Sobre el relato final de este voluminoso recopilatorio versa el comentario |
Esta reseña cierra el
comentario del volumen recopilatorio de los relatos dedicados al artefacto
mágico que tiene de protagonista al Duque de Colonia DORIAN HAWKMOON y el
escenario del brutal Imperio Oscuro de Granbretan y sus beligerantes maquinaciones
para apoderarse del ancho mundo. Otra obra que rebosa fantasía, ironía,
tristeza.
MICHAEL MOORCOCK, padre de la
Nueva Fantasía Heroica, tiñe quizás esta obra de mayor pesimismo que otras que
podamos recordar. Aunque los Campeones elegidos para acabar con las atrocidades
expansionistas del Imperio Oscuro (no sé cuánto satiriza sobre su patria el
autor al hacerle tan opulento como salvaje, si describe un Reverso Tenebroso de
la legendaria flema británica, que les hace permanecer impasibles frente a las
condiciones más exaltadas —digno ejemplo de esto: los hoolligans—) consiguen la victoria, de modo no obstante oneroso, la
nota final que cierra la fábula indica un descorazonado sentimiento de que el
Hombre, víctima de los Poderes humanos, o sobrenaturales, que le rodean o
someten, está del todo/completamente desamparado.
Al igual que con PANDORA y la
Esperanza residente en el fondo de la vasija, la Justicia debe suponer el
bálsamo que repare y consuele frente a las arbitrariedades que suframos. Es un
anhelo empero, más que una certeza, lo que constatan los personajes de esta
épica medievo-futurista, trabados en la Lucha Eterna entre la Ley y el Caos, cautivadora
por los fantabulosos escenarios que la imaginación poderosa del escritor
conjura.
Un maduro MICHAEL MOORCOCK que puede enorgullecerse de haber revolucionado el sword-and-sorcerer a extremos brillantes, en algún momento, psicodélicos y delirantes. Pero ha dejado un valioso legado |
No serán quizás tan coloridos
como otros, los que suelen pisar ELRIC o CORUM, mas tratar de describir un
Remoto Futuro, afligido todavía por el Milenio Trágico, tiene su enjundia. Así,
el Imperio Oscuro, pese a su arrogancia y sensación de omnisciente omnipotencia, tiene un conocimiento mínimo-nimio
del planeta que pretende sojuzgar. América es distante paisaje lleno de niebla
donde habita todo lo imaginable (dragones, Amazonas, cíclopes, ciudades de oro…),
y rebasando las nevadas cordilleras de la Europa Oriental, incluso de Arabia,
el Extremo Oriente corre semejante suerte. Son un conjunto difuso de líneas que
se sustentan del recuerdo evasivo de que, más allá
(de la Cúpula del Trueno)
hubo algo que el Milenio
Trágico transformó o engulló, extinguió incluso. No importa; el Imperio Oscuro
avanza ¡firme!, creando la realidad según conquista nuevas tierras.
Cuenta esta entrega que
Hawkmoon el Bravo por fin obtiene la poderosa y extraña reliquia del Bastón
Rúnico, cuya utilidad, aun así, parece escasa. No tiene en apariencia ese poder
capaz de arrasar con un solo destello las fuerzas del brutal BARÓN MELIADUS,
que empuercan con matanzas sin cuento el mapa de Europa (fragmentada, de nuevo
feudal, a duras penas tratando de recordar o alcanzar el Renacimiento).
Cualquier portada de cualquier nueva edición anglo de la novela reseñada |
Todo debe quedar en las espadas
de los héroes (y heroína) que cruzan el Puente de Plata que salva el Canal de
la Mancha para poner fin a las intenciones de un Imperio Oscuro que,
enloquecido por la soberbia de Meliadus, empieza a cuartearse. Meliadus quiere
el poder. Su golpe de estado le consigue cuanto ambiciona… pero por muy poco
tiempo.
Esta saga hace pensar, aparte
de ese sentimiento de soledad y desamparo agnóstico que constata Moorcock del
ser humano frente a la(s) Divinidad(es), en que la Historia es cíclica; una era
de abundancia y poder tecnológico envalentona al Hombre hasta el estado de la
temeraria autoextinción. El precio del reinicio de todo es revivir las más
oscuras épocas de nuestra Historia. También está lo de que la decadencia es
hermana de la obra humana. Mina el poder aparente del Imperio Oscuro su falta
de moral, de justicia, y así acaba cayendo: víctima del más despiadado de todos
sus dux bellorum.