viernes, 20 de mayo de 2022

RELACIONES EXTRAÑAS — FEAR AND LOATHING IN MARS

 

Portada. Entre lo llamativo del
libro, está el esfuerzo por
demostrar que la luz se
puede superar en viajes
interplanetarios. Una
obsesión del género

PHILIP JOSÉ FARMER, habitual de este espacio, desde 1960 ofrece un pequeño surtido de enfrentamientos del Hombre contra el Espacio, la última frontera trekkie, y sus paisanos. Lo aborda no como, por ejemplo, ROBERT A. HEILEIN, desde un aspecto épico-militarista donde inserta apreciaciones sociales, sobre cómo la Sociedad ha ido revirándose alrededor de una idea que derriba previos convencionalismos para crear nuevos. Farmer, como siempre, aporta un granito de desinhibida irreverencia, tocando cuestiones sexuales y, otro aspecto peculiar, el lenguaje, sea oral, sea escrito.

Es esta novela en realidad recopilatorio donde desentona el cuento del náufrago JONES, recreación a lo Farmer de JONÁS y la ballena. Ni siquiera encaja bajo el epígrafe general de las “extrañas relaciones” que se sostienen con alienígenas, o, en ese caso, con una IA comunista (rusa o china), un depurado de las tensiones de la Guerra Fría de su época. No hay una verdadera ‘relación extraña’ entre el hombre y la máquina, sino el trabajo de desatornillar un par de placas.

Acaso comparte con el primer relato, Madre, el que el protagonista (con vagos rasgos de héroe) es individuo de débil carácter maleable, al que los acontecimientos ponen en la tesitura de ser un hombre hecho y derecho, o un pelele manipulado por cualquiera, acobardado por la adversidad, por mínima-nimia esta sea. Jones, empero, pasado el primer soberano ataque de pánico y la aceptación de que sus problemas proceden de SU carácter, de una absorbente educación materna, a la que entregó voluntariamente mucho de su personalidad, con nuevo, que no renovado, coraje sale del brete, hasta dignamente.

PHILIP JOSÉ FARMER a edad
madura; en este manuscrito, ya
lanzado, intenta explicar cómo
funciona Dios y nos influencia.
Por romper iconos, no quede

El protagonista de Madre no. Desde el primer momento, le retratan como un gualdrapas que busca en el whisky y su entorno pretextos para no tomar decisiones que son de su exclusiva competencia. Su madre, viendo que el “niño”, encima tenor estelar reputado, no reacciona, lo recoge una vez y otra hasta enrolarlo en su expedición por esos perdidos Mundos Exteriores a ver si supera, al menos, su divorcio. Mas termina mal la cosa. Porque donde naufragan, unas conchas vivientes los fagocitan.

El entorno de cálido útero donde nuestro tenor va perdiendo la entidad, el pelo y la figura termina antojándosele bendición, porque sus necesidades están cubiertas por el ente que le abdujo. Tanto “simpatiza” con el engendro que acaba teniendo “hijos” con ese ser, de sexo hembra, y que le necesita para su peculiar modo procrear.

Todo eso es el ariete como el inconformista Farmer golpea los convencionalismos forjados por SAN ISAAC ASIMOV, al cual cito por ser como el patrón del principal representante de ese movimiento inmovilista, en que la ciencia ficción se ajusta a determinados parámetros victorianos morales que halagan a la Sociedad de su tiempo, además. Evitemos las estridencias. Pasemos inadvertidos. Sigamos con nuestros robots e imperios. Estamos satisfechos en este patio trasero donde las Literaturas consienten vivamos. Fijémonos en el género policíaco. Procura no excederse. Así, las Mayúsculas Literaturas no nos aplastarán mediante las salvajes críticas de sus revistas especializadas.

Portada foránea (de tantas). 
Parece hacer alusión al último
relato del libro, recopilatorio
de textos cortos

Farmer desafía. Insta a romper moldes a quienes le lean y compartan algunos de sus criterios para rasgar el viciado velo del tema clásico del género, regenerándolo. Habla de la cobardía. Del sexo. Del sexo con alienígenas. Establece imágenes uterinas de protector calor. Provoca al sedentario moralista de su tiempo con una visión distinta del contacto con aliens. Pues de eso también va este Relaciones Extrañas. De cómo será el Contacto, cuando pase el shock del Contacto en sí. Y no a escala gubernamental o mundial. Sino desde el mundano cariz precario humano, de individuo a individuo.

¿Habrá pax, concordia, mestizaje, o como le sucede al ‘hermano’, violencia y asco visceral producto de nuestros atavismos genéticos? Veamos la obra así. Y pensemos en su época de publicación y los obstáculos que, sin duda, debió vencer hasta ver la luz.