Supongo que, de haber un remake, tendría ahora un adecuado sesgo feminista, para estar en lo políticamente correcto |
Con decidido aire de western, ROBERT ALDRICH filma una epopeya sobre el más recalcitrante
individualismo. Mientras DOC SAVAGE iniciaba sus ficticias aventuras corrigiendo
entuertos en un planeta que asistía al ascenso del III Reich, y LA SOMBRA no
podía, pese a su poder hipnótico, capturar a JOHN DILLINGER, una legión de
seres-sombra, los vagabundos, los modernos homeless,
atravesaba la piel de Norteamérica, en plena Gran Depresión, empleando las
venas de sus rieles para desplazarse.
Sin embargo, un poderoso anticuerpo
procuraba impedirlo: el guarda del tren. En este caso, el vigoroso y corpulento
SHACK, interpretado por un rotundo ERNEST BORGNINE a quien un no menos fornido
LEE MARVIN da réplica en un auténtico duelo de interpretaciones que hacen este
filme todavía más memorable.
KEITH CARRADINE acompaña a la pareja
protagonista. Caracteriza a un oportunista despiadado sin escrúpulos que no
vacila en apoderarse de las hazañas o ideas ajenas para darse un conspicuo lustre
inmerecido. Es perro que ladra muy fuerte, pues se sabe vacuo, cobarde,
manipulador, aunque el vagabundo tenaz que Marvin interpreta le ve talento para
ser el Emperador del Norte, la clase definitiva del trotamundos “ferroviario”.
Nadie monta en su tren de estrangis. El precio a pagar lo empuña decidido. Es más que celo profesional. Obsesión |
Empero la película va del individualismo;
sí, ajá. Porque aunque Shack sea empleado del ferrocarril, gobierna su tren
como reino de su exclusiva propiedad. Es algo superior al exceso de celo. No
duda en matar a quien lo invada sin billete. No lo estima un asesinato, sino
castigo proporcional al allanamiento. Aun siendo asalariado, doblega a la
compañía cuando le disputa su predio. Se muestra otro individualista feroz,
como A Nº 1 (Marvin), quien tiene un concepto propio de la libertad y la categoría
moral del sujeto.
Lo predica a su ambicioso aprendiz, quien sin
parar manifiesta actitud predadora más que de alumno aplicado. Asimila las
lecciones pero de forma mínima-nimia, superficial. Descubre qué truco le
permite avanzar, lo emplea, aunque es incapaz de comprender el funcionamiento
del mecanismo. Sorprendido en la falsía, recurre a su arma predilecta: la
bravuconada. Eriza sus fanfarronadas, promete palizas, retrocede amilanado
cuando A Nº 1 avanza para emplear los puños.
Hasta que este forastero llega a su reino dispuesto a ponerlo patas arriba; demostrarle que es un dios de hojalata |
A éste lo que de verdad importa es ganar la
apuesta que se transforma en una contienda mortal. Mientras que para él es
tanto una cuestión de conservar, aun acrecentar, su ya legendaria reputación
entre los vagabundos (Sociedad marginal con elaborados rituales y leyes que
pretende sacar pecho frente a la Sociedad convencional, capaz de aplastarles en
cualquier momento no obstante), también pretende dar esa lección de humildad
que Shack va mereciendo. Para Shack es cosa de mantener incólume su dominio
sobre rieles. El dinero tampoco le importa. Prefiere imponer su poderoso
individualismo al del retador vagabundo. Obstinaciones confrontadas que terminan
colisionando al final de la cinta, curiosamente, en la plataforma al final del
convoy.
Semeja alegoría de que han abandonado sus
propias normas para disputar insensatos en tierra de nadie, fuera de todos los acuerdos
creados o pactados, suelo que recibe su sangre brotada de golpes con cadenas o
hachas. A Nº 1 arroja al fin a su contrincante del terreno; no lo mata, pues le
basta con saber que ha superado al terror que tiene acobardado al
mundo-vagabundo, y cuando la noticia se extienda, será la ruina de Shack, quien
aun así promete resistir, pidiendo revancha.
Y lo llevan al extremo, más allá de a la "primera sangre" |
A Nº 1 se desprende de Carradine al admitir
cómo es, pese a su deseo de verle virtudes. Sólo
codicia; nada de corazón. Lo exilia también del mundo-vagabundo, donde no
tiene sitio. Espero no piensen hacer un remake
de esta película; porque, como viene “siendo norma”, reemplazarán las buenas actuaciones
por SFX apabullantes, choques de trenes y muertes viscerales innecesarias. Ah,
y alguna vagabunda marimacho. No nos falte.