Tropecientos mil episodios que parecen escritos por un/una mismo/a autor/a. En ese episodio de LOS SIMPSON delatan la verdad, al respecto. No hay tanta habilidad ni capacidad narrativa |
El enésimo capítulo de la famosa familia
amarilla televisiva comienza como siempre: un acontecimiento de apariencia mínima-nimia
conduce, minutos después del inicio del episodio, a lo que ciertamente quiere
contarse. Esta vez: qué grosera adulteración hacen las editoriales sin
escrúpulos (¿o supervivientes?) de los ‘géneros’ literarios y timan a sus
compradores, ergo también: lectores.
LISA, la ecofeminibudistariana etc. (una
marisabidilla sabihonda que hace tanto de conciencia del espectador como de la
más irritante muestra de la progresía
de endeble fortaleza moral), impostada en la serie para burlarse de refinada manera
de esos movimientos tan “modernos” y corrientes de opinión buenistas, en contraposición
a un establishment conservador
militarista-expansionista (o imperialista, según quién) hace el cítrico descubrimiento
que, por milésima vez, estragará sus poderosas convicciones hasta que la más
pragmática sabiduría doméstica de MARGE la ponga de nuevo sobre los rieles.
Hoy,
la listilla advierte que su autora favorita de fantasía es, en realidad, un grupo
de escritores “sombra” (otrora llamados “negros”) que trabajan como esclavos
para poner en su imaginación las imágenes que las escogidas palabras transmiten
a su erudito (aunque infantil) cerebro... susceptible a éste u otros engaños
parecidos.
Desde esta decepción, el episodio satiriza las
modas de dragonadas y magufadas (creo son los términos), emporcadas todavía más
con las vampiradas y licantropadas. Desvela que una editorial concibe una serie
aprovechando una aritmética elemental donde tiene base fundamental la
explotación de los cándidos sentimientos de pertenencia o empatía con el
protagonista de sus jóvenes lectores. No importa la calidad, lo creíble de la
trama. Concierne inventarse algo que tenga un glamour pasajero (y es la
palabra: glamour) y forrar$e. Una
atractiva campaña publicitaria, un argumento intemporal que se refresca a ritmo
de Taylor Swift u otra penca parecida y… he
voilà! ¡Un best-seller! seriado.
Lleva la industria literaria años
timándonos de esa manera. Un lector con lecturas, y más, maduro, o sea,
baqueteado en varios sentidos, puede comprobarlo en una gran superficie que
venda libros. Verificará que las esplendentes camisas de los libros “juveniles”
hieden a basura aun a esa distancia. La temática ha quedado antes expuesta:
dragones, magos púberes, pruebas dignas de un argonauta artúrico… y un amor
adolescente que pone a prueba las convicciones del chaval y estremece su acné.
Libros vacíos, insustanciales, dependen del
voluble capricho despótico dictado en una junta de editores y encargados de marketing durante la reunión donde
proyectan las campañas literarias en base a necedades. Los lectores de una saga
(venga, el farragoso HARRY POTTER —por cierto, ¿por qué no es HARRIET POTTER?
Lo escribe una autora, ¿no?—) acaban admitiendo que la frescura de los dos
primeros libros desapareció a mitad del tercero. Empero la manivela sigue
girando; las novelas, por nefanda que sea ya su calidad, salen de la máquina
como las salchichas de la trituradora. Se venderán.
También los Grandes Nombres se pueden prestar al chanchullo. La pregunta es desde cuándo se usaba un "negro-sombra" en el trabajo que se firmaba como propio |
So pretexto del best-seller, cuan canción del verano, una cocción literaria rápida
que por poco no resulta indigesta, las editoriales
degradan la literatura hasta escandalosos niveles. Marginan a los buenos
escritores, con vocabulario, porque han creado una legión de lectores de
“libros rápidos-basura” cuyo nivel intelectual apenas exige algo. Para colmo,
los que tienen lecturas se han vuelto eunucos tan arrogantes que se permiten
despreciarlo todo, apabullando (o intentándolo) con sus “conocimientos”, que en
verdad, de nada les sirven, porque, fuera del pomposo aquelarre troll de la AEFCFT, ¿quién se pone a
discursear sobre DICK o SAN ISAAC ASIMOV sin parecer un freakie tarado made in THE
BIG BANG THEORY? Nadie. Los listos cambian de tema pronto.
En fin. Otra sutil y agradable crítica
procedente de Los Simpson para
deleite de los cultos. Y una alarma sobre los extremos de la humillación
cultural que está asfixiándonos.