viernes, 28 de enero de 2022

LA PENÚLTIMA VERDAD — LOS AMBICIOSOS HOMBRES DE YANCE

 

Esas "enigmáticas" portadas de
MARTÍNEZ ROCA eran su
principal señuelo. Esta vez, una
despiadada lucha de poder entre
terratenientes y quienes aspiran
a serlos, mientras la población,
rehén de los embustes y la
radiación, espera bajo tierra el
momento de abandonar sus
catacumbas

PHILIP K. DICK se apunta también a la estela orwelliana de la manipulación de masas y el control ejercido por un GRAN HERMANO (en su obra, el —robótico— PROTECTOR SUPREMO TALBOT YANCY) sobre una población víctima de un cataclismo distópico que cree, sacrificándose al extremo, cuanto emite la TV por respaldarlo el Estado.

Hombre de su época, estuvo pues influido por el pánico a una guerra nuclear más/menos inminente, adicional materia para historias, suyas o ajenas. Pinta, en la penúltima verdad atompunkthriller, opresivo panorama oscuro, esclavizado, para la mayoría de la Humanidad, encerrada en tanques-hormiguero, esperando que la radicación descienda en la superficie para reocuparla. Estalló en Marte la Tercera Guerra Mundial. Se trasladó al año siguiente a la Tierra. Durante trece años, los subterráneos supervivientes aguardan positivas nuevas del Gobierno de Estes Park. Éste sólo les pide redoblen esfuerzos.

Empero… la guerra terminó mucho tiempo antes y la superficie, con tremendas secuelas, es relativamente habitable de nuevo. Los estériles y controladores Hombres de Yance lo manifiestan, como otros afortunados dueños de vastos latifundios donde antes hubo ceniza crujiente y escombros radiactivos. Los terratenientes Hombres de Yance se aferran a un pretexto ambiguo para proteger su privilegiada situación a costa de mentir a los que, bajo tierra, laboran produciendo robots de combate en condiciones cada vez más privativas: si la gente vuelve arriba, llegará el momento en que querrán reiniciar la guerra, o plantear otra, volviendo al catastrófico punto de partida.

Es ambiguo porque tienen razón en que acabarían gestando otro conflicto; al tiempo, defienden sus generosas dispensas, ansiadas por aspirantes a Hombres de Yance.

Un joven PHILLIP K. DICK con
aire de intelectual reflexivo. Esta
novela no manifiesta extensas
descripciones técnicas; una, aun
breve, de cómo funcionaban los
tanques-hormiguero, se habría
agradecido, por su importancia

Dick asimismo dibuja la hipocresía del comunismo. En el PAC-PEOP, el bando rojo, las condiciones son similares a las de la WES-DEM: rancheros que disfrutan de las riquezas capitalistas… mientras los soviets subterráneos aguardan que su Talbot Yancy (emplean el mismo autómata, con distinto uniforme, y discursos similares a los que redactan los Hombres de Yancy, cuyo decadente líder monta elaborado complot para incrementar tanto su poder como propiedades) les cuente su triunfo sobre el capitalismo.

Dick fortalece el nuevo terror del siglo XX, aliado al superterror de la guerra nuclear: la distorsión distópica de la realidad/verdad. Pese al mensaje precursor que encontremos en H.G. WELLS, por ejemplo, la Revolución Rusa cimienta ese pavor. Rompe las estructuras de mando, la llamada lucha de clases, y el planeta entra en un delirio uniformado de nazismo como su máximo exponente. Mas para el éxito de estas fórmulas debe haber una necesaria e importante manipulación del mensaje destinado al populux. El Poder se esfuerza por controlar cuanto nos llega, retorciéndolo de forma más/menos agresiva o grosera, hasta orientar nuestras intenciones hacia donde les interesa.

Bueno, por ser ilustración de
RICHARD CORBEN. Pero esto
no pasa, que conste. La obra es
casi de protagonismo coral, y se
le perdona por la importancia del
mensaje que intenta transmitir

Importante asimismo es un alto grado de alienación del ciudadano para que funcione. Eso explica el fuerte frentismo que estamos viviendo hoy día en la política nacional. Las fuerzas comuni-terroristas han creado un estado de ánimo de enfrentamiento que coloca perversas etiquetas exageradas e injustas contra quienes no comulgan con sus consignas, o las critican. La reacción es inevitable: sintiéndose atacados, los otros contraatacan, como el Imperio. ¿Resultado? Bandos herméticos que se aíslan cada vez más en un voluntario autismo sectario retroalimentado por su propia Propaganda.

Muestra de este despiadado sistema fue el esfuerzo de cierto sujeto de querer controlar los medios de comunicación privados durante la pandemia de 2020, totalitarismo que cualquier democracia debe rechazar por peligroso y execrable. Una novela como ésta, inquietantemente ilustrativa del AHORA, también plantea la pregunta de: ¿la ciencia ficción CREA EL FUTURO, o el futuro se desarrolla por sí, solo? En todo caso: GEORGE ORWELL parece el augur (¿o arquitecto?) que predijo cuan mal iba a irnos todo a todos...