Cualquiera de las portadas de este libro. Tanto que oyes hablar de él, es casi obligado leerlo |
L. FRANK BAUM es un poco embustero en el
epílogo sobre sus intenciones al escribir esta pequeña fábula que, como ningún
otro paradigma (LA ODISEA aparte, cuya
estructura Baum copia sin pudor), versa sobre el ÚNICO argumento literario: el
viaje. Baum pretende innovar el cuento clásico que nos legaran (o recopilaran)
LAMARTINE, PERRAULT o los HERMANOS GRIMM, por citar a voleo, acerca de que eran
historias truculentas con clara intención moralizante final. El Mago de Oz contiene truculencia, e
incluso moraleja: no hay lugar como el hogar.
La misma génesis de EL LEÑADOR DE HOJALATA posee
brutalidad. Uno, si no el primero, de los cyborgs (activado con magia, o la
inmensa voluntad del amor) de la literatura. He aquí un voluntarioso hombre al
que un conjuro va mutilando, debiendo sustituir todo su ser por prótesis de hojalata.
Si eso, señor Baum, no es espeluznante, ya me dirá usted. Y el sujeto al
instante emplea su afiladísima hacha para decapitar lobos (sigul de la
avaricia) o pumas (¿de la lujuria?). ¿Hay que cercenar? ¡Dejádmelo a mí!
La misma travesía de la huérfana DOROTHY y
su perrito TOTO sucede a través de parajes cuando menos desasosegantes,
tenebrosos bosques (sigul de las conflictivas emociones oscuras) y encuentros
con entes aterradores que el grupo, de un modo y otro, derrotan. Sádicas bestias
espantosas que están muy poco en consonancia con lo que se supone debiera ser
un cuento infantil divertido, aun instructivo. Pienso en HEIDI, por ejemplo, donde no se exceptúa la amargura o el
conflicto, mas no decapitan a nadie, ni los monstruos saltan sobre ti con cegadora
velocidad para despedazarte.
L. FRANK BAUM, un hombre decimonónico de múltiples empleos hasta que encontró un filón literario, asentándose. Su biografía es la de EDGAR RICE BURROUGHS, CLARK ASHTON SMITH o LESTER DENT |
¿Modifica, pues, algo Baum con respecto a la tradición folclórica que pretende cambiar, o, al menos, de la cual quiere diferenciarse? Hasta la llegada de Dorothy a Oz tiene mucho de aventura de El BARÓN DE MÜNCHHAUSEN: un tornado arranca su pobre casa de Kansas, trasladándola a esos pagos de calzada de ladrillos dorados donde su primera/accidental acción es matar a una de las malvadas brujas del reino.
Empezamos bien, dándole a entender a los
niños que hay muertes justificadas, y que la fuerza, que no la conciliación, o
el diálogo, como alientan tanto TANTO hoy día lerdas (y cerdas) mentes muy perturbadas que creyéndose instruidas, ubicadas en
puestos de gran responsabilidad, procuran crear una moñas ficción “buenista” que contiene, empero, una deformada-peligrosa/generosa
copia de mefítico adoctrinamiento.
Interesante que el temido Mago de Oz sea un feriante embaucador, no el habitual sabio o hechicero que mantiene intacta su voluntad bondadosa o se ha torcido al Mal, o las fuerzas cósmicas lo concibieron con tejido del Reverso Tenebroso.
Hombrecillo que ha comprendido su
extraño avatar, procura ahondarlo engañando Engañando ENGAÑANDO sin tregua. Siendo
tal farsante, sorprende librara batalla con la otra Malvada Bruja (un
esperpento cíclope), si evitaba abandonar lo máximo su hermético aunque
prodigioso castillo de esmeralda, real o creado dicho color por las gafas. ¿Es
una velada crítica a los credos, quizás? ¿El clero embauca con La Voz Suprema, que siendo truco suyo de
ventriloquía, ocultos detrás del telón, intimidan a la parroquia?
Tengo entendido (espero sea trola) que este libro, de intrincada simpleza, está prohibido en ciertos, o quizás todos, los colegios de Estados Unidos. Ese faro de democracia y libertad está cada año recortando más democracia y libertades; al menos, en librerías y bibliotecas. No entiendo la causa; hay materias más peligrosas a las que vigilar (las matemáticas, según las femirulas). Quizás sea porque la versión filmada fue uno de los iconos de los travestis de entonces; copiaban el inofensivo estilo pueril de JUDY GARLAND. ¿Se travelan a quienes les ¡encanta! El VAGO de Oz? Pensaba que ahora imitaban a JANE BADLER; ya sabéis, la lagarta mala de la añeja teleserie V…