El historietista MATT GROENING efectúa con esta disparatada familia una nada mínima-nimia contribución a la CultuPop |
Al filo de la treintena de años en antena
(creo han superado en duración a BONANZA),
podemos parar un momento a reflexionar sobre el otrora fenómeno mediático que
tenía embobado al ancho mundo. Poco novedoso pienso pueda aportar con esta
digresión. Autores más sesudos y con mejor prosa habrán analizado del
todo/completamente esta saga que parece destinada a perdurar varias décadas
más.
Fenómeno mediático. En sus albores. Una
retrospectiva nos muestra una animación casi sincopada y de trazo tosco muy
distinto al depurado de los últimos años, como también lo es el vasto elenco de
personajes que aparecen en el programa. Su trama no prometía. Porque, familias
de ficción, dentro/fuera de las viñetas o las sitcom, abundan. ¿Qué hacía, por tanto, diferente a Los Simpson?
Una elaborada y avinagrada visión de la cotidianeidad
(de sus sucesivos cotidianos, esto es) combinada con un elegante humor satírico
que ensambla las increíbles peripecias esperpénticas casi siempre
protagonizadas por el inefable HOMER Simpson, dibujo del burgués
bajo/proletario suburbial con tendencia a la pereza, la cerveza, la comida
basura, a una insensata temeridad todoterreno, esclavo de un trabajo rutinario.
El contraste del progreso gráfico de estos personajes. La verdad es que su versión más primitiva prometía una poca duración en antena |
Homer salta de la cama, prácticamente, para
acomodar en el taburete de su bar habitual sus generosas nalgas de FALSTAFF
(algo de eso tiene, o mucho, más que del HOMERO narrador de épicas de la Edad
del Bronce). Parece desentenderse de su familia; mas se esfuerza, en ocasiones
sobremanera, en su bienestar, su salud, la protección de sus pintorescos
ángeles familiares, actividad que parece imposible de creer cuadre con él.
Esto supongo más de uno lo ha destacado
hasta la saciedad en algún comentario sagaz. No obstante, esperando
diferenciarme, lo que me ha llamado la atención de Los Simpson, aparte de la paródica crítica sobre la economía, la
política (norteamericana), la religión, las relaciones personales, la sexualidad, el habitual músculo
de su producción (algunos episodios empero parecen realizados a empujones, como
con burdas ocurrencias improvisadas), es su fuerte mensaje feminista.
Casi todo lo brillante surge tanto de
MARGE, la sufrida esposa al tope de estrés siempre, o de la sabihonda LISA
(seguida de MAGGIE). Una vez notas cómo ambas se esfuerzan en dar cohesión a su
día-a-día, descubres que el resto de féminas de la serie tienen un papel mucho
más activo, profundo o sinuoso de lo que, a
priori, aparentan.
Los hombres suelen ser caracterizados como
estereotipos (algo de lo que peca la serie cuando se refiere a otras naciones: describe
a la comunidad internacional por los tópicos típicos que gustan, al parecer, al
estadounidense) de vagancia, alcoholismo, incultura, violencia. El epítome del
fracaso masculino es BART. El golfillo que crecerá para ser un fracasado de
nulas ambiciones, engolfado en su inutilidad, mientras Lisa llega a ser
Presidenta de los EE.UU.
El exaltado patriotismo de HOMER sirve para mostrar qué excesos y manipulaciones gente sin escrúpulos puede hacer de los sentimientos nacionales y/o las banderas |
¿Es esto un guiño afectuoso a las sufridas
amas de casa de Norteamérica (o el planeta entero), eclipsadas en su valía por
culpa de una tradición que antepone al varón a la mujer? Varios episodios así
lo sugieren. ¿O se trata de un sutil pero deliberado corrosivo mensaje de
adhesión a la rampante causa feminista? Pienso es lo primero. Porque la representación
de los hombres del Simpsonverso es
eso: un ‘arquetipo’ de la tosquedad, de lo que se espera sea, en el fondo, un
hombre: amante de los deportes, trasegador de cerveza, bruto inculto, una
máquina de producir fondos para pagar incesantes facturas médicas, hipotecas,
letras de coche, la atención a la familia, sin aspiraciones o esperanzas de tenerlas,
de abandonar ese légamo y tender conquistador los brazos hacia el Cosmos.
En todo caso: deleita encontrar esta
calidad en una programación de TV asediada por la mediocridad más visceral,
cuando hay suerte. Confiemos continúe la racha.