viernes, 3 de abril de 2020

DARK FUTURE – INFERNO — CYBERPOSESIÓN INFERNAL VIRAL


Portada. Pese al esfuerzo de dotar de un
carácter distintivo a cada personaje,
la manía del autor por alargar sin
necesidad las peleas, volviéndolas
absurdas, deslucen el conjunto
Los dos o tres defectos (un par, de bulto mayúsculo) que exhibe esta novela de JACK YEOVIL consiguen deslucir una trama imaginativa, repleta de aciertos, escrita de forma ágil, con fluente/florido empleo de la prosa, que chorrea CultuPop, y persigue amontonar otro ladrillo en las distopías cyberpunk tan ‘novedosas’ durante su época de publicación.

Captas rastros de HARDWIRED más que de NEUROMANTE en su estructura, resaltando lo que hoy son tópicos del subgénero pero que, entonces, suponían el no va más desolador de un desolador Mañana-Mañana basado en la desunión/balcanización de Estados Unidos, el auge de Corporaciones que sustituyen de forma progresiva al Gobierno, central o regional, que sigue poseyendo cierta presencia quasifantasmal por mor de mantener vagos rituales burocráticos y comprometer la impresión de que ya no hay ciudadanía, sino empleados (o parados) de una brodignaniana entidad empresarial en liza con otras foráneas, aun del suelo patrio, por la posesión del país y la imposición de sus productos a todo cliente posible.

Lo novedoso de la novela está en que introducen un elemento arcano sin inconveniente en pasar de los conjuros cabalísticos en latín o arameo, a garlar en bytes (aunque la sangre sigue siendo importante). Un ente del Orco coloniza una computadora (pequeña, primero, para luego, ya desenvuelto en el lenguaje binario, acceder a equipos más potentes, peligrosos) e inicia una desenfrenada carrera por contaminar un nudo de comunicaciones de alcance global que le permitirá hacer la Gran Puñeta Mundial.

Este señor con pinta de
freakie de los juegos de rol es
KIM
JACK YEOVIL
NEWMAN. Eso es: escribe bajo
pseudónimo
Es esfuerzo, comparable al de H.P. LOVECRAFT, por modernizar conceptos habituales del fantástico y ya caducos: el terror-posesión infernal, y el cyberpunk distópico, que se ve empezaba a parecer trillado en sus supuestos narrativos, pese a su “novedad”. Vamos a sacar esto hacia adelante, procurando actualizarlo, parecía la consigna.

Ocurre: que los “héroes” de Yeovil no acaban de convencer. Por ejemplo: el soldado de Caballería NATHAN STACK es casi inútil. Un apéndice que vale para recibir palos y quemaduras, a lo sumo. Suerte de adición en función de héroe auxiliar que permite dos cosas en esencia: describir la desforestación del desierto de Norteamérica en permanente sequía, sus inefables habitantes, sean carroñeros o cyborgs que parecen más compuestos de chatarra que de elegantes productos protésicos, cómo las Corporaciones de ingenética están forrándose, diversificando su actividad, dando cuerpos a medida de la demanda privada, y hacer que la hermana CHANTAL JUILLERAT quede más macknífica todavía.

Eso es. No hay PADRE KARRAS que haga esta vez el exorcismo. La Iglesia Católica (este detalle es interesante) está tan… Igualitaria… que ya cualquiera con capacidad y valor de arrostrar al Enemigo puede realizar exorcismos. Aunque sea a una computadora.

Otra  novela suya, esta firmada con
su nombre. Parece prolífica su
actividad literaria
Chantal está más en la línea de SARAH CONNOR o RIPLEY que estas “nuevas heroínas” antimisóginas del Feminismo de Cuarta Ola que están sacando ahora. Es protagonista porque ¿por qué no puede serlo?, en vez de por una imposición políticamente correcta como sucede hoy día, que sólo engendra grotescas torpezas y desaciertos. Te cae bien por eso: por ser un elemento narrativo orgánico. Natural. Discurre con acierto.

Notable guerrero, sus cualidades bélicas sacan de un estúpido apuro a Stack; tiene una inteligencia privilegiada empero se ve que su fe no es tan acérrima como la de DON CAMILO. Yeovil no ha sabido desplegar eso, aunque resulta notable que tenga fe en el catolicismo como aún gran remediador de entuertos sobrenaturales de esta especie.

El final roza lo pueril y sus pirotecnias sólo logran deslustrarlo. Lástima. Chantal detiene el Apoqueclipse por muy poco (a lo BOND, JAMES BOND, que para el reloj a 007 segundos del ¡BANG!) y el “mesías” que lo pretende, un telepredicador mormón inmortal, gruñe y maldice mientras prepara otro asalto. En resumen: entretenida.