Portada. Entre lo llamativo del libro, está el esfuerzo por demostrar que la luz se puede superar en viajes interplanetarios. Una obsesión del género |
PHILIP JOSÉ FARMER, habitual de este espacio, desde 1960 ofrece un pequeño surtido de
enfrentamientos del Hombre contra el Espacio, la última frontera trekkie, y sus paisanos. Lo aborda no como,
por ejemplo, ROBERT A. HEILEIN, desde un aspecto épico-militarista donde
inserta apreciaciones sociales, sobre cómo la Sociedad ha ido revirándose alrededor
de una idea que derriba previos convencionalismos para crear nuevos. Farmer,
como siempre, aporta un granito de desinhibida irreverencia, tocando cuestiones
sexuales y, otro aspecto peculiar, el lenguaje, sea oral, sea escrito.
Es esta novela en realidad recopilatorio
donde desentona el cuento del náufrago JONES, recreación a lo Farmer de JONÁS y la ballena. Ni siquiera encaja bajo el
epígrafe general de las “extrañas relaciones” que se sostienen con alienígenas,
o, en ese caso, con una IA comunista (rusa o china), un depurado de las
tensiones de la Guerra Fría de su época. No hay una verdadera ‘relación extraña’
entre el hombre y la máquina, sino el trabajo de desatornillar un par de placas.
Acaso comparte con el primer relato, Madre, el que el protagonista (con vagos
rasgos de héroe) es individuo de débil carácter maleable, al que los
acontecimientos ponen en la tesitura de ser un hombre hecho y derecho, o un
pelele manipulado por cualquiera, acobardado por la adversidad, por
mínima-nimia esta sea. Jones, empero, pasado el primer soberano ataque de
pánico y la aceptación de que sus problemas proceden de SU carácter, de una absorbente
educación materna, a la que entregó voluntariamente mucho de su personalidad,
con nuevo, que no renovado, coraje sale del brete, hasta dignamente.
PHILIP JOSÉ FARMER a edad madura; en este manuscrito, ya lanzado, intenta explicar cómo funciona Dios y nos influencia. Por romper iconos, no quede |
El protagonista de Madre no. Desde el primer momento, le retratan como un gualdrapas que busca en el whisky y su entorno pretextos para no tomar decisiones que son de su exclusiva competencia. Su madre, viendo que el “niño”, encima tenor estelar reputado, no reacciona, lo recoge una vez y otra hasta enrolarlo en su expedición por esos perdidos Mundos Exteriores a ver si supera, al menos, su divorcio. Mas termina mal la cosa. Porque donde naufragan, unas conchas vivientes los fagocitan.
El entorno de cálido útero donde nuestro
tenor va perdiendo la entidad, el pelo y la figura termina antojándosele
bendición, porque sus necesidades están cubiertas por el ente que le abdujo.
Tanto “simpatiza” con el engendro que acaba teniendo “hijos” con ese ser, de
sexo hembra, y que le necesita para su peculiar modo procrear.
Todo eso es el ariete como el inconformista
Farmer golpea los convencionalismos forjados por SAN ISAAC ASIMOV, al cual cito por ser como el patrón del principal representante de ese movimiento inmovilista, en que la ciencia
ficción se ajusta a determinados parámetros victorianos morales que halagan a
la Sociedad de su tiempo, además. Evitemos las estridencias. Pasemos
inadvertidos. Sigamos con nuestros robots e imperios. Estamos satisfechos en
este patio trasero donde las Literaturas consienten vivamos. Fijémonos en el género
policíaco. Procura no excederse. Así, las Mayúsculas Literaturas no nos
aplastarán mediante las salvajes críticas de sus revistas especializadas.
Portada foránea (de tantas). Parece hacer alusión al último relato del libro, recopilatorio de textos cortos |
Farmer desafía. Insta a romper moldes a
quienes le lean y compartan algunos de sus criterios para rasgar el viciado velo
del tema clásico del género, regenerándolo.
Habla de la cobardía. Del sexo. Del sexo con alienígenas. Establece imágenes
uterinas de protector calor. Provoca al sedentario moralista de su tiempo con
una visión distinta del contacto con aliens. Pues de eso también va este Relaciones Extrañas. De cómo será el Contacto,
cuando pase el shock del Contacto en
sí. Y no a escala gubernamental o mundial. Sino desde el mundano cariz precario
humano, de individuo a individuo.
¿Habrá pax, concordia, mestizaje, o como le sucede al ‘hermano’, violencia y asco visceral producto de nuestros atavismos genéticos? Veamos la obra así. Y pensemos en su época de publicación y los obstáculos que, sin duda, debió vencer hasta ver la luz.