Desganado afiche de DREW STRUZAN (¡aclamad al ilustrador!). Como preámbulo de lo que contiene esta cinta |
Siendo apropiado comenzar por el clásico
del Arca Perdida, percibo cierto
debate sobre si esta última entrega del mítico HENRY JONES, JR. debería
pertenecer, o no, a la Santa Trilogía Arqueológica.
Desencantó. $TEVEN $PIELBERG fue presentando excusas a los aficionados, decepcionados
con el metraje. Por lo tanto, ¿mejor considerarla “a-parte”, como una especie
de sueño de un INDY Jones rozando la senectud sobre una espectacular aventura sideral?
Se trataría, pues, de un apéndice de género… conflictivo.
Intuyo que un poco aporta ese rechazo la
tirria que le profesan al coguionista GEORGE LUCAS, hombre que dicen es tan
antisocial, empero que nos ha legado tan excelentes historias a la CultuPop.
(Aunque ahora tanto luchen por destrozarlas, como demuestran los lamentables “Nuevo Episodios” de STAR WARS). Esto hace que, automáticamente, ya vayas “prevenido” a
ver la película. Es otra “lucasada”,
así que…
Y, es verdad, que este título contiene detalles
que cuesta pasarlos. Parte es ese hijo postizo (y en atención a los nuevos turbios tiempos, menos mal no fue una hija-marimacho) que le ha ‘florecido’ a Indy, o
el enemigo contra el cual debe batirse. O el tema. Estamos en 1957, Guerra Fría
A TOPE, neurosis anticomunista por doquier. Injerencia del FBI sin tregua.
Bombas Atómicas. Si una “mató” a DOC SAVAGE y su portentoso orbe de prodigios
aventureros allende los más remotos/recónditos rincones del ancho mundo, ¿sobreviviría
Indiana Jones? Es simbólica la escena en que, tras el ‘milagroso’ viaje en
nevera por el aire, y las sacudidas brutales en tierra, Indy contempla el hongo
atómico alzarse hacia el alto cielo secuestrado por todos los vientos. Calcina
su época, la de los misterios asociados a la obsesión nazi con lo paranormal,
así como la de un globo terráqueo aún por explorar, capaz de incluir sin
dificultad la isla de KING KONG.
El avejentado INDY JONES comparte plano con nuevos (y desabridos) aliados y villanos que no suelen ser los que le fastidian el día |
En La calavera de cristal Lucas de nuevo “refresca” la que debió ser su Década 80: los 50. Y lo refleja, como hizo en EL ATAQUE DE LOS CLONES, donde “homenajeó” CENTAUROS DEL DESIERTO, con dos cintas que debieron impresionarle en su momento de matinés: VIAJE AL CENTRO DE LA TIERRA y TIERRA DE FARAONES. El más actual público se pierde las referencias; ergo: no capta el guiño nostálgico.
Sobre los villanos… por siniestra y letal
(y un poco cliché de TBO) que sea la coronel rusa telépata, están señalando la comunista
Rusia soviética. Puede que para EE.UU., periodo histórico aparte, fuese un
enemigo factible. Mas, para Europa, la Europa socialcomunista que lo disimula con
otras denominaciones, esto era una blasfemia atómica. Por Dios, ¿cómo podían
equiparar a los camaradas, con esos
uniformes que parecían de fontaneros (sin ánimo de ofender a tan necesarios
técnicos), con los nazis vestidos por HUGO BOSS, que suponen la absoluta
aberración fascista de la Historia reciente? El rechazo en una Europa que niega
la existencia del Gulag fue instintivo/inmediato.
Por otra parte, como ha demostrado MIKE
MIGNOLA en HELLBOY, los nazis dan mucho juego. Consiguieron
mezclar ciencia-ciencia ficción con nigromancia con un éxito que, desde luego, no
consiguen los planes estalinistas de dominación mental mediante extraterranos
de esqueleto cristalizado. Situada la acción en el Cono Sur Americano, pues
mira, algún criminal de guerra nazi huido que pretendiera algo mediante alguna
reliquia judeocristiana (que son las que más triunfos han dado a Indiana Jones, porque lo del Templo Maldito costaba engullirlo), habría
supuesto un grato reencuentro con el pícaro arqueólogo con un amor en cada
yacimiento. Esto blasfemo de los comunistas…
La química que desplegaron HARRISON FORD y
SEAN CONNERY en LA ÚLTIMA CRUZADA intentan
recuperarla con el hijo “apócrifo” de Indy y MARION, mas no lo consiguen. Queda
en un desleído esfuerzo del que abominan en la última escena, cuando Indy
arrebata su sombrero a MUTT, proyectado hasta sus pies por los céfiros del
cambio.
Cuesta señalar qué elemento concreto hizo fracasar la cinta. Aunque creo que todo se debe a la misma bomba atómica que, ya digo, “mató” a Doc Savage. Destruyó igualmente su mundo de épicas arqueológicas.