Afiche, ALEX GARLAND debió recordar este filme para dar cuerpo al guión de DREDD, pues, grosso modo, es la misma idea: un día de entrenamiento en el peligro |
La tercera secuela de Dirty Harry no deja de ser un telefilme llevado a la gran pantalla.
Un episodio de CORRUPCIÓN EN MIAMI
con “extrema” violencia.
Lo que hace interesante esta entrega (he
reparado en que, exceptuando por la edad que presenta CLINT EASTWOOD en las secuelas,
los filmes del tenaz inspector antiheroico pueden verse sin orden cronológico
específico) es que Dirty Harry entra
en el feminista
siglo XXI al asignársele una compañera. Pierde la estupenda oportunidad de
fijar su postura durante el examen que realiza a la aspirante KATE MOORE,
tutelada por una funcionaria prefeminazi que está en la estancia sólo para
soltar alegatos sufragistas en vez de aceptar aquello a lo que Harry quiere dar
verdadera trascendencia: no conozco a esta señora; ignoro cómo es su capacidad
profesional; frente a situaciones límite: ¿cómo puede reaccionar? No se trata
de si es o no mujer, señora (esto debió CALLAHAN alegar, cosa que el guionista
le impide), sino de su competencia, que no tiene sexo. Están dándola un trabajo
sólo por ser mujer; desdeñan su
profesionalidad. Esto es política.
Lo importante de la cinta estriba en dos
puntos sobre la cuestión feminista. Uno está ya expuesto: competencia, capacidad, habilidad.
Porque si van a ser tan torpes como los hombres, quedémonos como estamos, porque
eso faltaba: lo empeoraran más.
El segundo punto (que insinúa Harry) es que no estamos ante una diversificación o equiparación, sino en una campaña política llevada en apresuradas volandas por diversas e interesadas organizaciones de sanguijuelas que cuanto persiguen es su lucro personal/estatus “profesional” ante una manada de ineptos políticos endebles que rápido se doblan hacia donde convenga para asegurar su reelección con un posicionamiento social que les haga simpáticos a votantes “progresistas”, porque no mola ser considerado un dinosaurio como Callahan. Deciden pues envolverse en la bandera arcoíris o la morada, aunque por dentro lleven una sotana conservadora más negra que el alquitrán.
Es cuestión de mercadeo electoral, no de
creencia, aun respeto, unas ideas, o ideales, que lleven hacia esa aspiración
“progre” de la igualdad, o la ecología, o el transXmanierismo. Abrazo lo que
sea, mientras suene social, fatuo, descabellado… empero electivo.
Y que no falte un toque de racismo en una Sociedad que dice renegar de él; al menos, una cosa perdura: la lealtad a la palabra dada |
No examinan a Kate Moore como una persona
competente o capaz de desempeñar tareas como las que Callahan acomete a diario
(o con frecuencia). Es mero estandarte, un pelele, muñeca a la que zarandear
ante la veleidosa opinión pública para demostrar que, SÍ, SEÑORES-RAS: ¡PROGRESAMOS!
Cuando obtengan lo perseguido (subvenciones que nos permitan no doblarla jamás;
un escalafón social donde hasta me teman
reverentes), Moore será descartada, pues agotó su utilidad para unos egoístas
intereses de políticos (de ambos sexos o inclinaciones) “populistas”. Jamás volverán a verla. La olvidarán.
Ese fraude combate Harry, por estar sucio,
enfangado, y sigue confiando en sus criterios inalterables por una simple y
práctica razón: funcionan. No importa cómo cambie todo; todo lo importante sigue
igual. El crimen continúa siendo la misma cosa sangrienta de hace diez mil
años. Solo que ahora le han añadido la hipócrita impostura de manipular a la
gente so pretexto del sexo social. O chuminadas similares.
Y un clásico: el Magnum .44, herramienta casi indispensable para meter en cintura a un mundo que corre directo al ácrata caos "progresista" |
La saga de Dirty Harry, por otra parte, siempre ha procurado estar “en onda” con los avatares de su tiempo; en esta ocasión, contra el terrorismo socialista (el que niega sea Cuba una dictadura comunista) que, en el fondo, cuanto desea no es hacer una “revolución” o cosa parecida; ese es el montaje. Ansían el lucro, el afán egoísta de enriquecerse empleando la violencia, arguyendo aplicarla en nombre del populux. Harry, que tiene calados a estos golfos, sabe cómo curar tales timos: con píldoras Magnum .44.
Estas consideraciones elevan un tanto la categoría de una película que, de carecer de tales observaciones, sería por completo prescindible.