viernes, 29 de marzo de 2019

LOS SIMPSON: EL GOLPE LITERARIO — OTRA CAUTIVADORA DENUNCIA


Tropecientos mil episodios que parecen
escritos por un/una mismo/a autor/a. En
ese episodio de LOS SIMPSON delatan
la verdad, al respecto. No hay tanta
habilidad ni capacidad narrativa
El enésimo capítulo de la famosa familia amarilla televisiva comienza como siempre: un acontecimiento de apariencia mínima-nimia conduce, minutos después del inicio del episodio, a lo que ciertamente quiere contarse. Esta vez: qué grosera adulteración hacen las editoriales sin escrúpulos (¿o supervivientes?) de los ‘géneros’ literarios y timan a sus compradores, ergo también: lectores.

LISA, la ecofeminibudistariana etc. (una marisabidilla sabihonda que hace tanto de conciencia del espectador como de la más irritante muestra de la progresía de endeble fortaleza moral), impostada en la serie para burlarse de refinada manera de esos movimientos tan “modernos” y corrientes de opinión buenistas, en contraposición a un establishment conservador militarista-expansionista (o imperialista, según quién) hace el cítrico descubrimiento que, por milésima vez, estragará sus poderosas convicciones hasta que la más pragmática sabiduría doméstica de MARGE la ponga de nuevo sobre los rieles. 

Hoy, la listilla advierte que su autora favorita de fantasía es, en realidad, un grupo de escritores “sombra” (otrora llamados “negros”) que trabajan como esclavos para poner en su imaginación las imágenes que las escogidas palabras transmiten a su erudito (aunque infantil) cerebro... susceptible a éste u otros engaños parecidos.

Baladí bombazo literario. Filfa que,
empero, pese a estar en la onda de
DE SADE, no irrita a las feministas.
¿Será porque lo escribe una autora?
(Porque a de Sade se la tienen jurada)
Un ejemplo de cómo las editoriales
trilean con nosotros
Desde esta decepción, el episodio satiriza las modas de dragonadas y magufadas (creo son los términos), emporcadas todavía más con las vampiradas y licantropadas. Desvela que una editorial concibe una serie aprovechando una aritmética elemental donde tiene base fundamental la explotación de los cándidos sentimientos de pertenencia o empatía con el protagonista de sus jóvenes lectores. No importa la calidad, lo creíble de la trama. Concierne inventarse algo que tenga un glamour pasajero (y es la palabra: glamour) y forrar$e. Una atractiva campaña publicitaria, un argumento intemporal que se refresca a ritmo de Taylor Swift u otra penca parecida y… he voilà! ¡Un best-seller! seriado.

Lleva la industria literaria años timándonos de esa manera. Un lector con lecturas, y más, maduro, o sea, baqueteado en varios sentidos, puede comprobarlo en una gran superficie que venda libros. Verificará que las esplendentes camisas de los libros “juveniles” hieden a basura aun a esa distancia. La temática ha quedado antes expuesta: dragones, magos púberes, pruebas dignas de un argonauta artúrico… y un amor adolescente que pone a prueba las convicciones del chaval y estremece su acné.

Libros vacíos, insustanciales, dependen del voluble capricho despótico dictado en una junta de editores y encargados de marketing durante la reunión donde proyectan las campañas literarias en base a necedades. Los lectores de una saga (venga, el farragoso HARRY POTTER —por cierto, ¿por qué no es HARRIET POTTER? Lo escribe una autora, ¿no?—) acaban admitiendo que la frescura de los dos primeros libros desapareció a mitad del tercero. Empero la manivela sigue girando; las novelas, por nefanda que sea ya su calidad, salen de la máquina como las salchichas de la trituradora. Se venderán.

También los Grandes Nombres se
pueden prestar al chanchullo. La
pregunta es desde cuándo se usaba
un "negro-sombra" en el trabajo
que se firmaba como propio
So pretexto del best-seller, cuan canción del verano, una cocción literaria rápida que por poco no resulta indigesta, las editoriales degradan la literatura hasta escandalosos niveles. Marginan a los buenos escritores, con vocabulario, porque han creado una legión de lectores de “libros rápidos-basura” cuyo nivel intelectual apenas exige algo. Para colmo, los que tienen lecturas se han vuelto eunucos tan arrogantes que se permiten despreciarlo todo, apabullando (o intentándolo) con sus “conocimientos”, que en verdad, de nada les sirven, porque, fuera del pomposo aquelarre troll de la AEFCFT, ¿quién se pone a discursear sobre DICK o SAN ISAAC ASIMOV sin parecer un freakie tarado made in THE BIG BANG THEORY? Nadie. Los listos cambian de tema pronto.

En fin. Otra sutil y agradable crítica procedente de Los Simpson para deleite de los cultos. Y una alarma sobre los extremos de la humillación cultural que está asfixiándonos.