KRISS KRISTOFFERSON deslumbrándonos con su descamisada musculatura. Camiones y explosiones de complemento |
SAM PECKHINPAH, desde esta canción country de C.W. MCCALL, regresa a sus territorios
favoritos, el de los forajidos y desperados,
salvo que, esta vez, los malos son los pasmas. Si en GRUPO SALVAJE la línea divisoria estaba mucho más difusa entre unos
y otros (los encargados del ferrocarril mostraron tan poca piedad como el Grupo
Salvaje durante el tiroteo inicial), aquí enseguida los identificas. Lo
consigna la vigorosa actuación del veterano ERNEST BORGNINE, encarnando a un corrupto
poli de carreteras que, por un motivo apenas especificado, se la tiene jurada a
RUBBER DUCK (o KRISS KRISTOFFERSON).
Convoy es película crepuscular en la carrera,
asimismo crepuscular, de este realizador. Sin embargo, buena parte del metraje
mantiene su pulso vigoroso, porque las leyendas deben alcanzar la inmortalidad mediante
esfuerzo ímprobo y coraje excepcional. Y así lo filma Peckinpah.
Pese a como la denueste la crítica
excelsa, Convoy debe aceptarse como
sencilla evasión protagonizada por estruendosos camiones Mack cuyas ruedas
asustan a las cacatúas, según enfilan hacia Méjico, santuario habitual del
forajido y desperado norteamericano. Así
de simple. No lo compliques más. Disfruta del espectáculo. Está permitido. No
todo debe ser ese cine denuncia estético-wagneriano de desgarradoras
actuaciones pretenciosas y aburridas. Convoy
inaugura el dieselwestern, con grandes planos-secuencia, y endeble trama
sociopolítica que merece, empero, señalarse.
Tejemanejes, corruptelas y tensiones raciales bajo la nerviosa mirada de ALLY MCGRAW, dispararán el convoy y el drama |
Los tejemanejes corruptos de DIRTY LYLE
empujan a Rubber Duck y sus dos camaradas a ponerse al otro lado de la ley. Hay
un entramado de corruptelas (el policía exige dinero a cambio de no encerrarles,
lo cual demuestra que las fuerzas del orden están para aprovecharse de las
prebendas que proporciona su cargo, autorizadas por la Ley, no para ayudarnos)
que se aceptan cosa natural, cuando no debe ser así.
Este es parte del mensaje que impregna Convoy. Esa extendida red de corrupción,
común, soportada, irresoluble. Se acepta pagar ese peaje para no tener
problemas, o agilizar trámites que permitan emprender una industria, de
cualquier naturaleza. Una denuncia, investigación, juicio, no tiene la fuerza
disuasoria suficiente para erradicar el problema. Y puedes terminar enmarronado
para siempre, porque los otros corruptos piensan joderte por haberles reventado
el negocio.
RUBBER DUCK acaba convertido en líder popular sin desearlo. Porque la gente necesita un guía. Parece tener el carisma necesario. Y sólo quería tomar café... |
Así que apoquinas pasta al de la placa
(en este caso) esperando que una tarde coja mal una curva y acabe hecho mierda
en una cuneta. No hay ilusión de que algo remedie la situación. Más aún: un
político oportunista, viendo en año de elecciones que este contubernio existe,
y pensando que su apoyo a la “reclamación camionera” (que ni Rubber Duck ni
ninguno de los camioneros que componen el convoy realiza; se limitan a escapar
de Dirty Lyle), será de ayuda a su reelección, acaba inmiscuyéndose con falsas
promesas. El peligro del populismo, que sabe cebarse en las desgracias comunes
para incrustarse bien hondo en los estratos más castigados de la Sociedad,
imponiéndose.
Eso también aparece en Convoy, la advertencia, más que
denuncia. Porque Peckinpah, a estas alturas, está tan cansado del inmovilismo
de la Sociedad que no hace clamorosa denuncia. De ninguna clase. ¿Variará algo,
más allá de un aspaviento moral cosmético? ¿Qué ha cambiado tanta canción-denuncia,
tanto filme-protesta, tanto 15-M, en el fondo? Algunas cosas parecen evolucionar
hacia positiva dirección. Pero ¿grandes cambios, PROGRESO REAL (no
progresismo)? Ninguno.
CONVOY es el enésimo OK CORRAL con otras armas. DIRTY LYLE piensa sobrevivir al duelo homérico empleando una ametralladora digna de RAMBO |
Por eso, no engañan a Rubber Duck los
cantos de sirena populistas que el oportunista-embaucador político brama. Nunca
olvida que es un transportista metido en un grave lío y el cual pretende eludir
fugándose a Méjico. Sucede que nuestra Sociedad, pese a infamarlos (pues la
mediocridad envidiosa está muy extendida), anhela héroes, líderes íntegros, y
su acto desesperado es confundido con rebelión de la Masa contra el Poder.
Y termina convertido en leyenda, como
ALLY McGRAW se encarga de fotografiar. Pero, no. Rubber Duck sólo emprende el
vuelo.