viernes, 22 de junio de 2018

LOS BURDELES DE AD-DARA — BELLO Y CONMOVEDOR

Portada de un recopilatorio magnificado
por la excelencia del dibujo

El fallecido ALFONSO AZPIRI lega un volumen lleno de encanto y magia con elementos eróticos de muy buen gusto. Reproduce, a modo, relatos de LAS MIL Y UNA NOCHES y alguna que otra fábula aneja. Empero, la primera aventura parece sugerirnos una de trascendencia extraterrestre. Una reina es destronada, tras brutal batalla, y castigada con la deshonra de ser convertida en prostituta del reputado burdel de Ad-Dara.

En el establecimiento, de notoriedad muy extendida (¿allende los Mundos Exteriores?), la versan en los muchos y estimulantes placeres carnales. Ofrecida a numerosos viajeros atraídos por la fama del lugar, aquellos que la derrotaron consideran que esta sucesión de vejaciones aumenta su victoria sobre la otrora altiva soberana. Con el tiempo, y la ayuda de un abnegado guerrero, cobra venganza sangrienta pero descubre que ahora su palacio y corte es el burdel, al cual regresa desentendiéndose de su antiguo linaje.

Destacan del volumen ésta primera, aquella en que aparece un agotado GENIO DE LA LÁMPARA, quien, por sus muchos años de servicio, recibe de su agonizante ALADINO el regalo de una noche de placeres como jamás el ente habría imaginado, y la que cierra el álbum, que, sin duda, es la mejor, por su trabajo de los personajes profundo, resonante.

El prometedor acabado a lápiz lo resalta
luego el trabajo a acuarela
La última historieta relata el drama de una ladrona que, “salvada” de la mutilación al llegar victoriosas tropas a Ad-Dara para recibir de recompensa los favores de las hetairas por sus éxitos, es codiciada hasta extremo de mórbida obsesión por un elevado, impío y sádico cortesano, que disfruta torturando a la infortunada joven.

Ella tiene un amante, otro ladrón, que por amor acomete los peligros que encierra el palacio donde retienen a su amada, hasta que descubre que la muchacha, para evitar ser dolorosamente maltratada una noche tras otra por su actual dueño, se ha desfigurado. Esto logra exacerbar más la vileza del amo, y concita el desprecio del bizarro amante, que la abandona al cruel sujeto sin el menor escrúpulo o vacilación.

Un repentino aliado, el fornido guardaespaldas del cortesano, intenta aliviar la situación de la joven; mezcla de EL FANTASMA DE LA ÓPERA y QUASIMODO, como ambos acaba mal. Igual que la muchacha, pues sufre noche tras noche tormento hasta que, un día, el silencio hace sospechar que la muerte la arrebató al fin del cruel destino.

La obra derrocha tanto talento como
sensualidad; de buen gusto
Este tomo merece justificados elogios. Pero voy a desviarme un tanto de la propagación de ditirambos para realizar la siguiente digresión, que no va muy desencaminada:

Vivimos una fuerte reacción de reivindicación feminista. Hay elementos que la motivan. Pero a esta reclamación la acompañan unos… excesos… que pueden resultar asimismo perniciosos. El Feminismo rampante que ‘ataca’, de volverse quasitodopoderoso… ¿acabará prohibiendo obras como la que reseño, al estimar que dan ofensiva imagen cosificada e irreal de la mujer? (Recordemos la bella línea délfica como Azpiri las ilustraba.) No es improbable. Hay ya un antecedente. La directora del Museo de Arte de Manchester ha retirado una obra pretextando algo como lo expuesto poco más arriba.

No lo parece; pero este fragmento
está relacionado con la obra
También plantean prohibir la pornografía. Los burdeles de Ad-Dara puede estimarse porno. Soft, pero porno. Y una vez ilegalicen el porno, detrás irá el Arte. Porque un oscuro conciliábulo de fanáticas (eso que en SOGUETTO defino como IMELDITAS), apoyadas por género masculino en su onda de progrerreclamación, podría decidir qué cuadros, novelas, música…, deben ser censurados atendiendo a brumosos criterios ‘morales’.

Confiemos esa sombra de fememccarthismo intolerante sea sólo eso: niebla, y podamos seguir disfrutando de creaciones como este TBO, pues su mutilación, o desaparición, pedida por aquellos/as que tanto TANTO critican tiempo pasados donde imperaba la Censura, perjudicaría la totalidad del Arte. No es cuestión mínima-nimia.