Afiche. Vegemente contaste de entornos: del bélico-decadente del protagonista a la Neon Jack City multicultural de EE.UU. Y otros manidos tópicos cyberpunk de esta producción gala basada en libro |
El cine francés suele atreverse con los
géneros. No refina tanto como el de Estados Unidos, donde sus Majors nos tienen acostumbrados a
despliegues de calidad visual y pirotecnias SFX computarizadas que o logran
entusiasmar o producir buen disgusto. De los francos importa qué esfuerzo ponen, aunque éste a
veces sea tan manirroto como LUC BESSON muestra en sus vehementes películas de
acción.
¿Qué pasa en España? Me consta que gente
con talento, brío, deseos, hay… oculta bajo mantas de pretenciosos, hedonistas,
politicastros, mediocres y nulidades de delicada sensibilidad que, como
damiselas de BÉCQUER, lloriquean dolidos alegando les impiden progresar (así
ocultan su brutal falta de talento). Alimentan la megalómana teoría de enemigos
emboscados por doquier que traban sus (pobrísimos) planes. Entre bujarrones iguales,
encuentran el confort de los mimos que éstos les prodigan. (Lo que sólo buscan.)
Nuestro cine se ha tirado, cuando no al terror que mimetiza fórmulas
norteamericanas, a copiar las comedias de JENNIFER ANISHTON o SANDRA BULLOCK, o, peor: las de descerebrados gamberros
con actores que apenas gruñen un insignificante “diálogo”, ocurrencia
cuartelera de taberna, filmados con insalubre desparpajo y regidos por un
director que está ahí sólo por tener carnet del Partido. Talento: mínimo-nimio.
Los europeos, en general, se arriesgan. Conciben algo que promete,
o resulta sugerente, como esta película protagonizada por VIN DIESEL, que aprovecha
su estela de RIDDICK más que de TORETTO. Ocurre que… los franceses imprimen a
sus producciones un sello… inefable… que los estadounidenses procuran eludir. Filman
algo extravagante y absurdo. Ejemplo: proporcionar a TOOROP (el cínico misógino macho alfa, que recibe palos como una estera, aunque gane un
alma después) un coche anclado a un helicóptero mediante un electroimán.
¿Habría formas mejores de concretar esa escena?
¿Qué tal la habitual/manida de dejar las
llaves en el contacto y circular por las carreteras de pesadilla de esta
distopía centrada sobre todo en Rusia, mostrando la acelerada descomposición
del komunismo (dando metraje, creando drama), pues la mascarada de democracia
que se supone ahora disfrutan es sólo oropel para que, en Occidente, nos
sintamos más tranquilos con el vecino Oso Ruso? Ese gigantesco país ha camuflado
los kuadros komunistas por los del krimen organizado, fluctuando sinergia con el Kremlin, lo cual hace
que, renqueando, la superpotencia funcione. Vendiendo chatarra militar, novias-por-catálogo,
alojando multitud de servidores pornográficos de internet. Baby-lon AD bosqueja convincente esa entropía colosal, que ha
convertido las ciudades en Soguettos.
Violentos buscavidas y traficantes de todo reinan en esa acracia multicultural.
Así, a Toorop le encargan escolte a una
muchacha a los Estados Unidos Tecnocráticos. Babylon AD busca ‘romper’ con las distopías gibsonianas al uso metiendo un interesante e inquietante elemento
religioso (pienso somera crítica a la gente “iluminada” y sin escrúpulos que abusan
del miedo humano al Más Allá, erigiendo una secta para triunfar). AURORA resulta
sólo la vaina, moderna VIRGEN MIRIAM de Probeta, que porta en su seno inmaculado
a ¿nuestros salvadores? (Imposible salvarnos.) Creados en laboratorio (¿tal
hizo Dios con JESÚS?), son inseminados híbridos de las más avanzadas
tecnologías artificiales computarizadas imbricadas en tejido vivo. Se sugieren
enlaces entre dos razas: la pujante de las IA y la decadente humana. Recuerda
una elegante versión de MODERAN, mas
con la ilusión de que auxiliarán a este pobre mundo, no lo arrasarán.
Lo destacable de una cinta que sobrevuela
lo mediocre es, repito, que bruñe un arrojo lleno de orgullo patrio por
destacar, competir, con producciones foráneas. España está en el parvulario
tanto en democracia como en generar proyectos ambiciosos. La amenaza fantasma del cine de recreación narcisokomunista de la Guerra
Civil, contada por un niño (una larva progre),
está latente en las bobinas de película virgen que malgastarán en comedietas
tontas, bufonadas bordes, o chillón terror de buhardilla. Triste desperdicio.