Afiche alegórico; el alma libre huye del encasillamiento burocrático. Distopía con aire británico que contiene elementos políticos que merecen comentarse |
TERRY GILLIAM abandona el humor MONTY
PHYTON estilo LA VIDA DE BRIAN para filmar
esta parábola sobre nuestra insignificancia con momentos de perverso humor
negro que sucede en un Estado orwelliano-kafkiano (no falte el adjetivo)
protagonizada por un funcionario gris Grey que desdeña los ascensos al hallarse
cómodo en su oficina, donde todos se escaquean para ver películas en las
pantallas de sus computadoras apenas su inepto, nervioso y acomplejado
supervisor deja de mirarles.
Acaso está contento en su puesto por ser la
lumbrera del despacho, hombre útil/de confianza al que el socavado jefe acude
cuando el más mínimo-nimio obstáculo le amarga el rutinario día. Está
estructurado. Cuadriculado del todo/completamente. Lo estresa cualquier cosa
que subvierta la norma preestablecida.
A nuestro galán no parece tampoco perjudicarle
su estatus de hombre útil/de confianza entre los compañeros; aun le granjea estima.
Empero este hombre irá deslizándose por una delirante pendiente de formularios,
maliciosos obreros y técnicos de reparaciones de equipos pirata en la búsqueda
del amor de su vida, una camionera que se rebela ante un Estado de
brodignaniana administración compuesta por conserjes, formularios, sellos y
firmas diseñada para desalentar al ciudadano cuando decide reclamar.
Nuestro funcionario metido a héroe; su ruina comienza en el momento en que le remuerde la conciencia e intenta hacer algo justo. Peligroso, en su entorno |
Este héroe: sueña. Es un ÍCARO argentino
armado con una suerte de Excalibur que
debe liberar a su cautiva GINEBRA (de feos monstruos gibados harapientos de
aire asiático) y combate a un titán samurai que representa al Estado al que sirve
y sostiene.
Ginebra y la chica del camión son idénticas. Por tanto, fundiéndose ficción y realidad, este hombre no puede sino abocarse a culminar sus sueños.
Gilliam emplea estos elementos para
criticar las modas sociales de la elite, obsesionada con la belleza y juventud eternas,
las triquiñuelas estatales para ahogar en aburrimiento al ciudadano común cuando pretende reclamar,
la velocidad como la represión puede llegar de manos de agentes obtusos que, para
enmascarar sus letales errores, se parapetan tras el papeleo interminable o un
error ortográfico. La moraleja, tal como acaba Brazil, es deprimente. Esto no tiene arreglo. Ruega al Dios de tu
elección porque jamás te pase algo parecido.
Su acritud quijotesca acaso la inspire su recurrente onirismo, en que se ve un galante plateado caballero volante |
Brazil goza de cierta reputación, y en parte
Gilliam la recicló en 12 MONOS, donde
ves indicios de algunos de sus elementos. Desarrolla su acción en un entorno de
postguerra (Década 40, 50 quizás) como sugiriéndonos que esto viene de lejos,
pero que sólo ahora se atreven a denunciarlo, aunque al coloso al que se señala
le importa una higa lo hagan porque no va a cambiar, al menos de forma
profunda, real, para solucionar lo despiadado que hay en sí.
El Estado stalinista (ese que nunca
queremos denunciar por ser socialista,
y aquí somos más socialistas que la
madre que parió al socialismo, pues
el socialismo jamás comete errores, o
atropellos, o construye Gulags) tiene su émulo, helo aquí, en los Estados
democráticos, que lo enmascaran de rituales, apariencias de libertades y
derechos. Un dato lo apunta: esta Gran Bretaña que sueña con playas tropicales
vive desde hace años amenazada por una plaga terrorista. Esto permite al Estado
intervenir cuando desee en la privacidad del ciudadano, encerrarlo en sus
mazmorras y, encima, exigirle el pago de los interrogatorios (o torturas) a los
que los somete.
Y ésta es su GINEBRA, una obrera del volante que también decide enfrentarse al monolito inconmovible del Estado buscando una aclaración |
La democracia ha encontrado una fórmula
infalible para sojuzgarnos: la Guerra contra el Terror. ¿Les suena?
Norteamérica vive bajo la Ley Patriótica
(que anula derechos) que se honra de eliminar también
libros de las bibliotecas. El FBI puede interferir cuando le parezca en tu
existencia, so pretexto del antiterrorismo. Y es la Tierra de la Libertad…
Brazil demuestra que no somos nada/nadie ante
el Gobierno. Sólo permite soñar con ser gladiadores oníricos, y ganar la
batalla, al menos ahí, hoy todavía. Mañana…