Portada de un recopilatorio magnificado por la excelencia del dibujo |
El fallecido ALFONSO AZPIRI lega un volumen
lleno de encanto y magia con elementos eróticos de muy buen gusto. Reproduce, a
modo, relatos de LAS MIL Y UNA NOCHES
y alguna que otra fábula aneja. Empero, la primera aventura parece sugerirnos
una de trascendencia extraterrestre. Una reina es destronada, tras brutal
batalla, y castigada con la deshonra de ser convertida en prostituta del
reputado burdel de Ad-Dara.
En el establecimiento, de notoriedad muy
extendida (¿allende los Mundos Exteriores?), la versan en los muchos y
estimulantes placeres carnales. Ofrecida a numerosos viajeros atraídos por la
fama del lugar, aquellos que la derrotaron consideran que esta sucesión de
vejaciones aumenta su victoria sobre la otrora altiva soberana. Con el tiempo,
y la ayuda de un abnegado guerrero, cobra venganza sangrienta pero descubre que
ahora su palacio y corte es el burdel, al cual regresa desentendiéndose de su
antiguo linaje.
Destacan del volumen ésta primera, aquella
en que aparece un agotado GENIO DE LA LÁMPARA, quien, por sus muchos años de
servicio, recibe de su agonizante ALADINO el regalo de una noche de placeres como
jamás el ente habría imaginado, y la que cierra el álbum, que, sin duda, es la
mejor, por su trabajo de los personajes profundo, resonante.
El prometedor acabado a lápiz lo resalta luego el trabajo a acuarela |
La última historieta relata el drama de una
ladrona que, “salvada” de la mutilación al llegar victoriosas tropas a Ad-Dara para
recibir de recompensa los favores de las hetairas por sus éxitos, es codiciada
hasta extremo de mórbida obsesión por un elevado, impío y sádico cortesano, que
disfruta torturando a la infortunada joven.
Ella tiene un amante, otro ladrón, que por
amor acomete los peligros que encierra el palacio donde retienen a su amada,
hasta que descubre que la muchacha, para evitar ser dolorosamente maltratada una
noche tras otra por su actual dueño, se ha desfigurado. Esto logra exacerbar
más la vileza del amo, y concita el desprecio del bizarro amante, que la
abandona al cruel sujeto sin el menor escrúpulo o vacilación.
Un repentino aliado, el fornido
guardaespaldas del cortesano, intenta aliviar la situación de la joven; mezcla
de EL FANTASMA DE LA ÓPERA y QUASIMODO, como ambos acaba mal. Igual que la
muchacha, pues sufre noche tras noche tormento hasta que, un día, el silencio
hace sospechar que la muerte la arrebató al fin del cruel destino.
La obra derrocha tanto talento como sensualidad; de buen gusto |
Este tomo merece justificados elogios. Pero
voy a desviarme un tanto de la propagación de ditirambos para realizar la
siguiente digresión, que no va muy desencaminada:
Vivimos una fuerte reacción de
reivindicación feminista. Hay elementos que la motivan. Pero a esta reclamación
la acompañan unos… excesos… que pueden resultar asimismo perniciosos. El
Feminismo rampante que ‘ataca’, de volverse quasitodopoderoso…
¿acabará prohibiendo obras como la que reseño, al estimar que dan ofensiva imagen
cosificada e irreal de la mujer? (Recordemos la bella línea délfica como Azpiri
las ilustraba.) No es improbable. Hay ya un antecedente. La directora del Museo
de Arte de Manchester ha retirado una obra pretextando algo como lo expuesto poco
más arriba.
No lo parece; pero este fragmento está relacionado con la obra |
También plantean prohibir la pornografía. Los burdeles de Ad-Dara puede estimarse
porno. Soft, pero porno. Y una vez ilegalicen
el porno, detrás irá el Arte. Porque un oscuro conciliábulo de fanáticas (eso
que en SOGUETTO defino como IMELDITAS), apoyadas por género masculino en su onda de
progrerreclamación, podría decidir qué cuadros, novelas, música…, deben ser
censurados atendiendo a brumosos criterios ‘morales’.
Confiemos esa sombra de fememccarthismo intolerante sea sólo
eso: niebla, y podamos seguir disfrutando de creaciones como este TBO, pues su
mutilación, o desaparición, pedida por aquellos/as que tanto TANTO critican
tiempo pasados donde imperaba la Censura, perjudicaría la totalidad del Arte.
No es cuestión mínima-nimia.