Afiche. Sabe, ¡oh, príncipe!, que este filme es más JUDGE DREDD que el Judge Dredd que STALLONE protagonizaría después |
En el siglo XX, teníamos a los llamados
“reyes del cine de acción”. Los principales eran ARNOLD SCHWARZENEGGER, SYLVESTER
STALLONE, MEL GIBSON, BRUCE
WILLIS. Luego aparecieron
otros, como JEAN CLAUDE VAN DAMME o STEVEN SEAGAL. “Recogían” el testigo de los
tipos duros de Década Sesenta o Setenta, como CHARLES BRONSON o SEAN CONNERY.
Era época espléndida. Un poco descerebrada, acaso, testosteronizada A TOPE. Proferían ripios tan chulos como absurdos,
y vivían situaciones límite donde la adrenalina corría sin freno. Eran ese tipo
de hombre, viril, confiado, responsable, fuerte, hoy denigrado, al que
envidiabas y a quien las leyes le importaban una higa. Sólo contaba que hacían
lo debido (a lo JOHN WAYNE) porque: A), procedía; B) estaba bien. Como JACK
REACHER hace también. Así eran esos tíos.
O arquetipos, pues tenían existencias de
cartón piedra sometidas a la gravedad de los clichés de ese extravagante “cine
de acción” iniciado, pienso, con ARMA
LETAL. No importaba si no eran sensibles, no dialogaban, desdeñaban la
diversidad o la diferencia, u otras tontadas con las que los actuales apalancados
y subvencionados nos sofocan, según ‘fabrican’ una ingeniería social de la
conducta con extremos perniciosos.
Esos tíos son historia. Aun RIDDICK, el
último cabronazo (lo digo con afecto), se perdió en las distancias cósmicas
cuan SILVER SURFER atribulado por sus cuitas existenciales shakesperianas. Los reemplaza
una fuerza femenina/nista que les imita, no se comportan con genuino carácter.
Es el tenebroso sigul de estos tiempos. ¡Abajo la testosterona! ¡Arriba los
estrógenos! Salvar el ancho mundo es ahora cosa de chicas. Está feísimamente
visto que uno de los (caducos) machos del cine de acción haga lo que mejor
sabe: salvar el día (¿Ejemplo? FURY ROAD).
Todo es una suerte de… ¿colaboración asexuada? (Donde predomine, eso sí, el
sexo femenino.)
Demolition
Man surfea la cresta ya
decreciente del cine de acción de Década 80. El aún pletórico Stallone,
combinando papeles que le sacasen del rol del sufrido superviviente RAMBO,
efectúa una competente adaptación de JUDGE
DREDD y MARSHAL
LAW con suficiente
comedia como para irnos deslizando mensajes sobre el mundo de la ingeniería
social buenista que “persigue” (falso; es adoctrinamiento político
“progresista) el RAYMOND COCTEAU de turno imponernos. (Algún lumbreras de la Complutense, fijo.)
Tenebrosos uniformes para intimidar a una población (de superficie) que anda como zombie por el mundo. Por cierto, sabemos cómo están en San Ángeles (el estéril San Futuro de MARSHAL LAW), pero ¿y en el resto del globo? |
Desde el título del tema de STING,
construyen una trepidante distopía sobre qué hacer con los reclusos
hyperviolentos, si no quieres ejecutarlos, cómo degenerará la Sociedad al
actual ritmo de violencia psicópata (¿incrementada acaso por poder colgar en
internet las violaciones en grupo, que podrían dar paso a los asesinatos? Esta hedonista
publicidad a escala global, ¿es estímulo añadido a nuestra natural capacidad
destructora?) y cómo una anarquía de proporciones bíblicas fuerza a diseñar una
estéril Sociedad pseudoinerte, de emociones reprimidas, donde todo se considera
perjudicial, tóxico, peligroso para la sagrada vida humana, empero bajo cuya
piel tratada con jabones eugenésicos neutros late la misma furia que anima hoy
nuestros actos.
Segundos fuera. Rabiosos machos alfa, que sin embargo saben qué deben hacer porque el instinto les dice que es el modo de hacerlo milenario, listos a partirse la cara... y el futuro entero |
La ambición, la codicia, el ansia de poder,
usar la fuerza como medio de obtener un fin plagado de sombras hostiles.
Cocteau confía trasladar su progresía buenista al resto del ancho mundo (del
cual no sabemos nada, lo clásico de Norteamérica) mas para lograrlo, recurre
sin escrúpulos, él, Padre de Todos los Escrúpulos, a la brutalidad sin tasa de
SIMON PHOENIX. Éste creará un escenario tal de caos que Cocteau, sin embargo,
es tan ingenuo de pensar que podrá controlar como si pulsara un interruptor. Tara
habitual de los buenistas: piensan lo dominan todo. Piensan que, una palabra, acabará
el disturbio. Piensan sólo en colmar su descomunal mesianismo.
Suerte: JOHN SPARTAN estaba por el barrio
para demoler tanto ese futuro de infecunda limpieza moral/emocional y los
planes de Cocteau y Phoenix, perro rabioso que muestra a Cocteau qué significa
ser un potente “macho alfa”, como reponer viejos usos amatorios.