Hoy, pero en 2010, publicaba la primera
reseña que daba origen a los desvaríos que mis más pacientes lectores llevan
coleccionando desde hace doce años. Más
de una década. Un vistazo retrospectivo permite ver cuánto trabajo
acumulado supone ese periodo. Es cierto que, aunque esa jornada tenía claro el
objetivo de Una
historia de la frontera
(publicitar la inminente aparición de RECALIBRADOS
y LAS GRAVES PLANICIES, esta última
galardonada en un —entonces— prestigioso premio internacional), el sustento en
sí del blog me preocupaba, porque ya que emprendes un proyecto de esta envergadura,
de cara un público más/menos amplio, consideraba debía completarlo con una
sustancia atractiva, adictiva.
Aunque el ¿decadente? fenómeno del blog
tenía ya unos años (que consumí en Tebeosfera,
mi alma mater, valiosa aula formativa,
del cual me expulsaron por fascistas motivos ideológicos), consideraba que
quien emprendía un blog era persona
que tenía algo que contar. Contribuir al acervo cultural con información
valiosa. No era consciente, por ingenuidad, que “el democrático” internet está
abierto a todo el mundo y que, todo el mundo, incluye muchos gandules y necios.
¿Qué puebla internet, caveat lector?
Narcisismo, vanidad, inseguridad,
intenciones espurias, acoso, fraude, suplantación de identidad… pereza. Pecados
Capitales y crimen. En su momento, me preguntaron qué intenciones tenía con mi
blog. Pues continuarlo, porque había tralla que contar; demostrar mi valía.
Añadieron que: muchos empiezan un blog, escriben cuatro entradas, cinco lo más…
y sanseacabó. Unas posibles expectativas defraudadas por vagancia.
Temían fuese de esa laya. Entendí enseguida
el recelo; excusen mi exabrupto.
¡Qué buena pinta tiene! Los proyectos no cesan de fluir, tomando cuerpo; trazo, más bien. Veréis cuando llegue a la tinta. |
Porque celebrar el inicio del decimotercer año en antena demuestra la firmeza de mi compromiso. Aunque ¿cuánto más durará el viaje? Ni idea. Leo que el blog es un medio moribundo. La gente no quiere leer, sino ver vídeos (constatación de cuán hedonista es esta Zoociedad) de alguien dando chochocharlas. Aun así, algunos clips tienen una sana intención divulgativa, vocación informativa/pedagógica incluso. Empero la mayoría son exhibicionismos autoególatras de niños con faldas, donde la posibilidad de confirmar que eres idiota, simple-llanamente, se multiplica por X fotogramas por segundo. Un texto aún permite pretextar: errata. Un vídeo plasma tu imbecilidad en vivo y directo.
El comienzo del año XIII tiene lo que todos
los inicios: incertidumbre. Tiempos aciagos están retrasando la concreción de
los proyectos negociados. Sin embargo, recuerdo que al fondo de la
vasija, PANDORA encontró la gema de la esperanza. Me aferraré a esa idea, el
que este decimotercer año (número de mal agüero) materializa todas esas
interesantes iniciativas en curso.
Seguimos leyéndonos; sigo escribiéndoos.