viernes, 20 de noviembre de 2020

FUNDACIÓN — DOS TIPOS HABLAN (SIEMPRE) EN UN DESPACHO…

 

La psicohistoria es una chorrada
mayúscula. Lo único que han
hecho es revisar el pasado y
advertir que los imperios nacen,
crecen y se descomponen, para,
de su légamo, repetir el proceso.
SAN ISAAC ASIMOV lo
presenta empero como una
inaudita novedad

Monótona. Repetitiva. De cretina superioridad moral. Jactanciosa. Novela-diálogo adornada por cambios de escenario destinados a perpetuar la cháchara. Paradigma de cómo un escritor puede ser un vago absoluto quedando encima de puta madre magistral… ante quienes no saben pese a afirmar ser “eruditos” en la materia.

Pereza es la constante palabra como puedo describir, en esencia, Fundación. SAN ISAAC ASIMOV se aprovechó de su reputación para meternos una batata que, no obstante, ha servido de provechoso germen para obras más barrocas y coloridas como DUNE o MODERAN (la comparación con ésta última desnuda todas las carencias de Fundación. Empezando por un protagonista con el que puedas establezcer algún lazo emocional.)

Y dejemos algo claro: admito la (insidiosa) importancia de San Isaac; su tenaz capacidad laboral; su prolífica obra; su influencia. Mas esto no quita sus defectos. Fundación descuella uno de los rasgos por los cuales se recuerda al BUEN DOCTOR, más allá del resumen hecho sobre sus contribuciones y talento: la arrogancia. Y sorprendente cortedad de miras en un hombre que parecía heraldo trekkie del futuro.

Antes de que SEINFELD, o TARANTINO, o KEVIN SMITH popularizaran lo de un par de tíos, o grupo, en un determinado espacio relataran sobre sus filias o fobias, ya San Isaac lo pontifica en esta novela, la ciencia ficción panteón. Que va de esto, únicamente: de garlar. Sin duda, obra de teatro económica. A veces pones un distinto telón de fondo diciendo: Esta usted en tal o cual o Pascual lugar, y ¡resuelto! Porque pese a que nos digan que “flotamos” en diversas exóticas esferas extraterranas, todo transcurre en un casi claustrofóbico espacio cerrado; habitaciones más/menos suntuosas.

El BUEN DOCTOR en su pose favorita: la
arrogante. Para ser autor tan trascendental en el
género, sus novelas no pasan al cine ni de coña.
Sin embargo, el
tirado de P.K. DICK no cesa de
"donar" material al celuloide. ¿Cómo se explica?

Esta es la crónica galbana que desprende la novela, primera de una trilogía, donde distintos axiomas se defienden desde nebulosos o hipócritas principios. Asimov, como científico, consideraba que la pax y la ciencia salvarían a la Humanidad. Puede ser cierto; aunque está olvidando que MENGELE era, pese a todo, un científico, y para probar sus teorías no paró en cuestiones morales o éticas para hacer daño (uno que luego ha reportado impresionante beneficio general). Mas hizo daño.

Una vez y otra recuerdo Dune. Es como una pormenorización de esta Fundación academicista que debe ser raíz de un imperio galáctico (de una Galaxia ausente de robots, computadoras, alienígenas, en su brutal vastedad; tampoco las mujeres —ni de rebote— cuentan con participación decente en la minimalista trama de dos tíos hablando en un cuarto) y donde curan el cáncer pero no sacan al pomposo HARI SELDON de su silla de ruedas, ni tampoco frenan la vejez. Dar longevidad. Y esto lo escribe un científico que, además, tenía licencia para imaginar hasta el infinito y más allá de la Cúpula del Trueno.

Chula ilustración de MICHAEL
WHELAN que, a modo, recrea
la situación estelar de Términus.
Nota: llevo leídos cuatro capítulos
de
¡TIGRE! ¡TIGRE! y da cien
vueltas a
FUNDACIÓN. Más
dinámica, imaginativa. ¿No estará
San Isaac sobrevalorado?

Sin duda sostendría charlas con colegas donde trataran estos temas e idearan opciones o soluciones. Mas Asimov se pega a la muelle cobardía de recordarnos que la violencia es el último recurso del incompetente (claro: por eso el horrible drama del Holocausto fue resuelto en una Conversación en Suiza. —Ahí HEINLEIN fue más honesto al declarar que la violencia ha resuelto más problemas de los que quieran admitirse—) cuando, sin embargo, la Fundación, mediante SALVO HARDIN, cuanto hace es amenazar a los planetas vecinos con “embargos atómicos” e instituye una “religión teonológica” para garantizar esos embargos. ¿No es eso violencia? La santurronería de Asimov lo niega.

Siendo Términus mundo sin metales ¿de dónde sacan el uranio para sus generadores nucleares? De sus vecinos. Quienes, para cortarles la prepotencia, sólo deben someterles a embargo. Pues, no. Ni lo piensan. Acabando: Fundación es el presuntuoso tipo sectario de ciencia ficción amado por tramos timoratos de lectores, editores y escritores porque lo puso de moda un vanidoso intelectual al que han ¡encumbrado!, impidiendo, u obstaculizando, opciones más activas/aventureras del género prosperar y difundirse.