viernes, 21 de febrero de 2020

TIK-TOK — REBELDE ROBOT REVELA

Edición española; cubierta. No creo, en
el fondo, fuese la mejor... como creo
exagerado el galardón británico que posee

La abundante literatura sobre robots se alimenta con este (ya añejo) título premiado con un importante galardón foráneo. No puedo empero dejar de comparar el libro de JOHN SLADEK con EL ALMA DEL ROBOT de BARRINGTON J. BAYLEY. Hasta sospecho que Sladek se basó bastante en el más desconocido texto New Age, donde JASPERODUS, un prodigio artesanal en varios sentidos, en un Remoto Futuro distópico de la Tierra emprende un largo viaje (físico, moral; el del Héroe) para terminar descubriendo que la respuesta al enigma que le ha mortificado largos años estaba en el umbral del hogar que abandonó.

Jasperodus es un robot vehemente, ambicioso; pronto se proclama monarca de un reino diminuto. El hambre de poder y notoriedad le espolean, mas son aguijones que intentan distraerle de su principal cuita: ¿quién soy, por qué siento, por qué puedo discernir el vacío anímico del resto de robots?

Para alcanzar sus metas Jasperodus no ahorra violencia. Tik-Tok ‘le imita’. Es cierto que, mientras que el gigante broncíneo desde el primer momento toma lo que quiere a hostias, Tik-Tok (uno de sus muchos y caprichosos nombres dados por sus dueños, no menos extravagantes) debe llegar a la agresión y el asesinato en masa tras un elaborado proceso de aventura, análisis, hastío, corrupción.

JOHN SLADEK, que vivió en España. Y se
nota por algunas referencias que incluye en
la obra; así como, sospecho, disfrutó con
su estancia
Aunque el tono general de la novela es socarrón, su humor negro no es tampoco del que provoca alguna risotada espontánea. Cuesta sonreírse. Sladek estampa un par de frases lapidarias (parafraseada la mejor: no votamos al mejor, sino al que sospechamos menos daño hará; y lo hacemos por asco, no por política o convencimiento) que obligan a reflexionar. Merced los disparatados lances del descarado robot artista (apenas empieza a matar se echa a la desvergüenza y los peores instintos), el escritor efectúa varios análisis sobre la Sociedad, la Humanidad, sus motivaciones, sus perfidias.

No acaba del todo/completamente de zambullirse Sladek en el cyberpunk, en imaginar un futuro catastrófico hypercomputarizado de gente con los sesos cableados o cosas así, aunque habla de Marte, una especie de guerra interplanetaria, avances en la ciencia que tienden a ser tópicos del género, pues, como FRITZ LEIBER, Sladek no cree tanto en el género, la especulación, la adivinación que pueda hacer desde la premisa que ofrece. Es un recurso más. Escenario. No lo importante.

Pretende riamos con las desventuras de su máquina maleante. Acaso un subtítulo de Tik-Tok sería Tik-Tok o las desventuras del fin de la inocencia. Como ocurre a los humanos, empezamos con maravillada ingenuidad y confianza el tráfago por la vida para acabar no queriendo conocer a nadie, recelando de todos, ODIÁNDOLOS, detestando levantarse de la cama. Decepciones. Golpes. Traiciones. Igual sufre Tik-Tok.

Esta portada foránea sí se acerca
más al grado de peligro y ruindad
que TIK-TOK, envilecido por el
desgaste humano, desarrolla
El robot (Sladek le usa para satirizar los presuntuosos textos de SAN ISAAC ASIMOV, mofándose de sus Tres Leyes de la Robótica, que cree inútiles) empieza su andadura como esclavo de unos estrafalarios caciques sureños que pretenden recrear la vida del Dixieland del algodón, el algodón. Cada menda de la familia es peor o más catastrófico que el previo. Estos primeros palos van sin embargo programándole para su activa vida delictiva, cebada por sucesivas experiencias tan negativas como estrambóticas, y arranca cuando las exigencias de limpieza de sus últimos amos se vuelven una obsesión. Cuando una niña rompe sus rígidas normas de aseo, él la mata.

Rumbo a la Vicepresidencia estadounidense le coloca este asesinato. Tik-Tok puede, por último, verse como una rebelión a las estrictas normas sobre relatos de robots acuñadas por San Isaac Asimov. Éstos debían ser leales tocapelotas pacíficos. Por tanto, presentar en 1983 una novela que desafiara el canon (cosa que ya hiciera Bayley una década antes, al menos, o aun STANISLAW LEM) era una provocación y un escándalo. Hoy día, una curiosidad que reseñar, sin embargo.