viernes, 5 de abril de 2019

ARMAGEDÓN 2419 DC — PELIGRO AMARILLO Y CELULARES

Portada edición española. Siempre
creí que BUCK ROGERS era más del
espacio que terrano. Empero, no. Lo
dicho: importa lo visionario que es

Los trekkies se ufanan afirmando que en STAR TREK apareció el celular por primera vez. Pues, no: ANTHONY ROGERS, el RIP VAN WINKLE atómico, una vez despierta en 2419, ya emplea uno. Desarrollado por los resistentes de los Estados Unidos que combaten, desde extensos bosques (en plan CURRO JIMÉNEZ, o alegres pillastres de ROBIN  HOOD en Sherwood) y, en apariencia, precarias condiciones, al decadente invasor mongol, omnipotente en las capitales que gobierna, permitiéndose desdeñar a esos rebeldes gracias a su poderosa flota llena de desintegradores y maravillas similares.

Es 1927, tal vez 1928. (Lo digo porque entre el desarrollo del concepto y la idea publicada pudiera mediar este paréntesis, o más. Hasta que PHILIP NOWLAN concibiera a TONY Rogers incluso al final de la Gran Guerra.) Esto hace más sorprendente este recopilatorio de los relatos de Rogers, en formato pulp, pues hacen gran visionario a Nowlan.

Por entonces, nadie decía “la Primera Guerra Mundial”. Era la Gran Guerra, la que debía terminar con todas. Parte del ancho mundo sigue embargado en la Belle Époque, la Gran Depresión ni siquiera se aventura, y aquí este señor, ¿arquitecto de nuestro ahora?, habla de cinturones antigrav, auras de energía, rayos repulsores, armas atómicas. Puede que en el ambiente científico de la época todo eso fuesen proyectos lanzados al etérico esperando encontrar elemento$ que los materializasen. Mas el innovador DOC SAVAGE no estaba tan avanzado, aunque en su arsenal contara con inventos a estimar futuristas. (Contemporicemos, y comprenderemos cuán pasmosos eran.)

PHILIP FRANCIS NOWLAN, en
un retrato un tanto decimonónico.
La de ocurrencias que este hombre
consigna en estas entregas
pulp
Aunque el querer escribir un hard science pulp de Nowlan a veces hacen tediosas estas historias, encaminadas a exaltar el espíritu combativo norteamericano, que frente a un invasor despótico, en este caso, el Peligro Amarillo (su gran némesis), está listo a lanzarlo a patadas al brillante océano por siempre jamás. Hay otros detalles que imputarle a la literatura de Nowlan; cosas quisquillosas, quizás, empero que reclaman atención.

Una: nunca define su escenario como Estados Unidos o Norteamérica, sino América. Engulle Canadá y Méjico. Y Centroamérica, me parece, si no engloba todo el Cono Sur. Ignora fronteras. Despoja a esas naciones de algún carácter propio o protagonismo en la lucha contra el invasor de ojos rasgados. De hecho, hasta su propia descripción de la Segunda Guerra de la Independencia es bastante chapucera. Detalla que los resistentes se agrupan en clanes que confraternizan en distinto grado unidos por la causa común por la libertad. Y que hay, aun así, clanes “afrancesados” con el invasor, siendo constante causa de problemas y bajas entre los rebeldes.

Portada foránea un tanto a lo
BUCKMINSTER FULLER. Parece cosa
de Década 50, estilo
PLEASANTVILLE,
no del caótico ambiente de resistencia en
subterráneos y cuevas de los relatos
Emprenden un progrom contra una de esas comunas… y nunca sucede. Rogers, el forastero cuyas nociones de vet de la Primera Guerra Mundial organizan de puta madre magistral los comandos partisanos (eso lo ODIO. La verdad. Sea en este tío, o JOHN CARTER; ese mesianismo que quizás fuera muy efectivo a principios del pasado siglo, empero hoy semeja un afán de impropio protagonismo) para conducirlos a la Victoria Final que describe de forma apresurada, se enfrasca en una guerra aérea (eso le pone) para acabar cautivo de los mongoles, que, ¡al loro!, especifica en el epílogo (sucesión de ocurrencias súbitas) son alienígenas que, con los siglos y la opulencia de su HITECH, han degenerado en decadentes absolutos. (Como si China no se bastase sola para gobernar la Tierra, si se lo propone.)

También flaquea Nowlan en el diálogo; los evita cuanto puede, así como en destacar a la némesis de Rogers, su FU-MANCHÚ particular. Es fundamental en la ficción tener un adversario de enorme calado y dignidad. LUKE SKYWALKER sería un matao chulesco del espacio sin DARTH VADER (lo demuestra GALÁCTICA). Esa suerte corre Rogers. En todo caso: estas aventuras son notables no por qué cuentan (FLASH GORDON lo hace con más maña), sino por los actuales artilugios que, en su momento, debían ser imposibles destellos de pura fantasía irrealizable. Como el celular. ¿Oído, trekkies?