viernes, 20 de julio de 2018

LOS SIMPSON — CRÓNICAS DE OTRO PUEBLO

El historietista MATT GROENING
efectúa con esta disparatada familia una
nada mínima-nimia contribución a la
CultuPop

Al filo de la treintena de años en antena (creo han superado en duración a BONANZA), podemos parar un momento a reflexionar sobre el otrora fenómeno mediático que tenía embobado al ancho mundo. Poco novedoso pienso pueda aportar con esta digresión. Autores más sesudos y con mejor prosa habrán analizado del todo/completamente esta saga que parece destinada a perdurar varias décadas más.

Fenómeno mediático. En sus albores. Una retrospectiva nos muestra una animación casi sincopada y de trazo tosco muy distinto al depurado de los últimos años, como también lo es el vasto elenco de personajes que aparecen en el programa. Su trama no prometía. Porque, familias de ficción, dentro/fuera de las viñetas o las sitcom, abundan. ¿Qué hacía, por tanto, diferente a Los Simpson?

Una elaborada y avinagrada visión de la cotidianeidad (de sus sucesivos cotidianos, esto es) combinada con un elegante humor satírico que ensambla las increíbles peripecias esperpénticas casi siempre protagonizadas por el inefable HOMER Simpson, dibujo del burgués bajo/proletario suburbial con tendencia a la pereza, la cerveza, la comida basura, a una insensata temeridad todoterreno, esclavo de un trabajo rutinario.

El contraste del progreso gráfico de estos personajes. La
verdad es que su versión más primitiva prometía una
poca duración en antena
Homer salta de la cama, prácticamente, para acomodar en el taburete de su bar habitual sus generosas nalgas de FALSTAFF (algo de eso tiene, o mucho, más que del HOMERO narrador de épicas de la Edad del Bronce). Parece desentenderse de su familia; mas se esfuerza, en ocasiones sobremanera, en su bienestar, su salud, la protección de sus pintorescos ángeles familiares, actividad que parece imposible de creer cuadre con él.

Esto supongo más de uno lo ha destacado hasta la saciedad en algún comentario sagaz. No obstante, esperando diferenciarme, lo que me ha llamado la atención de Los Simpson, aparte de la paródica crítica sobre la economía, la política (norteamericana), la religión, las relaciones personales, la sexualidad, el habitual músculo de su producción (algunos episodios empero parecen realizados a empujones, como con burdas ocurrencias improvisadas), es su fuerte mensaje feminista.

LISA SIMPSON Presidenta de EE.UU. Su constante
diatriba vegetariana (que se critica sin piedad) feminista
nos da una clave de la ¿intención feminista de la serie,
o hace un retrato fiel de las futuras mujeres?
Casi todo lo brillante surge tanto de MARGE, la sufrida esposa al tope de estrés siempre, o de la sabihonda LISA (seguida de MAGGIE). Una vez notas cómo ambas se esfuerzan en dar cohesión a su día-a-día, descubres que el resto de féminas de la serie tienen un papel mucho más activo, profundo o sinuoso de lo que, a priori, aparentan.

Los hombres suelen ser caracterizados como estereotipos (algo de lo que peca la serie cuando se refiere a otras naciones: describe a la comunidad internacional por los tópicos típicos que gustan, al parecer, al estadounidense) de vagancia, alcoholismo, incultura, violencia. El epítome del fracaso masculino es BART. El golfillo que crecerá para ser un fracasado de nulas ambiciones, engolfado en su inutilidad, mientras Lisa llega a ser Presidenta de los EE.UU.

El exaltado patriotismo de HOMER sirve para mostrar
qué excesos y manipulaciones gente sin escrúpulos
puede hacer de los sentimientos nacionales y/o
las banderas
¿Es esto un guiño afectuoso a las sufridas amas de casa de Norteamérica (o el planeta entero), eclipsadas en su valía por culpa de una tradición que antepone al varón a la mujer? Varios episodios así lo sugieren. ¿O se trata de un sutil pero deliberado corrosivo mensaje de adhesión a la rampante causa feminista? Pienso es lo primero. Porque la representación de los hombres del Simpsonverso es eso: un ‘arquetipo’ de la tosquedad, de lo que se espera sea, en el fondo, un hombre: amante de los deportes, trasegador de cerveza, bruto inculto, una máquina de producir fondos para pagar incesantes facturas médicas, hipotecas, letras de coche, la atención a la familia, sin aspiraciones o esperanzas de tenerlas, de abandonar ese légamo y tender conquistador los brazos hacia el Cosmos.

En todo caso: deleita encontrar esta calidad en una programación de TV asediada por la mediocridad más visceral, cuando hay suerte. Confiemos continúe la racha.