viernes, 20 de marzo de 2020

MARSHAL LAW – THE HATEFUL DEAD — PODRIDOS ZOMBIES

Tóxica cubierta de un tóxico fenómeno. No
sólo la basura zombie se critica; también se
satirizan otros estereotipos sociales

Esta novela gráfica acentuó mi asco por los zombies. Toda persona sensata, por amante del fantástico que sea (sabe que, cerrado el libro, el TBO, vista la película, acabado el videojuego, vuelve a la rutina normal cotidiana), debe sentir natural repelencia por los zombies. Pueden ser una opción (una, no LA opción) que sazone un panorama sobrecargado por ejemplo de nósferos, licantros o demás abstracciones de pronto vueltas guapetones crepusculares para arrancar a las adolescentes, o no tanto, la pasta de la paga y permitirles tener softs sueños eróticos con iconos con los cuales sienten se identifican.

El éxito del fenómeno zombie, que creo empieza a ceder, ¡menos mal!, demuestra lo desnortada y confusa que está nuestra Sociedad. Porque de una excepción más/menos tolerable y que resultase más/menos ingeniosa, pasó a ser una avalancha de basura que hedía a años luz a carne corrompida de argumentos todavía más pútridos.

Y para sostener este absurdo, hacían cábalas multiuso para que pareciese “razonable” lo irracional. Cojones: son MUERTOS. Ambulantes cosas podridas. Su putrefacción proseguirá. Acabarán cayéndose por falta del mínimo-nimio sustento muscular, antes que óseo. Podría suceder incluso que insectos, o aun perros salvajes, los devorasen a medio camino de adonde quisieran dirigirse.

Es la guerra del futuro en los medios más
rurales. ¿Podrían aun así ser derrotados?
Bolsas de órganos corrompidos cubiertos de vermes y moscas que, de pronto, ¡crack!, se caían porque los músculos de las piernas, resecos, roídos, no podían ya aguantarlos. ¿Que se arrastran? El asfalto, la tierra, las piedras, rasparían lo que los parásitos (hasta lo que los pájaros carroñeros sobrevolándoles les hicieran) extenderían el daño por sus cuerpos.

No. Los zombies “actuales” no construyen armas nucleares porque supondría una desleal desventaja para con los bizarros supervivientes (que no experimentan trauma, repulsión o náuseas al verse inmersos en tan pestilente entorno) que deben demostrar coraje y resistencia en un planeta enloquecido y absurdo, presunta alegoría de algún trastorno de nuestra Sociedad, o aun la Historia, como el autor de la idea quisiera justificarla.

PAT MILLS, de nuevo aliado con KEVIN O´NEILL, urden una historia que satiriza hechos políticos o modas sociales (con gran anticipo, ésta sobre los zombies) mediante los cruzados de las capas o los estrafalarios trajes de rata voladora. El légamo es rico en “anécdotas” que saben explotar. No siempre puede ser wunderbar! la ironía, aunque consigue llamar nuestra atención con dignidad.

De vuelta al hogar las alternativas para
los vets no es muy prometedora. Para otros
la guerra nunca acaba
Cuando Marshal Law aparece, Norteamérica seguía inmiscuyéndose en “el patio trasero” (Centro y Sudamérica) apoyando despreciables dictadores de Derechas o, si le convenía, de Izquierdas que justificara una intervención militar que pusiera en el poder a uno anejo a sus intereses, un NORIEGA, un PINOCHET, gente así. El “futuro” (el 2019 anteayer concluso) aporta una nueva clase de guerrero: el superhéroe. Una operación transforma a un enclenque en una masa de músculos con superpoderes capaz de arrasar al momento todo un batallón de revolucionarios barbudos de la jungla.

Mas… acaba la guerra. La pacificación (tema que ni Mills ni O´Neill penetran) en el Cono Sur manda a los exóticos (extraviados, peligrosos, neuróticos) soldados a casa. Convierten la San Futuro de tras el Grande en una especie de superburdel donde los superhéroes explotan del modo más abyecto sus poderosos talentos. Estados Unidos ya no tiene más guerras donde emplearles. Deben vivir de algo. El crimen, es otra opción.

¿Quién dijo que tus actos no tienen
consecuencias? ¿Puede quel as peores...?
Que obliga a Marshal Law a ejecutarles. Muertos, víctimas de un vertido químico-tóxico, que combinado con sus facultades, les resucita zombies, vuelven su principal objetivo al causante de su deceso. Marshal debe resistir un terrible asedio antes de tomar la drástica decisión que demuestra qué poco convencional es este antihéroe, un ejemplo de cómo se pueden escribir historias para adultos empleando recursos casi pueriles.