Una cubierta. Novela que no podría publicarse jamás en España. Primero. por la cobardía de los Editores, nada propensos a lo innovador; segundo: por un anquilosado lector nacional adocenado y sectarizado |
ALFRED BESTER publica lo que colijo es el
primer (o de los primeros) relato cyberpunk,
previo a los de pioneros del subgénero que lo popularizaron, como WILLIAM
GIBSON, WALTER JON WILLIAMS u otros. Mientras que Gibson & Cía. barrenan en
profundidad en historias de gente con cables en los sesos en abrasivas ciudades
japonizadas, con la religión reducida a bibelot para unos cuantos fanáticos, y
el común del mundo (viviendo en la miseria, o casi, o entre hostiles elementos tribakpunk) se distrae con invasivos anuncios
o juegos
de Corporaciones Omnipoderosas, Bester sigue resaltando al elemento humano sobre
las computadoras “de última generación” (las que describe funcionan/almacenan
datos en casettes). La humana es la historia que debe contarse.
Y lo hace con audaz estilo extravagante,
lleno de abreviaturas y en el suficiente espanglés como para pensar: ésta será
la lengua del futuro más/menos inmediato. Otros autores (Williams) lo
preconizan (HARDWIRED). Los
neologismos rebosan las páginas. Atrapan el interés del lector desinhibido, que
ve un valor en esta osadía literaria. Da envidia que estilo tan personal se
considere tesoro, no merma. Y lo aliña de humor (o lo desenfadado, mejor), como el cínico narrador “mexiforniano” de
la obra a menudo constata.
Computer
Connection conjuga “lo
antiguo” con lo “más moderno”, o lo que creyó Bester lo era entonces. El cronista,
EDWARD CURZON es, encima, inmortal. Empero no uno cargoso/pedante, como los de LA
NAVE DE UN MILLÓN DE AÑOS. El tipo avanza con los tiempos. Se esboza
tolerante, epicúreo, mimético. Forma parte de EL GRUPO, asociación compuesta
por inmortales. Su trabajo consiste en asesinar (sí, ajá) a quien considera
apropiado para gozar de la inmortalidad (obviando sus secuelas —que el autor
elude relatar—.) Tiene una pista que le permite sospechar quién es o no apto: la
epilepsia. Un epiléptico (como él) es candidato para sufrir su ordalía.
ALFRED BESTER. Desafiando la moda de no fumar de hoy día. Al parecer, autor con gusto por la experimentación (literaria) y los barrocos neologismos |
Si sobrevive (y la pruebamuerte a la que les somete debe ser un shock tremendo, bárbaro, aun sádico), se une al Grupo. Si no…
Bueno, Curzon empieza el relato huyendo de la policía, tras el enésimo fracaso.
Así es nuestro héroe, viajero espaciotemporal ocasional.
El Grupo lo componen ‘celebridades’ apellidadas
NEMO, BORGIA, WELLS, EDISON… En sus respectivas áreas de trabajo son ilustres,
o casi. Curzon, comerciante inglés del siglo XIX, víctima del Krakatoa, ha
encontrado un aspirante: un genio cherokee que, en efecto, es epiléptico… y, tras
ser inmortal, hardware biológico de
una primitiva IA, la EXTROCOMPUTADORA, que acaba revolviéndose no sólo contra
el Grupo, sino también la Humanidad. Su contrapartida rusa se une a la matanza
sin problemas.
El escenario es un violento futuro mestizo,
ávido de energía; vuela al espacio, y vive bajo la férula de poderosos Combinados.
Sustituyen, en parte, a los Gobiernos, en bancarrota, como las naciones, cuyo
papel es muy vago, aunque no como para abolir sus fronteras del
todo/completamente. Los cyberconectados ciudadanos son adictos a obscenos cyberculebrones.
Aunque sobre todo esto Bester no ahonda mucho, al contrario de sus
“seguidores/imitadores”, quienes han demostrado más habilidad y penetración.
Esta portada tiene relación con uno de los personajes de la obra |
No sé si JAMES CAMERON leyó este libro (lo
comento por lo del cuento de BRADBURY). Porque la idea de una IA (que precisa al
nuevo inmortal para expandirse o acceder a nociones ignotas a sus datos
grabados) que decide exterminarnos mediante accidentes laborales o de tráfico (por
alguna razón, no adquiere códigos de lanzamiento de armas de destrucción
masiva; Bester prefiere hablar más/mejor de los electrofroditas, raza que nos sustituirá, según dispone la EXTRO),
sale, en principio, de aquí. ¿Podría ser así?
Como toda ciencia ficción ‘clásica’ que
tratara temas anejos, divierte ver cómo de corta se ha quedado al contraste con
nuestra actualidad. Son ingenuas reliquias que, a la sazón, se consideraban
pujantes fantasías de un futuro apenas lejano y ¿espléndido? ¿Cyberespacial?
¿Cyberrobotizado? Ahora son… singulares curiosidades.