PHILIP K. DICK se apunta también a la estela orwelliana de la manipulación de masas y el control ejercido por un GRAN
HERMANO (en su obra, el —robótico— PROTECTOR SUPREMO TALBOT YANCY) sobre una
población víctima de un cataclismo distópico que cree, sacrificándose al
extremo, cuanto emite la TV por respaldarlo el Estado.
Hombre de su época, estuvo pues influido
por el pánico a una guerra nuclear más/menos inminente, adicional materia para
historias, suyas o ajenas. Pinta, en la penúltima
verdad atompunkthriller, opresivo
panorama oscuro, esclavizado, para la mayoría de la Humanidad, encerrada en
tanques-hormiguero, esperando que la radicación descienda en la superficie para
reocuparla. Estalló en Marte la Tercera Guerra Mundial. Se trasladó al año
siguiente a la Tierra. Durante trece años, los subterráneos supervivientes
aguardan positivas nuevas del Gobierno de Estes Park. Éste sólo les pide redoblen
esfuerzos.
Empero… la guerra terminó mucho tiempo
antes y la superficie, con tremendas secuelas, es relativamente habitable de
nuevo. Los estériles y controladores Hombres de Yance lo manifiestan, como
otros afortunados dueños de vastos latifundios donde antes hubo ceniza
crujiente y escombros radiactivos. Los terratenientes Hombres de Yance se
aferran a un pretexto ambiguo para proteger su privilegiada situación a costa
de mentir a los que, bajo tierra, laboran produciendo robots de combate en
condiciones cada vez más privativas: si la gente vuelve arriba, llegará el
momento en que querrán reiniciar la guerra, o plantear otra, volviendo al
catastrófico punto de partida.
Es ambiguo porque tienen razón en que
acabarían gestando otro
conflicto; al tiempo, defienden sus generosas dispensas, ansiadas por aspirantes
a Hombres de Yance.
Dick asimismo dibuja la hipocresía del comunismo. En el PAC-PEOP, el bando rojo, las condiciones son similares a las de la WES-DEM: rancheros que disfrutan de las riquezas capitalistas… mientras los soviets subterráneos aguardan que su Talbot Yancy (emplean el mismo autómata, con distinto uniforme, y discursos similares a los que redactan los Hombres de Yancy, cuyo decadente líder monta elaborado complot para incrementar tanto su poder como propiedades) les cuente su triunfo sobre el capitalismo.
Dick fortalece el nuevo terror del siglo
XX, aliado al superterror de la guerra nuclear: la distorsión distópica de la
realidad/verdad. Pese al mensaje precursor que encontremos en H.G. WELLS, por ejemplo,
la Revolución Rusa cimienta ese pavor. Rompe las estructuras de mando, la
llamada lucha de clases, y el planeta entra en un delirio uniformado de nazismo
como su máximo exponente. Mas para el éxito de estas fórmulas debe haber una
necesaria e importante manipulación del mensaje destinado al populux. El Poder
se esfuerza por controlar cuanto nos llega, retorciéndolo de forma más/menos
agresiva o grosera, hasta orientar nuestras intenciones hacia donde les
interesa.
Bueno, por ser ilustración de RICHARD CORBEN. Pero esto no pasa, que conste. La obra es casi de protagonismo coral, y se le perdona por la importancia del mensaje que intenta transmitir |
Importante asimismo es un alto grado de
alienación del ciudadano para que funcione. Eso explica el fuerte frentismo que
estamos viviendo hoy día en la política nacional. Las fuerzas comuni-terroristas
han creado un estado de ánimo de enfrentamiento que coloca perversas etiquetas
exageradas e injustas contra quienes no comulgan con sus consignas, o las
critican. La reacción es inevitable: sintiéndose atacados, los otros
contraatacan, como el Imperio. ¿Resultado? Bandos herméticos que se aíslan cada
vez más en un voluntario autismo sectario retroalimentado por su propia
Propaganda.
Muestra de este despiadado sistema fue el esfuerzo de cierto sujeto de querer controlar los medios de comunicación privados durante la pandemia de 2020, totalitarismo que cualquier democracia debe rechazar por peligroso y execrable. Una novela como ésta, inquietantemente ilustrativa del AHORA, también plantea la pregunta de: ¿la ciencia ficción CREA EL FUTURO, o el futuro se desarrolla por sí, solo? En todo caso: GEORGE ORWELL parece el augur (¿o arquitecto?) que predijo cuan mal iba a irnos todo a todos...