudes es el fraseo nervioso, mundano, como los partiquinos hablan. Intento de dar naturalidad al romance. Luego, el fuerte dibujo de grupos marginales/antisistema/fascistas germen del tribalpunk de SOGUETTO. Esas fuerzas, según acumulan arsenal, plantean obstáculos al crimen investigado.

Porque, para darle excusa válida al desarrollo de la idea de Moorcock, el autor nos sumerge en una laberíntica indagación que permite, además, exponer la laberíntica burocracia que tiene una ciudad empeñada en “desver” a la otra. Verlas supone cometer sanción que, en el caso más extremo, una entidad sobrenatural (o tanto hasta ahora la narración desprende) castiga. Severamente.

Pues Miéville no cuenta nada que ya no
apareciera en esta trilogía, por cierto
Sucede que la historia, sin embargo, la protagonizan personajes grises que no inspiran afecto alguno por ellos. Indiferencia, lo más. Son seres anodinos metidos en un fregado descomunal y anadean por corrientes de extremistas que no encajan bien el que terminó su mundo comunista, viene el oropel del $, ¡hay que chincharse!, o procuran reciclar conductas totalitarias del ayer al modo americano.

En PRIMERA SANGRE, DAVID MORRELL logra empatices con RAMBO, aun WILL TEASLE. Montones de novelas lo hacen: crear personajes icónicos. Recordados. Pero, aquí, no sucede esto. Eso, según lo veo, resta energía a una narración que, para colmo, elude el canon LESTER DENT. Y sobre el estilo tan ¡alabado!... Nanany.

Todo (acción, explicaciones) se deja a capítulos “después”, lo cual hace anodino el texto. Pero parece ser lo normal del nuevo género de moda: el weird. El fantástico (como preconicé hace años en aquella polémica reseña para LITERATURA PROSPECTIVA) ha muerto. Toca el weird. Y vaya si es weird, la cosa.

Admitiendo que debe haber variedad,
pero por el (átono) tenor de la novela,
¿estas propuestas pueden desaparecer,
por no ser del gusto de jueces elitistas?
¿Seguirán infravaloradas?
Que acumule estos galardones me hace sospechar una preferencia elitista por obras de entrada desabridas. Hace tiempo contienden la CF “de ocio” y las de tramas elegantes, encumbradas, pero aburridas, aunque gozan del apoyo de las eminencias, en este caso, las situadas en jurados de los premios destacados. Buscan ahogar “lo otro” por impuro, comercial, ligero… ¡cuando cuanto busca la Humanidad es evasión!

Terminaré el libro porque, como escritor, me conviene. Ayudará a crecer. Sin embargo, las expectativas que me genera leer LOS SEÑORES DEL CIELO, o unos DOC SAVAGE adquiridos, es mucho mayor. Simples, directos, populares, poco intrincados. ¡Guaaay!