viernes, 27 de marzo de 2020

DEMOLITION MAN — MANÍACO A CAZAR A OTRO MANÍACO

Afiche. Sabe, ¡oh, príncipe!, que este filme
es más
JUDGE DREDD que el Judge Dredd
que STALLONE protagonizaría después

En el siglo XX, teníamos a los llamados “reyes del cine de acción”. Los principales eran ARNOLD SCHWARZENEGGER, SYLVESTER STALLONE, MEL GIBSON, BRUCE WILLIS. Luego aparecieron otros, como JEAN CLAUDE VAN DAMME o STEVEN SEAGAL. “Recogían” el testigo de los tipos duros de Década Sesenta o Setenta, como CHARLES BRONSON o SEAN CONNERY. Era época espléndida. Un poco descerebrada, acaso, testosteronizada A TOPE. Proferían ripios tan chulos como absurdos, y vivían situaciones límite donde la adrenalina corría sin freno. Eran ese tipo de hombre, viril, confiado, responsable, fuerte, hoy denigrado, al que envidiabas y a quien las leyes le importaban una higa. Sólo contaba que hacían lo debido (a lo JOHN WAYNE) porque: A), procedía; B) estaba bien. Como JACK REACHER hace también. Así eran esos tíos.

O arquetipos, pues tenían existencias de cartón piedra sometidas a la gravedad de los clichés de ese extravagante “cine de acción” iniciado, pienso, con ARMA LETAL. No importaba si no eran sensibles, no dialogaban, desdeñaban la diversidad o la diferencia, u otras tontadas con las que los actuales apalancados y subvencionados nos sofocan, según ‘fabrican’ una ingeniería social de la conducta con extremos perniciosos.

La piuzpireta LENINA HUXLEY (interesante apellido ) flipa
con JOHN SPARTAN, el vibrante y vital siglo XX en directo.
(El papel de SANGRA BULLOCK es muy similar al del
chaval de
LAST ACTION HEROE, por cierto)
Esos tíos son historia. Aun RIDDICK, el último cabronazo (lo digo con afecto), se perdió en las distancias cósmicas cuan SILVER SURFER atribulado por sus cuitas existenciales shakesperianas. Los reemplaza una fuerza femenina/nista que les imita, no se comportan con genuino carácter. Es el tenebroso sigul de estos tiempos. ¡Abajo la testosterona! ¡Arriba los estrógenos! Salvar el ancho mundo es ahora cosa de chicas. Está feísimamente visto que uno de los (caducos) machos del cine de acción haga lo que mejor sabe: salvar el día (¿Ejemplo? FURY ROAD). Todo es una suerte de… ¿colaboración asexuada? (Donde predomine, eso sí, el sexo femenino.)

Demolition Man surfea la cresta ya decreciente del cine de acción de Década 80. El aún pletórico Stallone, combinando papeles que le sacasen del rol del sufrido superviviente RAMBO, efectúa una competente adaptación de JUDGE DREDD y MARSHAL LAW con suficiente comedia como para irnos deslizando mensajes sobre el mundo de la ingeniería social buenista que “persigue” (falso; es adoctrinamiento político “progresista) el RAYMOND COCTEAU de turno imponernos. (Algún lumbreras de la Complutense, fijo.)

Tenebrosos uniformes para intimidar a una población (de
superficie) que anda como zombie por el mundo. Por cierto,
sabemos cómo están en San Ángeles (el estéril San Futuro
de MARSHAL LAW), pero ¿y en el resto del globo?
Desde el título del tema de STING, construyen una trepidante distopía sobre qué hacer con los reclusos hyperviolentos, si no quieres ejecutarlos, cómo degenerará la Sociedad al actual ritmo de violencia psicópata (¿incrementada acaso por poder colgar en internet las violaciones en grupo, que podrían dar paso a los asesinatos? Esta hedonista publicidad a escala global, ¿es estímulo añadido a nuestra natural capacidad destructora?) y cómo una anarquía de proporciones bíblicas fuerza a diseñar una estéril Sociedad pseudoinerte, de emociones reprimidas, donde todo se considera perjudicial, tóxico, peligroso para la sagrada vida humana, empero bajo cuya piel tratada con jabones eugenésicos neutros late la misma furia que anima hoy nuestros actos.

Segundos fuera. Rabiosos machos alfa, que sin embargo saben
qué deben hacer porque el instinto les dice que es el modo de
hacerlo milenario, listos a partirse la cara... y el futuro entero
La ambición, la codicia, el ansia de poder, usar la fuerza como medio de obtener un fin plagado de sombras hostiles. Cocteau confía trasladar su progresía buenista al resto del ancho mundo (del cual no sabemos nada, lo clásico de Norteamérica) mas para lograrlo, recurre sin escrúpulos, él, Padre de Todos los Escrúpulos, a la brutalidad sin tasa de SIMON PHOENIX. Éste creará un escenario tal de caos que Cocteau, sin embargo, es tan ingenuo de pensar que podrá controlar como si pulsara un interruptor. Tara habitual de los buenistas: piensan lo dominan todo. Piensan que, una palabra, acabará el disturbio. Piensan sólo en colmar su descomunal mesianismo.

Suerte: JOHN SPARTAN estaba por el barrio para demoler tanto ese futuro de infecunda limpieza moral/emocional y los planes de Cocteau y Phoenix, perro rabioso que muestra a Cocteau qué significa ser un potente “macho alfa”, como reponer viejos usos amatorios.