viernes, 9 de julio de 2021

LADY HAWKE — LA VENGANZA DE DON NAVARRE

Afiche de DREW STRUZAN
para una película del regidor
fallecido recientemente 
RICHARD DONNER
Épica romántico-fantástica ubicada en algún pago francés (o italiano; poco claro queda eso) durante el Medievo, y que debe aceptarse tal cual se presenta. Tiene el morbo de apreciar que su protagonista, RUTGER HAUER, “duplica” el mérito de CHARLTON HESTON, al interpretar tanto a un noble caballero como a un antiheroico mercenario. 

En LADY HALCÓN, Hauer encarna a ETIENNE Navarre, dechado de virtudes y capitán de la guardia de Aquila, víctima de los retorcidos celos del OBISPO de la ciudad. También fue MARTÍN, el soldado a sueldo de LOS SEÑORES DEL ACERO, ese atractivo trasunto de CONAN. Heston fue EL CID, paladín de la fe y pilar de la consolidación de la unidad de España (hoy día gravemente amenazada), otro decantado de virtudes, y CHRISAGON DE LA CRUZ, noble normando que termina fallando a su DUQUE, convirtiéndose en un fracaso pese a cuanto aspiraba a ser, o representaba. 

Expuesto esto, poco más hay en Lady Halcón, salvo el aire de techno y diseño, al lado del exasperante alivio cómico del ladrón (MATTHEW BRODERICK). Inspirada para entretener a públicos más ingenuos, o poco exigentes, sale airosa del trance. Los señores del acero contienen más enjundia y detalles donde poder polemizar. Cuanto imputan a Lady Halcón es que, atrapados en esa onda de la ingenuidad, deja en la memoria del espectador un amable recuerdo que queda empero destrozado cuando vuelve a verse, con cínicos espolones ya desarrollados. 

Valeroso y virtuoso ETIENNE NAVARRE recorre
los senderos próximos a Aquila con la esperanza
de obtener su peculiar redención... y no sólo la suya
Cosa que ERNEST CLINE comenta en READY PLAYER ONE, parrafito que oscila entre la nostalgia, el desencanto ‘de después’, la búsqueda de nexos que salven la situación. La solución es muy simple: acepta la película tal cual es. Céntrate en que la concibieron para llevar a la novia al cine, los dos obteniendo una porción válida de ocio: ella, el romance desesperado de los amantes separados/siempre juntos por la exótica maldición, conmovedoramente interpretada por MICHELLE PFEIFFER; él con los lances a espadas de centelleante aluminio y las pulcras armaduras “de pasarela”, violencia soft que interesa exista. No podemos saturarnos de casquerías. 

Sin embargo, leí algo asombroso sobre esta cinta. No he podido contrastarlo, así que lo sitúo en la umbría zona de los rumores, porque la historia tiene su aquél, a saber: el guionista se inspiró en una historia personal para desarrollarla. ¿Cómo? ¿Era lobo nocturno y su pareja halcón hembra diurno? Y ¿un clérigo malvado, siervo de Satán, les había hechizado, necesitando que un astroso FRAILE TUCK hospedado en unas ruinas (una casa, debo contemporizar) hallase la forma de exorcizar la maldición? 

ISABEAU, la bella y casta dama objeto de tanta
discordia, llevada a un asombroso extremo
Vaya trote. Aunque debió ser cosa más vulgar, como que alguien se entrometió, jodió la relación, se formaron complicaciones y paranoias, acabando todo bien. Otro detalle a resaltar es uno habitual en el cine USA y que me desconcierta. Lady Halcón fue un norteamericano fracaso de taquilla, mas funcionó en el resto del ancho mundo. ¿Por qué se considera un fracaso, si quizás recuperó el doble, o el triple, de lo invertido, incluso entrando en el Hall of the Films Of Cult

¿Qué heliocentrismo domina a Hollywood que si un filme no recupera el fin de semana del estreno lo invertido, es un fracaso? ¿Es que el ca$h global lo destinan a obras de caridad, lo tiran a la basura, o qué? ¿Tan cortoplacista es el punto de vista de los productores, de la industria, en sí? ¿Cuántas noticias hay de que si tal película pincha en EE.UU., pero arrasa en Japón, recaudando mogollón, se insiste en que fracasó? ¿Es eso dinero fantasma? Me tiene confuso, de veras, pues considero fue un éxito. 

Elenco aventurero al completo; rodeado de magia
y encantamiento, queda esperar que fueron felices
y comieron perdices
Y esto es lo más suculento que puedo relatar de una inofensiva película nada exigente y a la que conviene tratar con indulgencia, aceptándola tal cual. En Los señores del acero lo perdido por un lado se cosechó por el otro. Todos contentos.