El retorno de SNYPES sólo pudo ser glorioso para la empresa de publicidad. Para los demás... |
Construido para glorificación de WESLEY
SNIPES (quien en BLADE TRINITY
aprendió a moverse lo necesario, quedando hierático en todo plano posible, e
incapaz de agacharse aunque las balas silbasen alrededor de su cabeza —como si
tuviera la columna vertebral de rígida aleación Moderan—), valoro un Weird Western plagado de ideas, cuando menos, interesantes, con sugerente
atractivo, que diversos narcisismos o incapacidades del regidor conducen a un producto
alocado, disonante, donde debes componértelas para intentar seguir/entender la
trama, caso de que exista.
La hay, y empiezo a sospechar que el guión
original tenía más sentido de lo que, al final, vemos plasmado en pantalla. Metido
en el mundo de la creación, acabas desarrollando un instinto (y más, si has
leído, u oído, historias subterráneas sobre las producciones) que sugiere
cuándo el protagonista, o los productores, metieron mano en el libreto hasta
hacerlo irreconocible e indecoroso aun para el más tolerante espectador.
Paradigma: la Crónica Nemedia de ROY THOMAS y GERRY CONWAY, feminista renacido (que
sin empacho cobraba de los editores “misóginos” para los cuales trabajaba, y a
quienes ahora denuncia, cobrando —bien montado lo tienes, muchacho— por la
delación) sobre CONAN, EL DESTRUCTOR,
y sus constantes lamentos de que, quienes leían el original, no entendían qué
pasó para acabar rodándose lo filmado. Achacaban a DE LAURENTIIS un intrusismo
abusivo. (Ya voy creyendo que había menos chicha de la prometida por los
escritores en su narración, excusándose con lo del intrusismo.)
Hasta este momento, con los sacerdotes satánicos éstos, la cosa tiene su aquél; a partir de aquí, ya todo va cuesta abajo, a veces, de mala manera |
Pues pudiera ser que en el guión de Gallowwalkers haya hecho parecido Snipes,
tocado por sus problemas con el fisco norteamericano durante la producción. Tras
coger el libreto, lo manoseó unas horas, para luego contactar con los autores comentándoles:
Chavales, me mola esto del hierático Blade
del Oeste, casi HELLBOY, y seguir
matando abominaciones de ultratumba que se visten con los cueros de sus
víctimas y tal. Pero…
“Pero”. Ya salió el maldito “pero”. Snipes
siempre debe triunfar… haciendo lo imprescindible para llenar el cuadro, justificar
su nómina, y quedar (o intentarlo) de puta madre magistral ante quien él
esperaba cumplir. Así que “sugirió” reconstruir la historia para que hiciese lo
indispensable, quedando empero de puta madre magistral.
Todo por revivir la puñetera momia esta. Los engendros entregados a la tarea se desperdician en carajotadas varias |
Gallowwalkers es toda una historia de la frontera que, en manos de un director con más brío o capacidad para cortar narcisismos (los intuyo; quizás ni los hubo al final), situando mejor la cámara, o planificando el relato visual de modo más convencional, sin ese confuso (ab)uso del flashback para “estilizar” el metraje y contestar las dudas que asalten al público conforme visiona lo filmado, habría cosechado un éxito más justo del que, al parecer, en su momento recogió la película.
Aberrantes rituales satánicos, sectas
remotas, jeroglíficos en una suerte de catedral bajo una montaña, revividos
(por un motivo que explica Snipes de modo poco plausible) no-zombies que
depredan pellejos frescos para mantener su apariencia humana, un alocado grupo
de pistoleros-fulanos que parecen sacerdotes del Infierno en un paraje
desértico interminable, la extraviada compulsión por revivir a una momia. Un
esbozo de buddy movie que acabas
advirtiendo innecesario, porque Hierático Snipes supera todo apuro merced al
revólver o rifle de grueso calibre.
La pose preferida de Snypes; o sea: estático. Dando presencia de peligroso, pero estacionario. Y no lo agites mucho, que se rompe |
La historia de amor es uno de esos elementos (hay dos historias de amor) precisos para justificar que un tirador parco en palabras y abundante en escabrosos hechos actuase por esos secarrales dejados de la mano de Dios como lo hace. Según avanza la película, lamentas que una escenografía tan delirante mas con fantástica lógica intrínseca se desperdicie de esta manera. Porque del delirio pasan a la extravagancia irreflexiva y la confusión de los contextos sin tránsito. Lo expone, desnudo, el final, que recurre a un… hiperbólico homenaje a LA MUERTE TENÍA UN PRECIO para intentar salir airoso.