jueves, 8 de septiembre de 2022

THE WANDERER — LEIBER RESUELVE EL CASO DE LA DALIA NEGRA

 

Portada de un libro complejo,
lleno de sátira, crítica, clichés
y reflexión. No aburre, empero
no logra tanto entusiasmo como
cupiera esperarse por mor de su
reputado autor

[Simplemente Leiber planta a un enmascarado sobre un peñasco, acompañado de tres o cuatro mendas más, todos armados con revólveres, intimida a los estudiosos de los platillos (el grupo quasiprotagónico más mencionado, instalado ahí para criticar esas tontadas) y se atribuye el asesinato, porque, aprovechando la conmoción que barre al planeta entonces, se ha deleitado repitiéndolo, esta vez con público… o pupilos.]

Complicado describir a qué subgénero pertenece este libro del maestro FRIZT Leiber. Esto es cierto: space opera no es en absoluto. Es alegoría coral sobre una megacatástrofe que afecta a nuestro sufrido mundo, radicalidad contada a través de personajes o grupos que van desapareciendo en función a la dinámica dramática de la obra. Esta variedad es lastre para la historia, pues produce dispersión. Relato que no entusiasma, tampoco aburre; contiene pasajes que incitan a seguir leyendo para ver cómo resuelven la crisis los protagonistas del momento; literatura culta, por otro lado (lo manifiestan las numerosas referencias didácticas, procedentes del fondo erudito que Leiber acaparaba) que, de pronto, sorprende aludiendo al caso de ELIZABETH SHORT, aún sin resolver. (Evidencia, empero, del impacto generacional que tiene.)

Introducir esta referencia en una novela de tal temática apoqueclíptica avisa de cuántos otros temas contiene el relato, en principio antagónicos con la ciencia ficción (a la que Leiber a un tiempo ¡ensalza! para luego satirizar de manera más/menos mordaz, referenciando a ROBERT A. HEINLEIN y su pasión por los felinos —animales al parecer típicos de los autores del género—, a quienes consideraba ciudadanos de segunda clase). Leiber aprovecha la extensión de su obra para mirar, o cuestionar, valores, conductas, idiosincrasias, religiones, adicciones, y cómo puede afectarlos el tremendo golpe de una crisis como la que describe (nada nuevo; acaso H. G. WELLS ya preconiza ese esquema en LA GUERRA DE LOS MUNDOS).

FRITZ LEIBER en reflexiva pose
que hace pensar, no sé por qué, en
CARL SAGAN

Pienso que, citando a la Dalia Negra, Leiber señala que las situaciones al extremo críticas espolean a dar desaforada rienda suelta a las pasiones bestiales de los perversos y crueles con los cuales convivimos; no les acobarda en absoluto el Juicio Final. ¿Quién les va a juzgar, si es evidente que Dios no existe; todo el conjunto de normas y leyes basadas en el Castigo Infernal son mierda retórica? Y no te digo de la policía o juzgados, desplomándose bajo la avalancha de caos que florece por doquier. ¿Pueden estar por detener violadores y atracadores, cuando bastante tendrán con sobrevivir ellos mismos?

Sinopsis de la obra: la brusca aparición de un cuerpo estelar del tamaño de la Tierra colindante a la Luna provoca sucesivos fenómenos devastadores en el planeta. Leiber se centra sobremanera en las inundaciones, causadas por fortísimas mareas. Manhattan, otro foco de protagonismo, queda casi sumergida por el Negro Atlántico. Casos similares cuenta a través de las experiencias de los distintos concurrentes al relato.

Cubierta foránea. Fugitivos de
un estricto orden estelar, esta
raza felina no tiene mejor idea
que dejarnos sin Luna. Ups, lo
sentimos, acaban diciendo al
percatarse del gigantesco daño
(que apenas reparan) que causan

Uno de ellos destaca que la presencia de “otra Tierra” generaría aún más devastadores efectos en nuestro planeta, pues suma su gravedad a la de la Luna y el Sol. Leiber escurre el bulto aludiendo al poder de la HITECH alien para anular gravedad, etc. Lo suyo son las mareas. ¡Mucha marea! Al extremo: de marearte tanta marea. (El desastre de perder la Luna lo soslaya, como no convence su aclaración de por qué los prófugos del Errante vienen a por nuestro satélite, pululando tantos otros por el Sistema Solar, más jugosos.)

Desconcierta que, mientras se enorgullecen de su adelantado programa espacial, la base lunar y la marciana de los soviéticos, propia del avanzado siglo XXI, en Estados Unidos siguen en plena lucha por la integración racial. Los negros siguen sufriendo la segregación del año de publicación del relato (1964); hasta los judíos están mal vistos...

Ya puestos, sólo faltó incluir al DR. MARTIN LUTHER KING en el libro. (Quizás lo hizo Leiber, mas lo ahogó una megamarea antes de poder referirle…)