Que encontremos una suficiente ración de alegría y felicidad en estos señalados días, al menos |
Sin tregua pese a las Fiestas. Esto tienen
los virus. Ni descansan ni tampoco dejan descansar. Aunque espero consigamos
encontrar un huequecito de solaz y contento para distraernos un rato, al menos,
de esta calamidad.
Está siendo otro clásico de este blog echar
el “sermoncito” sobre las cuestiones religiosas. Sobre todo, por lo de
Halloween y quienes se niegan luego a celebrar la Navidad, achacándola ser
evento litúrgico… como si Halloween no fuese una conmemoración sacra. No sólo marketing
importado desde las teleseries norteamericanas para hacer negocio. Es otra
cuestión de religión.
Esto me lleva, por tanto, al comentario. La
noticia apareció hace unos días en TV. Un pueblo gallego celebra las Navidades Laicas. ¿Cómo lo hacen?
Poniendo unas presuntas cabañas esquimales por no sé dónde del municipio. Ni un
elemento designado “religioso” a la vista. Ni Papá Noel ni Reyes Magos, tampoco
pesebre con el Niño Jesús recibiendo adoración. Qué cosa más triste a la par
que patética y absurda. Otra imbecilidad “progresista”. Con lo que se ilusionan
los críos pensando en los Reyes Magos. ¿También pensáis prohibirlos?
¿Un puñado de diminutas cabañas “esquimales”
de veras representa el mensaje universal que desprende la Navidad, de
fraternidad y pax entre todos? Porque la Navidad no es cuestión únicamente
religiosa. Es un asunto espiritual. De sano y desprendido espíritu de
colaboración, amistad y alegría. Así lo entendió CHARLES DICKENS en su célebre CUENTO DE NAVIDAD. Espíritu.
De este modo debe entenderse la Navidad. Sus mejores deseos, que se prolonguen durante el año a entrar, iluminado bajo esta esperanza de cooperación y júbilo.