La ópera prima de ROBERT RODRÍGUEZ (ése, el
que se ha cargado ALITA,
ÁNGEL DE COMBATE —aunque
no solo—), que costó un pequeño puñado de dólares (un millón de las antiguas
pesetas), se concibió como un corto que pudo crecer gracias a la inversión que
recibió el director en la clínica donde hizo de cobaya de medicinas
experimentales.
Su trama recuerda a la de las dos
novelas de EL COYOTE ya comentadas.
Empero mientras el protagonista accesorio de esas historias era un rico
hacendado mejicano orgulloso de su Linaje español y que detestaba a los nativos
que renegaban de esa sangre en sus venas, reconociendo las aportaciones que los
hispánicos realizaron al país, aquí es un modesto músico de mariachi itinerante
que piensa puede triunfar al considerar que tiene eso que a todos los que estamos metidos en faenas artísticas, de un
modo u otro, nos impulsa a perseverar. Talento. Fe. Esperanza. Locura.
Inciden tanto esas novelas como esta cinta
en mostrar un Méjico que, cuando no anda revolucionado o bajo intentonas
golpistas, la ausencia de una firmeza legal hace de las poblaciones más/menos
pequeñas feudos de los narcos. Bueno, quizás exagero. Por estos lares también hay
poblaciones que casi lo parecen. Mas, por ahora, centrémonos en el retrato de
una nación atormentada por revoluciones y corruptelas que someten a la
población, bastante preocupada ya con tan sólo llegar a mañana, a una imagen
exterior de desidia, corrupción e ignorancia.
AZUL, un asesino feliz, porque va a ajustar cuentas con un ODIADO rival. Y en su estuche de guitarra lleva las armas que colmarán sus anhelos. Lo malo es que... |
El joven Mariachi llega a uno de esos pueblos-feudo
de un narco anglo. (Las peripecias de dónde salió el elenco de la película son
tan sorprendentes como divertidas.) Por desgracia, su herramienta de trabajo,
su guitarra, se confunde con la de un rival del narco. Ese vengativo tío viaja
por ahí con un estuche de guitarra lleno de armas. Víctima de la equivocación,
la vida de este insignificante músico nómada se vuelve desesperada lucha por
salvar el pellejo.
Las pretensiones de Rodríguez eran loables.
Comprendía que El mariachi carecía de
las aparatosas pirotecnias norteamericanas que llenan el cine de acción, pero tenía un algo
(la verdad es que sí: descubres el talento —aunado a sus frescas ganas de
triunfar— que esconden sus fotogramas “de saldo”) capaz de llamar la atención
del entonces pujante mercado del vídeo. La venta airosa de los derechos le
permitiría costear una secuela más glamourosa
que, a su vez, a más $, le daría la posibilidad de, ¡por fin!, hacer un filme
decente. Tenía bien claras las ideas Rodríguez.
...se "cruza" con este inocente músico itinerante que sólo desea vivir de su talento, ¡y acaba convertido en THE PUNISHER mejicano al marrarle las drogas la existencia que soñaba! |
Procedían de su experiencia en el vídeo. Sabía
hasta dónde podía llegar con según qué. A falta de los créditos para entrar en
la escuela de cine, comprendió que lo que debía hacer era demostrar que la
pasión y el talento pueden suplir un título universitario que, en el mejor
caso, pueden permitir ser un nombre técnico más en una anodina comedia. Para
eso, ¿tanto estudiar? ¿Y tus aspiraciones de ser el nuevo $TEVEN $PIELBERG?
Como los Conquistadores, Rodríguez fía todo
a su aptitud y la audacia del proyecto. Fors Fortuna lo acompañó, eso pienso
jamás lo ha negado, porque otros tantos se han visto como él y siguen ignotos.
KEVIN SMITH fue otro afortunado. Aun QUENTIN TARANTINO. O SAM RAIMI. Hasta
GEORGE MILLER venía del “cine barato”. Lo que les une, y diferencia de otros, suerte
aparte, es la capacidad. La percepción palpable de que ese tío ofrece continua
calidad.
El "aire tercermundista" de los narcos de la película encaja, sin embargo, con los ejemplos que todos podemos conocer |
Se les oponen los mamarrachos quejicas
que se creen "cineastas" por haber visto dos millones de veces LA GUERRA DE LAS GALAXIAS. Esos bujarrones
van con sus ínfulas a los sitios, con unos humos que no veas, vendiéndose como genios
cuando son envidiosa pura mierda poligonera. Desdeñan El mariachi por “ser cutre”, sin reparar qué sacrificio y esfuerzo
supuso… al ser demasiado cobardes para asumirlos por “su” película.