Afiche. La película se basa, no sé cuánto, en una hat squad que actuó en Los Ángeles por estos años. PELÍCULA NO APTA PARA WOKE-PELELES y moñas transfílicos anejos |
La primera vez que vi esta película de LEE
TAMAHORI me pareció un aburrimiento de gente rectangular de Década 50. Cuando me
aficioné a la prosa de JAMES ELLROY, recordé esta película. Los escenarios
descritos cobraban más fuerza, color, contexto, de modo que se estableció una
simbiosis, y empezó a ganar puntos la cinta en mi estima. (Cierto que la
avasalladora actuación del teniente MAXWELL HOOVER —NICK NOLTE— tenía momentos
de gran impacto, que ayudaron a afianzarla en mi recuerdo.)
Lo primero que destacas de este cuidado filme
es la contumacia rectangular de los integrantes de la Brigada del Sombrero,
unos INTOCABLES más brutales que los capitaneados por
ELIOT NESS. Proyectan una imagen de solidez inhabitual hoy día. No sé si debido
a las chaquetas y los pantalones, o la misma constitución física de estos tíos.
Imponentes, se mueven con arrogancia, seguridad, confianza. Te parten la cara
si te rebotas un poco así, conscientes de que, para preservar el orden, deben infringir
la ley. Disfrutan de una dispensa oficial, encima.
Hoy día hay hombres de apariencia
formidable… cultivada en gimnasios. No es cuestión de ir provocándoles, porque
te rompen la cara también sin dudar. Lo que señalo es que Hoover y sus
“sombreristas” trasladan una imagen de rotundidad que no la dan las pesas. No
sé cómo la obtuvieron. Repito que no sé si es truco de vestuario, o qué. Empero
su arrolladora presencia impone absolutamente.
La tentación vive al lado; esta mujer causa una cascada de violencia propia de una novela de JAMES ELLROY, en efecto, al ser autora de una serie de chantajes pornográficos |
Es una imagen de la masculinidad fumadora (es agradable verles fumar) que procuran laminar, a toda prisa, los ‘progresismos’ femirulistas y los satélites eunuco-pelelelíticos en su órbita. Aprovechan su cercanía para trincar migajas de subvenciones-apalancadas y no dar palo al agua. Trabajar perjudica su salud y prefieren prostituirse, fingiéndose homoX-femirulistas, a comportarse con varonil dignidad laboral. Así que, en su labor incesante de vitriólica zapa, han inventado el término “masculinidad de cristal”. Y, pensando en Hoover y su porra de cola de castor, manejada con virtuosismo, podrían espetárselo; que actúa así por tener “masculinidad de cristal”. Los dientes del fulano iban a volar de un golpetazo por toda la sala. Y lo tendría bien merecido.
Quizás Mulholland
Falls adolezca de tener un argumento algo desnutrido, que compensa su
sobresaliente aspecto visual, la recreación de los años 50 y cómo querían
mantener la pax en Los Ángeles, a costa de que el célebre JEFE PARKER montara
esa unidad “paraoficial” que alejara a las mafias foráneas de la ciudad, ‘persuadiéndolas’
a abandonar la Meca del Cine por el medio más expeditivo posible.
Su ejemplo te hace comparar cómo eran esos
años, poco positivos en aspectos sociales-raciales, con ahora. Conscientes de
qué debían hacer en casi todo momento, procuraban conservar unos ideales
universalmente aceptados. No como ahora: la gestión de ciertos ideales
progresistas y el miramiento de toda palabra (esa basura del lenguaje inclusivo
y demás mierdas WOKEDisney), que
pudiera ofender a los colectivos elitistas (femirulas, LVDRA+), está llevando
nuestra Sociedad a la parálisis. Ese histérico/neurótico miedo impide tomar medidas
oportunas para resolver ciertos problemas; crea un nuevo tipo de funcionario, muy
escrupuloso con unas cosas (las elites citadas), mas descuidando, hasta maltratando, al resto, por carecer de su oficial sobreprotegido
glamour.
Hoover lo dice: sin favoritismos ni politiqueo. ¿Hay que cortar por lo sano? ¡Se corta! Se confía no obstante que Hoover y su gente sepan dónde está la línea, y por cruzar la calle por el lugar errado no te sacudan. Ese es un conspicuo riesgo al crear brigadas de esa naturaleza: que sufran un ataque de hubris (el que padecen los militares que investigan). Pero lo importante es esto: deben organizar brigadas así, de nuevo, con gente consciente de su labor y sus límites, porque esto de ir de inclusivo-blandito por el mundo, en este mundo de despiadados talibanes y adláteres, puede matarnos.