viernes, 13 de enero de 2017

CONVOY — EL DIESELWESTERN

KRISS KRISTOFFERSON deslumbrándonos
con su descamisada musculatura. Camiones y
explosiones de complemento
SAM PECKHINPAH, desde esta canción country de C.W. MCCALL, regresa a sus territorios favoritos, el de los forajidos y desperados, salvo que, esta vez, los malos son los pasmas. Si en GRUPO SALVAJE la línea divisoria estaba mucho más difusa entre unos y otros (los encargados del ferrocarril mostraron tan poca piedad como el Grupo Salvaje durante el tiroteo inicial), aquí enseguida los identificas. Lo consigna la vigorosa actuación del veterano ERNEST BORGNINE, encarnando a un corrupto poli de carreteras que, por un motivo apenas especificado, se la tiene jurada a RUBBER DUCK (o KRISS KRISTOFFERSON).

Convoy es película crepuscular en la carrera, asimismo crepuscular, de este realizador. Sin embargo, buena parte del metraje mantiene su pulso vigoroso, porque las leyendas deben alcanzar la inmortalidad mediante esfuerzo ímprobo y coraje excepcional. Y así lo filma Peckinpah.

Pese a como la denueste la crítica excelsa, Convoy debe aceptarse como sencilla evasión protagonizada por estruendosos camiones Mack cuyas ruedas asustan a las cacatúas, según enfilan hacia Méjico, santuario habitual del forajido y desperado norteamericano. Así de simple. No lo compliques más. Disfruta del espectáculo. Está permitido. No todo debe ser ese cine denuncia estético-wagneriano de desgarradoras actuaciones pretenciosas y aburridas. Convoy inaugura el dieselwestern, con grandes planos-secuencia, y endeble trama sociopolítica que merece, empero, señalarse.

Tejemanejes, corruptelas y tensiones raciales bajo la
nerviosa mirada de ALLY MCGRAW, dispararán el
convoy y el drama
Los tejemanejes corruptos de DIRTY LYLE empujan a Rubber Duck y sus dos camaradas a ponerse al otro lado de la ley. Hay un entramado de corruptelas (el policía exige dinero a cambio de no encerrarles, lo cual demuestra que las fuerzas del orden están para aprovecharse de las prebendas que proporciona su cargo, autorizadas por la Ley, no para ayudarnos) que se aceptan cosa natural, cuando no debe ser así.

Este es parte del mensaje que impregna Convoy. Esa extendida red de corrupción, común, soportada, irresoluble. Se acepta pagar ese peaje para no tener problemas, o agilizar trámites que permitan emprender una industria, de cualquier naturaleza. Una denuncia, investigación, juicio, no tiene la fuerza disuasoria suficiente para erradicar el problema. Y puedes terminar enmarronado para siempre, porque los otros corruptos piensan joderte por haberles reventado el negocio.

RUBBER DUCK acaba convertido en líder popular sin
desearlo. Porque la gente necesita un guía. Parece tener
el carisma necesario. Y sólo quería tomar café...
Así que apoquinas pasta al de la placa (en este caso) esperando que una tarde coja mal una curva y acabe hecho mierda en una cuneta. No hay ilusión de que algo remedie la situación. Más aún: un político oportunista, viendo en año de elecciones que este contubernio existe, y pensando que su apoyo a la “reclamación camionera” (que ni Rubber Duck ni ninguno de los camioneros que componen el convoy realiza; se limitan a escapar de Dirty Lyle), será de ayuda a su reelección, acaba inmiscuyéndose con falsas promesas. El peligro del populismo, que sabe cebarse en las desgracias comunes para incrustarse bien hondo en los estratos más castigados de la Sociedad, imponiéndose.

Eso también aparece en Convoy, la advertencia, más que denuncia. Porque Peckinpah, a estas alturas, está tan cansado del inmovilismo de la Sociedad que no hace clamorosa denuncia. De ninguna clase. ¿Variará algo, más allá de un aspaviento moral cosmético? ¿Qué ha cambiado tanta canción-denuncia, tanto filme-protesta, tanto 15-M, en el fondo? Algunas cosas parecen evolucionar hacia positiva dirección. Pero ¿grandes cambios, PROGRESO REAL (no progresismo)? Ninguno.

CONVOY es el enésimo OK CORRAL con otras armas.
DIRTY LYLE piensa sobrevivir al duelo homérico
 empleando una ametralladora digna de RAMBO
Por eso, no engañan a Rubber Duck los cantos de sirena populistas que el oportunista-embaucador político brama. Nunca olvida que es un transportista metido en un grave lío y el cual pretende eludir fugándose a Méjico. Sucede que nuestra Sociedad, pese a infamarlos (pues la mediocridad envidiosa está muy extendida), anhela héroes, líderes íntegros, y su acto desesperado es confundido con rebelión de la Masa contra el Poder.

Y termina convertido en leyenda, como ALLY McGRAW se encarga de fotografiar. Pero, no. Rubber Duck sólo emprende el vuelo.