viernes, 22 de enero de 2021

BILL BARNES Nº 3: EL FANTASMA DE LA NIEBLA — CRÓNICA AERONÁUTICA POLICIAL-PERIODÍSTICA

 

Portada foránea. Aviones extraños,
buques fantasma, fortalezas remotas,
lobbys de enmascarados, acción...
Todos los elementos del buen pulp.
Lo malo es que no entretiene tanto

Al contraste con las aventuras broncíneas de DOC SAVAGE relatadas con magnífico brío por LESTER DENT, quien dejó cátedra sobre cómo redactar eficientemente una historia, o las pretensiones histórico-estilísticas de ROBERT E. HOWARD sobre Remotos Pasados de salteadores bárbaros embellecidos luego por un decadente esplendor impregnado de brujería, esta novela específica de Bill Barnes debe considerarse como un frío aunque prolijo informe policíaco que presentar, más que a un público ávido (o aun necesitado) de esparcimiento aventurero, a un comité de expertos gubernamentales.

Puede darse el factor de que este libro concreto (único que he leído) fuese manufacturado así. Aunque no creo. Las comparaciones que hago con Dent y Howard no son baladíes, pues su prosa no sólo atrapa; contienen elementos narrativos que fuerzan a encariñarse con sus personajes, siguiendo sus lances con toda la fidelidad que la economía permita.

Sin embargo, es personaje refractario Bill Barnes, otro aventurero de las tres mil millas, dotado de facultades intelectuales, más que físicas (comparado con Doc, o CONAN), sublime ingeniero aeronáutico con el riñón bien cubierto, pues, de lo contrario, de su aeródromo no sale más que para abonar huertos. No empatizas con él y menos con su camada de camaradas. Una banda de tíos expertos, leales y feroces en la batalla que, empero en este El Fantasma de la Niebla, cuanto hacen es languidecer en gélidos puertos canadienses y luego groenlandeses, aguardando que Barnes les requiera a la ¡acción!

Empero, BILL BARNES acopió su
éxito y longevidad... a través de la
máquina de escribir de distintos
escritores, todos bajo pseudónimo.
Uno de los prodigiosos artefactos del
insigne aventurero del aire. Lo mejor:
todas estas fantasías han inspirado a
modernos inventores a realizarlas.
Esto es
pulp. No truños góticos inútiles

Sucede después que Barnes debe sacarles del apuro en que se meten, de modo un tanto alocado, mas inevitable. La cosa es que Barnes destaque. Y llega un momento en que anotas que es por cojones, no porque la historia devenga de tal modo que le haga héroe. Tal el caso, que cargue con todo el protagonismo él, en plan INDY JONES, no le busquen auxiliares de relativa (in)utilidad. Pues, luego, estos mendas tampoco tienen tal textura que simpatices con ellos. No son ni RENNY, ni MONK, ni LONG TOM, por citar algunos. No digo ya BÊLIT. Barnes, al parecer, necesitaba una escudería de mecánicos y aviadores de cierto talento aunque situados en reserva, sin estorbar, haciendo considerable bulto, eso sí, por si los rufianes a los que debe combatir le creen poca cosa. Fijaos qué banda me respalda, capullos.

La trama de este pulp es un tanto disparatada, confusa. Aunque eso de la sociedad secreta de enmascarados que intentan dominar las cotizaciones globales, del oro en este caso, tiene enjundia. Es como una primitiva advertencia sobre cómo los lobbys de la actualidad manipulan la macroeconomía mundial, deprimiendo o resaltando según qué mercados.

Y cómo “GEORGE L. EATON” (o MALCOM WHEELER-NICHOLSON, que escribió bajo pseudónimo las primeras seis entregas) presenta los hechos remacha la impresión de que las aventuras de Barnes son más crónica periodística que un circense espectáculo literario con dosis de misterio sobrenatural destinado a un público ahogado en la Gran Depresión y el gansterismo de DILLINGER y adláteres para conseguir una sana evasión.

Desde luego, dignísima adaptación
pero no sólo de Barnes, sino de todo
ese mundo de aventuras fantásticas
que hoy día siguen dando éxitos. No
como la mierda del gótico

Lo leído no entusiasma. Barnes, fiera de la aeronáutica, tiene distintos aviones de caza sumergibles/autogiro, además de ser ingenioso maestro del disfraz, de gran coraje. Aun así, la presencia de lobbys y ambiciosos ladrones francocanadienses (advertencia: aquí todos Dios tiene avión, y no cualquiera; ¡es increíble esto suceda, en esta época de depresión económica!) producen una confusión de objetivos y personajes. Quedan flecos sueltos que Eaton explica casi al albur, preguntándote sobre las reales intenciones de NADINA NARONSKY, que, de víctima, pasa a ser ¿verdugo? ¿Igual pasa con su padre?

Bill Barnes es, no obstante, otro de esos iconos que tuvieron relumbrón e importancia en la factoría de la ficción “barata”. Su émulo filmado, SKY CAPTAIN, recogió con más éxito y fidelidad el aire de fantasía aventurera infatigable que Bill Barnes.