viernes, 23 de septiembre de 2022

ALIEN — EL OCTAVO PASAJERO

 

Molón moderno afiche que
resulta más descriptivo del
contenido de la cinta que
el conocido del huevo-
volcán un tanto equívoco

No siendo en absoluto alienígenas los extraterranos ni en la literatura, viñetas, el parásito real, el cine, el estreno de este filme de RIDLEY SCOTT (quien confesara que le impresionó tanto LA GUERRA DE LAS GALAXIAS que se propuso dejar su legado estelar de alguna forma —así—) logró que la presencia de entes inhumanos en las pantallas de plata fuese cosa inédita, genuina, apabullante, magistral, paradigmática.

Evito citar numerosos ejemplos previos (señalando la primera adaptación de LA COSA, o la INVASIÓN DE LOS ULTRACUERPOS) que llevaban arrastrándose décadas por las salas de exhibición. Con más/menos impacto en nuestro acervo cultural o memoria. La ciencia ficción suponía para las elites críticas cuentos para adolescentes (pese a su poderosa carga premonitoria —1984, FARENHEIT 475—), y no merecía mínimo-nimio respeto o dignidad. Sólo importan esos dramones decimonogóticos y anejos que, bien mirados, no recaudan tanto como un blockbuster estilo STAR WARS. Sin embargo, imperan, restregándonos en sus páginas o fotogramas nuestras lamentables existencias.

La fresca e ingenua evasión elemental que filmara GEORGE LUCAS es, por atavismo de progresismo represivo disfrazado de cultureta, imperdonable ofensa de primer orden.

Empero retomo el hilo inicial de la crónica: Alien. Sus antecedentes sugerían que, en las remotas estrellas, habitaban sujetos disímiles a nosotros con malignas intenciones. Para hacer estas producciones tolerables a las elites, enseguida establecían analogías con la Guerra Fría o el coñomunismo. Alien elude eso: es sucintamente lo que su Propaganda vende: claustrofóbico terror neogótico HITECH que advierte sobre un par de cosas:

Tras esto, los mariscos perdieron todo su suculento
atractivo; ¿quién no ve una langosta y piensa le
saltará a la cara para hacerle diabluras en las tripas?
Empieza la era de las criaturas viscosas-húmedas
y los seres imposibles, alejándose del modelo
antropomorfo clásico, o en apariencia

Una es esa: oye, los zodíacos del Cosmos pueden poblarlos inteligencias vastas y frías, o aun supervivientes extremófilos, cuyo modificado ADN les permite soportar las peores condiciones y seguir dando guerra. Así que esa idea, un tanto buenista, asimoviana, de las espirituales culturas avanzadas ansiosas por predicar evangelios de pax trekkies y demás por la Galaxia, pudiera estar muy equivocado.

Vamos a quedarnos con los peores elementos abrigando la considerable esperanza de estar equivocados. (No obstante, FRITZ LEIBER, en THE WANDERER, esboza una peculiar dictadura buenista intergaláctica —hambrienta de luz solar— que, pese a sus pretensiones de llevar la armonía al Universo, lo hace en términos tan restrictivos que limitan la diferencia, la diversidad… que no hayan autorizado antes los Capitostes de esa federación de planetas.) Porque llevamos milenios compartiendo la Tierra con predadores (¿no somos los más activos?) y no concebimos vida sin ellos.

Un viaje anodino termina en una pesadilla para
los presentes en el fotograma. Los planetas
hostiles no lo son por mala leyenda urbana. Y
bien pueden ellos atestiguarlos, ¿eh, RIPLEY?

La segunda era cuán arriesgada iba a ser la explotación/exploración espacial. No poca ciencia ficción, pese a sus elementos mayúsculos de peligro, WILL ROBINSON, peligro, presentaban ésta como una gesta (más Destino Manifiesto norteamericano que nuestra Conquista hispanoamericana) llena de luz, gloria, audaces héroes y el establecimiento de relaciones panestelares con civilizaciones de calamares andantes-parlantes. Un buen fondo racional/no racista que dejara nombres a tutiplén para la posteridad.

Un carguero espacial (un aparatoso carguero, esto es otra; la barroca Nostromo semeja un destructor imperial con enormes torres) traslada minerales a la Tierra desde lejanas minas. Junto a lo rutinario o prosaico de la tarea, trillones de veces ejecutada en nuestro planea, se re-introduce el elemento de las inmensas distancias. Y éstas, como los océanos, rebosan de escollos, caníbales, maravillas y enigmas de otro mundo, que son los que a la tripulación de este carguero electrifican la atmósfera de la trama. No es gesta hasta que el alien (que brota del pecho de un fulano, detalle de terror gore inédito) les pone en dificultades (por no hablar del robot asesino. —Chúpate esa, ASIMOV—). Alien ensancha, renueva, impulsa, el cine de alienígenas. 

Los sindicalistas del espacio tocan los ovarios
a la oficial Ripley, que bien hace controlando al
sujeto de apariencia convencional de camisa azul

Lidera el movimiento la oficial RIPLEY, la "sorpresa" que ofrece la cinta, la AGUSTINA DE ARAGÓN antialiens, quien, justo es avisarlo, vence de chiripa. Agradaba el cambio, pues también el héroe derivaría, pese a avances previos, en breve hacia el antihéroe, a quien no le importa compartir protagonismo con féminas de valía (no floreros)... o en exceso.

En resumen: la presa, rota, dará inmediatos nuevos/más hitos. ¿Hay que enumerarlo? No creo.