viernes, 12 de junio de 2020

DARE — ARDE MISSISSIPPI, DIGO, TAU CETI

Cubierta española. Obra "naturalista",
contiene los temas habituales de FARMER.
Y, bajo cierto prisma, novela cuyo mensaje
está de plena actualidad (semblanzas con
"elementos mágicos" aparte
)

Esta novela de PHILIP JOSÉ FARMER incluye dos sorprendentes giros hacia el final. En principio, atisbas que nace como alegoría de los movimientos sociales pro derechos sociales de los negros en Norteamérica de parte de Década 60. Elementos del relato animan creerlo. Otra conclusión es que, o forma parte, o es un apócrifo al Opus Magna del autor: la saga de EL MUNDO DEL RÍO.

Pistas que lo soportan: Dare orbita la estrella Tau Ceti; de allí “vinieron” los extraterranos que asolaron la Tierra en el futuro. Dare está colonizado por humanos (principalmente) llevados allá por expediciones de poderosos ARRAS (estilo los ËTICOS). Abdujeron pequeños grupos de “colonos” durante los siglos XVI a XVIII. Dare poseía una “raza autóctona” (los MYIR), mas también oriunda de la Tierra, aunque de eras más remotas. En Dare evolucionaron hasta gestar una cultura tecnológica tan avanzada que destruyó su civilización (el irrompible círculo violencia-Humanidad).

Su función original en Dare era ser esclavos; sin embargo, componían asimismo parte de un gigantesco experimento sociológico que sufría alteraciones, como la inserción de otros “colonos” (como de los que nace el protagonista, JACK CAGE), para ver cómo los humanos interactuaban con los mutados Myir, y qué salía del mestizaje (cosa que se suponía los Éticos estaban haciendo con los RESUCITADOS en el Mundo del Río).

PHILIP JOSÉ FARMER y familia. Hombre de obra
extensa y rapidez en escribirla, según los publicaciones,
y sus palabras, confirman
Para complicarlo más, otra raza alienígena atacó Dare, causando estragos como la casi total desaparición del hierro del planeta. (Carencia que comparte con el Mundo del Río.) El hierro es guerra mecanizada, matanza a mansalva. Armas de piedra o madera pueden inducir a reflexionar si hay lucha o no, porque el esfuerzo es mayor, la masacre menor, el resultado apenas pírrico. El hierro, no. Respalda la humana brutalidad de la guerra por su capacidad mucho más alta/acelerada para destruir.

Pese al trasfondo de aventura que imprime a la obra Farmer (como casi siempre), detalle que la excomulga para las altas elites que gobiernan la ciencia ficción (en España, al menos), que exigen al género sea lo más aburrido e inerte posible, la digresión sobre cómo el Hombre no puede confraternizar con otras especies, y menos las que en apenas nada se nos parezcan, ocupa bastantes páginas, párrafos, consideraciones.

Los Wiyr (u horstel), tras el apoqueclipse que casi les extinguió, cultivaron una pseudorreligión matriarcal. Viven un extremo más naturalista (otro “querido” de Farmer: la desnudez) y casi nada materialista la existencia. La propiedad no les interesa, el territorio es sólo el lugar de origen, generosos, comparten con los nuevos llegados sus cultivos, animales “de granja” (variedades exóticas nativas, o mutadas, parecidas a hombres lobo, unicornios o dragones —andantes-parlantes—), detalles similares. Su carácter guerrero, que puede ser feroz, se limita a la defensa propia… para indignación humana.

Portada foránea, que describe lo más
llamativo y esencial del relato. Hay
un "juego de palabras" incluido.
Los HK pueden ser tanto
hosrtelkillers como humankillers...
Por tanto, crean una sociedad “secreta”, estilo KKK, preparando un progrom contra los Wiyr. Casi lo consiguen. La aversión hacia los desinhibidos nativos es grande entre los humanos, esclavos de puritanas leyes religiosas. Les escandaliza la desnudez de “sátiros” y sensuales “sirenas” Wiyr, como su comunión espiritual-no materialista con la Madre Naturaleza. Farmer describe su época. Los HK del KKK. Los negros-como-Wiyr. La doble postura del Gobierno, que condena la violencia pero no la reprime. Que el Hombre no puede congeniar con otros. Debe imponerse, ser superior. Llevar la razón, siempre.

Cuando piensas que Jack será el intermediario entre ambas razas, creando un marco de convivencia, ¡estalla una guerra mundial en Dare! (primer giro), que hacia su mitad ¡abortan astronautas de la Tierra! (segundo, inesperado y desconcertante giro). Farmer descoloca con estas maniobras. Más, la segunda, que no encaja ni por apuesta. Con el sugerente grueso de la narración, que estaba bien encarrilada, no necesitaba de estos dos “artificios”. Ya, con la “crítica social”, tenía tela para rato.