viernes, 1 de junio de 2018

TED 2 — DECEPCIONANTE

¿Volvieron, de verdad? Porque sólo se
quedaron en el intento. Fíjense en
WAHLBERG, el zonbi

Poco que ver con la primera parte, provocativa e irreverente, donde presentaba el problema familiar de unos personajes arraigados en una zona de confort estupefaciente y cómo se resistían a madurar pues comprendían que estaban, de manera instintiva, al borde de una situación irreversible.

A grandes rasgos, seguimos en esa zona de confort drogadicta (parece ser el único motivo para realizar una secuela, a priori), que incluye a algún secundario. Continuamos en ese canto mórbido a la adicción que prefiere ignorar qué terribles efectos producen las drogas. Porque aunque los realizadores en algún momento afirmen que, no, no, tíos, en serio; sabemos qué dramáticas son y cómo destruyen vidas, no sólo las de los yonquis, sino de quienes les conocen o rodean, y sólo rodamos una peli en la cual exageramos las cosas, pero, te aseguro, comprendemos lo profundo del problema, no. Mienten. Ensalzan el consumo de drogas, transmiten la impresión de que ir fumao por la vida es la vida, y todos los que no sean así son unos fracasados atontaos sin wevos de existencias grises y tolais perdidos que os den, amén, in saecula saeculorum.

Cierto es que incluyen un sutil guiño al efecto dañino de las drogas. Mas, tan suave, que parece un cómico choque de coches accidental con efecto mínimo-nimio. El mensaje sigue siendo: colócate. Pasa de las normas. Son para pringaos lamebotas.

El peluche procaz y su esposa; en serio. Para que digan que
sobre fetichismos está todo escrito. Oh, aquí empiezan la
avalancha de problemas que componen la trama del film
El peluche borde que te partía la caja en la primera parte tiene todavía varias caídas que te inducen alguna risa… suave. Carecen sus ocurrencias de la espontánea fuerza original del metraje del fantástico rompedor que suponía la anterior entrega, no obstante. MARK WAHLBERG semeja un zombi. Por la cara. En la primera, era ese drogata adolescente de más de treinta tacos que arrostraba la difícil decisión de crecer, comprometiéndose con su novia y dando el complicado paso del matrimonio.

La unión fracasó; se divorció; se deprimió. Sigue en esa onda. Pasa por el metraje a empujones. Un poco sugiere el que: tengo un contrato, así que haré lo justo y aprobado para no complicarme la vida con temas legales y cobrar el cheque. Puede decir el tío luego lo que quiera. Empero un atento vistazo a su actuación le desdecirá rotundamente.

Los problemas legales llevan a TED  a contratar a una novata.
Sus migrañas son el pretexto para defender el consumo de
estupefacientes. Oye, debíamos elegir. Ganó el alcohol

Ted 2 va, de verdad, de compromiso social con las minorías. Es una parábola sobre la exclusión/aceptación de aquellas personas que, por una causa u otra, son aparte de la mayoría. Aunque, dicho en plan bestia, o sea, en plan Ted: va de maricones. Y cómo debemos aceptarlos con normalidad en la Sociedad. Los irreverentes autores han querido mostrar un cariz humano/comprometido haciendo esta película que “denuncia” cosas, sospecho que por alguna velada presión (como sufriera KEVIN SMITH con JAY Y BOB EL SILENCIOSO CONTRAATACAN) del poderoso e influyente lobby homoX.

Manifiestan el desarraigo, discriminación, borderías, empleos inferiores, o de categoría menor a la que en verdad correspondería por méritos, por ser distinto a la mayoría. Todo ese baldón que recae sobre colectivos determinados (o sea, el homoX; los demás, hasta el feroz feminista, son pretexto). El cómo hacen la ‘denuncia’ la centran en la lucha de Ted por ser considerado humano. Emocionalmente puede tener todos los aprobados; por biología, ni uno, se ponga como se ponga.

Una especie de ardid DISNEY al final permite a Ted obtener
la humanidad. Bienvenido al colectivo, compadre
Esto abre, no obstante, la polémica sobre si, demostrando aquello que consideramos nos hace humanos, las Inteligencias Artificiales serán incluidas. o no, en el catálogo de la Humanidad. Pero esa polémica será en otra reseña. La verdad es que, Ted 2, va de chistes, contados; observaciones graciosas, con cuentagotas. ¿Lo importante? ¡Os apoyamos, amig@s!, y lo demostramos sacrificando un conspicuo hito del gamberrismo fílmico a vuestro Moloch multicolor. Triste. Temo vivamos otro modo de mccarthysmo.