Argenteo afiche con sutil evocación a METRÓPOLIS. DARK CITY es más de tensión que de acción; aunque la contiene |
ALEX PROYAS fue uno de esos directores de
nueva hornada de Década 90 que tanto prometía. Lo siguiente que ha hecho (acaso
se salve SEÑALES DEL FUTURO) ha
demostrado que se ha diluido. Nos conmocionó con la adaptación del miniserial
gráfico THE CROW gracias a la
combinación de maquetas urbanas claustrofóbicas empapadas de lluvia casi constante,
una versión americanohongkonesa de dinámicos tiroteos y ese TOP DOLLAR que daba
un contrapunto cínico e iconoclasta al torturado difunto héroe.
Empero, se nos fue. Mientras SAM RAIMI se
ha mantenido en su constante casi siempre, dejando huella nítida de su artesanía
al rodar escenas, Proyas ha ido amalgamándose hasta mezclarse con ese río de
insípidos directores de dramones de sobremesa que obliga a preguntar: ¿Qué ha
pasado, Alex? Entiendo no quisieras pasarte toda la vida en el sombrío set urbano de maquetas y un toque de
SFX. El mismo autor llega a provocarse para saber hasta dónde puede llegar su
talento, variar, mostrarse versátil. Sin embargo, procura no olvidar sus orígenes.
Como Raimi. Tú… te has difuminado.
Una mutación incontrolada e inesperada que tiene poder quasidivino. Pero parte del tiempo vive atormentado al ignorar quién es en realidad |
Dicho esto, profundicemos en una película
que, otrora, permitió soñar con una versión del fantástico contemplada desde proyectos
de urbes
oscuras tipo Gotham City cargadas del encanto de lo añejo, de cuando no había
computadoras diseñando (o, en atención a la reseña, “sintonizando”) el metraje.
Esos modelos trocaban los bits en sólido. Tangible. Nos conciliaban con nuestra
niñez.
Me pregunto por qué Dark City recrea Década 50. Puede que fuese por capricho. O por
hallarlo interesante. Como si de esos años llegase un efluvio de originalidad,
o candor, que permitía hacer más dramática la trama. Por especular, propongo querían
realizar una parábola sobre el mccarthismo, y que los OCULTOS eran esas gubernamentales
fuerzas (FBI sobre todo) que escrutaban a los ciudadanos estadounidenses a la
caza de los ROSENBERG de turno.
Amos de títeres borrados y recreados una vez tras otra para obtener un conocimiento remoto y arcano |
La “impresión” mental que modifica una vez
y otra a los humanos abducidos recluidos en esa versión del Asgard Marvel con mates edificios ramplones era
la misma voluntad del ciudadano por adaptarse a tiempos cargados de prejuicios
y persecución y mostrar la cara leal acorde con lo que el Poder quería de uno.
Que Dark City retrata una
Norteamérica subterránea (siempre nocturna) aguardando al hombre capaz de
romper con todo lo tenebroso y arrojar luz sobre una era que se las ha apañado,
bajo otro disfraz, para sobrevivir hasta nuestro presente.
Pero creo es cuestión meramente estética. Imitar
una época más avanzada (ahora) estaría preñada, si no de neón y vinilo, de CDs,
tiroteos salvajes, descarnada violencia tribalpunk
que suprimiría la tensión con la que Proyas pretendía anegar su película. Y,
bueno, también está que fue cuando realizaron los primeros “avistamientos” de
OVNIS tipo ROGER CORMAN... ejemplificados en los Ocultos…
El gigantesco laboratorio que está a punto de colapsar. Como sus habitantes, no sabe dónde está ubicado |
Los 50 eran un momento de coyuntura, ¿sí? Entre
los Años Nazis y el Movimiento Hippie que cuestionaba todo de forma insolente.
Los Años Nazis generaban sujetos adeptos al Poder sin debatirlo. Eso parece
tampoco convenía demasiado a los Ocultos en su ansiosa búsqueda de su
inmortalidad a través de infinitos ensayos con nuestros recuerdos y nuestro
carácter. Querían algo de brío, desafío. Lo otro, demasiados contestatarios,
excedían sus deseos. ¿Qué queda? Década 50. De transición.
También plantea un leve dilema sobre si
Dios nos tiene en su versión de Dark City y nos contempla inmersos en un gigantesco
estudio sociológico para probar después con una Humanidad .02 más dócil con sus
“oscuros designios”. O vete a saber qué. En todo caso, el espíritu humano
parece llama constante de rebelión capaz de abrir brecha en los más densos
muros hasta encontrar la salida al luminoso vasto océano y el amor verdadero.