Afiche foráneo. Vale, juguemos a lo de las demás reseñas: BSO de ENNIO MORRICONE (RIP) |
Ignorad las monsergas de las
“sensibilidades progresistas” sobre que esta película de ROLAND JOFFÉ está en su onda: en realidad va sobre
los torturadores remordimientos y la búsqueda incansable del perdón, una
redención que sólo la muerte en martirio da.
Es infrecuente encontrar cintas que hablen
bien de los españoles, en especial, de cuando la Conquista. Ya, ya, aparece un
elemento en el filme que me contradice. Empero apreciar que ROBERT DE NIRO se
enfunda la piel del hidalgo cuya conciencia le obliga a hacer las cosas como es mandado, si no
por Dios, o los Reyes de España, por su mismo sentido de lo justo. Al final se revela empeño quijotesco; mas empeño que le
purifica (lo que ansía para purgar su crimen) frente a sus enemigos, hundidos
en un espeso légamo de políticas y componendas que les sepulta en la iniquidad.
Tampoco es exacto del todo, pues a Su
Eminencia y a los adelantados de España y Portugal les recordarán gracias al
sacrificio que los Jesuitas realizan, motivados por el mismo ardor, más que
guerrero, de indignación que mueve a RODRIGO MENDOZA a volver a empuñar la
durandina contra los soldados portugueses y sus aliados nativos.
¡Con qué facilidad los "críticos progresistas" ignoran esta fase del remordimiento del sufriente MENDOZA para centrarse en "su rollito"! Otra abducción de la Izquierda sobre el Arte en general |
Detengámonos en este punto: los movimientos comu-digenistas (que más delirios no pueden impostar en las redes sociales, calando sus desvaríos de forma fabulosa en las mentes de la “sensibilidad progresista” —entre las que deben contarse los peleles que se honra tener la Derecha—, hasta el punto de obnubilarlas) hacen creer a un vulgo, por lo demás cortoplacista, acomodaticio e iletrado, que HERNÁN CORTES o PONCE DE LEÓN llegaron allí, vini-vidi-vici, con cuarenta jinetes y otros tantos CAPITANES ALATRISTE y conquistaron Méjico, Perú, Uruguay, lo que fuera, por sus cojones trujillanos. No-señor: Cortés aprovechó un clima de sublevación local para agilizar la Conquista. Por muchos arcabuces y corazas que llevasen, seguían siendo ochenta o noventa tíos contra toda una jungla esmeralda poblada de indígenas, caníbales por ende, que, tras una refriega más/menos sangrienta, se los acabarían merendando.
La colaboración aborigen en la Conquista es
capítulo que, a patadas, los indigenistas pretenden echar debajo de la alfombra
de sus antropófagas vergüenzas para incrementar el peso de la leyenda negra
criminal sobre nosotros. Que hubo corrupción y excesos: sí. Empero señálenme
una empresa colonialista que, por desidia o putrefacción de los intereses, no
haya pecado, o más, de lo mismo.
¿Fuimos peores los españoles que anglos o
galos en sus empeños conquistadores? No; hasta podría darse el caso de que
fuimos incluso más beneficiosos, mas cualquier ejemplo de nobleza o justicia
(ISABEL LA CATÓLICA prohibió esclavizar a los nativos) queda sepultado bajo la
leyenda negra y la hispanofobia (un racismo, atención) que pululan por el
exterior, y que las distintas administraciones nacionales se han negado a
combatir, o con la energía requerida, plegándose abyectos a la “sensibilidad
progresista” que lesiona la verdad, la justicia, nuestra nación. Y la nación
somos todos, no sólo los de la bandera.
Ni un símbolo tan poderoso como el que el Padre Gabriel empuña puede detener a todas las hordas de los intereses económicos de aquellos que, luego, se designan cristianos |
Joffé pienso nos hace bastante justicia, porque si bien está ahí el potentado ávido de tierras y esclavos, Mendoza sale en tromba en defensa, no tanto de los indígenas, como de la equidad más obvia, elemental. Ambos personajes encarnan caras de la misma moneda: la corrupta institucional, lejana de Madrid y sus disposiciones, y la decente y humana que exige el código de hidalguía, nuestra versión de la Caballería artúrica. Toca, llegados a este punto, volver a remitirse a los expansionismos extranjeros. ¿Están libres de pecado? No; aunque su prensa es mejor. Consiguen ocultar sus desavíos y corruptelas mucho mejor, predisponiendo al mundo en nuestra contra.
Tampoco escapa bien la Iglesia, llena de contradicciones entre su prédica y su práctica. Los lamentos del enviado papal pueden rebosar arrepentimiento y asunción de culpa; sin embargo, distinto a Mendoza, rechaza hacer penitencia para obtener la redención. ¡Perder las poltronas es sumamente doloroso, como sus señorías de la "izquierda asamblearia" nos están demostrando!