viernes, 23 de marzo de 2018

THE KILLER — EXACERBACIÓN DE LA VIOLENCIA

Rompiendo moldes y el hielo; acercando a
Occidente un modo desmesurado de entender
la acción desde Oriente. Un acabado más
refinado de esta moda podemos encontrarlo
en
THE LAST MAN STANDING

Me produjo dos efectos esta película la primera vez que la vi. Uno: tanto desbocado tiroteo me puso dolor de cabeza. Dos (un poco más vergonzante): ¡no podía diferenciar al ‘bueno’ del ‘malo’! ¡Ambos me parecían iguales! O sea: chinos.

A riesgo de errar, creo JOHN WOO desembarcó en nuestras viejas costas de Occidente con esta cinta rebosante de acción protagonizada por su actor fetiche, CHOW YUN-FAT, quien al parecer ha tenido desigual suerte en Hollywood. Talento posee el hombre. Estuvo en peligro de quedar encasquillado como infalible pistolero prodigio. Intentó remediarlo diversificándose en la comedia o el drama, hasta el pirateo, pero...

La llegada de Woo y sus filmes de tiroteos inagotables sucede en un “momento crítico” para Occidente; se abren paso QUENTIN TARANTINO y ROBERT RODRIGUEZ en las pantallas de plata. Traen aires, si no nuevos, sí provocadores al espectáculo. Occidente siente renovada fascinación por el manga y el Lejano Oriente; recuerda/recupera las películas de BRUCE LEE y similares. FU-MANCHÚ sigue siendo, empero, cómico estereotipo difuso. En Asia, JACKIE CHAN aparte, tienen cosas interesantes que ofrecernos. Y con su cine pretenden tendernos otro lazo con el cual estrangularnos, ahogando nuestra economía, más que para anudar fértiles relaciones culturales. China se perfila el titán del siglo XXI, la nueva Norteamérica. Trágico va a sernos, en serio.

Esta pobre chica ciega acabará por arruinar la reputación
implacable del sicario protagonista, volviéndolo noble
Mas este cine de Hong Kong, de interminables tiroteos, se enmarca en una modalidad conocida como la del “bandido heroico”. Las mafias asiáticas tienen invertido mucho dinero en el negocio (como la Mafia “de aquí”) y tratan de presentarse ante el público como una amalgama de sujetos que oscilan entre el despiadado canalla vil (que acaba pagándolas todas juntas) hasta el respetable bandido desprendido, de buen corazón, que se ennoblece (y, de paso, “al oficio”) cometiendo sacrificios usualmente reservados al cowboy del sombrero blanco y las nobles/castas actitudes. Esos mafiosos así se ven.

Como una suerte de BUMPY JOHNSON o AL CAPONE durante las Pascuas… risueños y generosos, pagando las cenas de Nochebuena de su bolsillo a los pobres… según traman meterte un picahielos por un ojo después de Navidad.

JOHN WOO, con esta postura que se ha vuelto icónica
en el cine de tiros de Occidente, irrumpe a lo grande en
nuestros paladares visuales con este filme
The Killer, adaptación sui generis de la novela REQUIEM POR LOS QUE VAN A MORIR, ejemplifica esa “cosmética” mafiosa. Veámoslo: un sicario, crack de su profesión, durante un encargo hiere a una inocente y esto lo mortifica. Descubre tiene sus remordimientos, y la mala conciencia le corroe de manera dolorosa, implacable. Su réplica es un policía hastiado de las limitaciones de su profesión, asqueado de ver cómo malean la ley para que los malos eludan su castigo. Empieza a tomarse la justicia por su mano. Colisionan ambos, se alían, combaten al Hombre Malo de Verdad de la trama. Un dramático acto final heroico salva al pistolero, interpretado por Yun-Fat, justificando por tanto la leyenda urbana del mafioso asiático de nobles intenciones.

Y, de paso, nos presenta a CHOW YUN-FAT, quien se llevó
una década pegando tiros casi sin descanso. Hollywood
ha sido una experiencia indiferente para este actor
Como otras tantas cosas que hacen en Asia, The Killer copia GRUPO SALVAJE. Pero mientras que el formidable western crepuscular de SAM PECKINPAH trata la violencia de una forma estética, elegante, aunque sin olvidar su terrible impacto, Woo la desmadra. Impregnándola de sadismo, la exacerba para así superar al clásico estadounidense, estimando que el extremo es la mejor solución al planteamiento que tiene in mente. En Peckinpah, la violencia es la pavorosa consecuencia de actos humanos horribles. Para Woo es una reacción emocional con factura de cómic sin más consecuencias, éticas o morales, que encuentra un público.

Pudo impactarnos al principio, sí, ajá. Pero los años han situado “su” cine circense en su correcto lugar, menguándole esas ‘virtudes’ otorgadas por entusiasmados críticos que hoy andarán ¡aclamando! otro bibelot “cultural” ora por capricho, ora porque conviene. O sea: cine feminista.