viernes, 23 de julio de 2021

HARRY EL EJECUTOR — DIRTY TRAINING DAY

 

Afiche, ALEX GARLAND debió
recordar este filme para dar cuerpo
al guión de
DREDD, pues, grosso
modo, es la misma idea: un día de
entrenamiento en el peligro

La tercera secuela de Dirty Harry no deja de ser un telefilme llevado a la gran pantalla. Un episodio de CORRUPCIÓN EN MIAMI con “extrema” violencia.

Lo que hace interesante esta entrega (he reparado en que, exceptuando por la edad que presenta CLINT EASTWOOD en las secuelas, los filmes del tenaz inspector antiheroico pueden verse sin orden cronológico específico) es que Dirty Harry entra en el feminista siglo XXI al asignársele una compañera. Pierde la estupenda oportunidad de fijar su postura durante el examen que realiza a la aspirante KATE MOORE, tutelada por una funcionaria prefeminazi que está en la estancia sólo para soltar alegatos sufragistas en vez de aceptar aquello a lo que Harry quiere dar verdadera trascendencia: no conozco a esta señora; ignoro cómo es su capacidad profesional; frente a situaciones límite: ¿cómo puede reaccionar? No se trata de si es o no mujer, señora (esto debió CALLAHAN alegar, cosa que el guionista le impide), sino de su competencia, que no tiene sexo. Están dándola un trabajo sólo por ser mujer; desdeñan su profesionalidad. Esto es política.

Lo importante de la cinta estriba en dos puntos sobre la cuestión feminista. Uno está ya expuesto: competencia, capacidad, habilidad. Porque si van a ser tan torpes como los hombres, quedémonos como estamos, porque eso faltaba: lo empeoraran más.

¡Novedades, DIRTY HARRY! Una compañera.
Lamentable decisión teniendo en cuenta qué
triste avatar sufren sus compañeros anteriores. En
todo caso: su inicial rechazo se basa no en el sexo
de su compañera, sino en su capacidad ante los
cometidos a emprender

El segundo punto (que insinúa Harry) es que no estamos ante una diversificación o equiparación, sino en una campaña política llevada en apresuradas volandas por diversas e interesadas organizaciones de sanguijuelas que cuanto persiguen es su lucro personal/estatus “profesional” ante una manada de ineptos políticos endebles que rápido se doblan hacia donde convenga para asegurar su reelección con un posicionamiento social que les haga simpáticos a votantes “progresistas”, porque no mola ser considerado un dinosaurio como Callahan. Deciden pues envolverse en la bandera arcoíris o la morada, aunque por dentro lleven una sotana conservadora más negra que el alquitrán.

Es cuestión de mercadeo electoral, no de creencia, aun respeto, unas ideas, o ideales, que lleven hacia esa aspiración “progre” de la igualdad, o la ecología, o el transXmanierismo. Abrazo lo que sea, mientras suene social, fatuo, descabellado… empero electivo.

Y que no falte un toque de racismo
en una Sociedad que dice renegar
de él; al menos, una cosa perdura:
la lealtad a la palabra dada

No examinan a Kate Moore como una persona competente o capaz de desempeñar tareas como las que Callahan acomete a diario (o con frecuencia). Es mero estandarte, un pelele, muñeca a la que zarandear ante la veleidosa opinión pública para demostrar que, SÍ, SEÑORES-RAS: ¡PROGRESAMOS! Cuando obtengan lo perseguido (subvenciones que nos permitan no doblarla jamás; un escalafón social donde hasta me teman reverentes), Moore será descartada, pues agotó su utilidad para unos egoístas intereses de políticos (de ambos sexos o inclinaciones) “populistas”. Jamás volverán a verla. La olvidarán.

Ese fraude combate Harry, por estar sucio, enfangado, y sigue confiando en sus criterios inalterables por una simple y práctica razón: funcionan. No importa cómo cambie todo; todo lo importante sigue igual. El crimen continúa siendo la misma cosa sangrienta de hace diez mil años. Solo que ahora le han añadido la hipócrita impostura de manipular a la gente so pretexto del sexo social. O chuminadas similares.

Y un clásico: el Magnum .44, herramienta casi
indispensable para meter en cintura a un mundo
que corre directo al ácrata caos "progresista"

La saga de Dirty Harry, por otra parte, siempre ha procurado estar “en onda” con los avatares de su tiempo; en esta ocasión, contra el terrorismo socialista (el que niega sea Cuba una dictadura comunista) que, en el fondo, cuanto desea no es hacer una “revolución” o cosa parecida; ese es el montaje. Ansían el lucro, el afán egoísta de enriquecerse empleando la violencia, arguyendo aplicarla en nombre del populux. Harry, que tiene calados a estos golfos, sabe cómo curar tales timos: con píldoras Magnum .44.

Estas consideraciones elevan un tanto la categoría de una película que, de carecer de tales observaciones, sería por completo prescindible.