Esta portada mismo. Bien se pudo titular LAS BOBADAS ANUALES DE BRIDGET JONES. No es de recibo dedicar cuatro páginas para contar que Bridget no sabe programar su vídeo. Desperdicio de tiempo |
Más grave que imprimir las insulsas
trivialidades quasidomésticas-desenfadadas que la Sr. HELEN FIELDING, su
autora, consigna en su libro, y superara no sé qué criba editorial mereciendo
publicarse, es que lo adaptaran al cine, generando incluso secuelas.
Mientras que el estilo desenvuelto THE NANNY DIARIES servía para contar diversas tragedias
personales y laborales (o sea: tenía alma), un tono amable para colarnos
un tremendo mensaje, la señora Fielding emplea el mismo onomatopéyico recurso empero
para no referir nada, salvo chuminadas de una treintañera londinense
obsesionada con su peso y la ausencia de relaciones afectivas permanentes, la (idealizada)
búsqueda del amor verdadero y algo pasmoso en una declarada feminista cerril: querer
tener dos rorros, casita-campo, coche, lavadora automática y marido al que atender
y del que esperar regulares retribuciones sexuales, amén.
¿Dónde está ese ardiente ideario del
feminismo (la ideología muerta, aniquilada por el despiadado femirulismo —o
feminazismo—) que exige la igualdad, el soy autosuficiente, merezco puestos
masculinos de autoridad, romper techos de cristal, etc., si lo que desea Bridget
como nada es lo que toda casadera norteamericana de Década 50, una doméstica semiinvisibilidad
supeditada a los flujos migratorios maritales?
El diario de Bridget Jones importa más por la sospecha de que es una
velada crítica a los dogmas del feminismo fanático y sus consignas que el
insustancial libro en sí. Lo salva, cara a su adaptación al cine, la existencia
de más pésimos ejemplos. E imagino que entre la grey femenina (no feminista) posee
amplio nicho/aceptación porque “es de sentimientos”, aunque me parecen baladíes.
E ¿interesan tus banalidades, Bridget?
Con razón la señora HELEN FIELDING está contenta con la dimensión de un libro que empiezo a sospechar satiriza los excesos del feminismo(femirulismo |
¿Tus inseguridades y anhelos de londinense treintañera BLABLABLÁ, obsesionada con su peso, el consumo de chocolate, el alcohol, las dietas que trampea y los consejos que recibe de amigas tan desnortadas como la misma Bridget, o su amigo marica? (Al parece: fundamental en este tipo de historias/personas disponer del apoyo de un lindo homoX que parece Maestro Jedi, que muestra confianza suprema en aspectos cruciales de la vida, y luego resultar ser más indeciso e inseguro que sus ofuscadas amigas.) El diario de Bridget Jones se reduce a encontrar un romance permanente, que llega, al fin, de mano de un señor de aspecto burocrático/aburrido/estirado al que le presentan y al que, altiva, primero desprecia. (Y vaya delirante final el del libro. Impropio aún de MR. BEAN.)
Por alusiones constantes, la señora
Fielding parece se empeñó en rehacer, a lo siglo XX, ORGULLO Y PREJUICIO,
lo cual resta originalidad a su propuesta. Supongo que, en un ‘arrebato de
inspiración’, consideró que la inmortal obra de JANE AUSTEN merecía un estucado
“actual” en lenguaje menos culterano, lleno de verbos de “hoy día” de la nueva
realidad femenina, que aspira a ocupar la presidencia de la OCP. Y a eso se
puso. Escribió.
Si alguna vez consideraron el libro desahogada bandera del feminismo, hoy día está del todo/completamente desfasado. Hasta lo vituperará el femirulismo, seguro. Porque el coqueteo que Bridget se trae con DANIEL, los emails de contenido subido, hoy se estiman acoso (o violación), acabando su jefe entre rejas. Despreciarían que Bridget se sumase al correo pseudoerótico entusiasmada. El culpable sería, es, el macho.
Este es mucho mejor, y atrevo a decir que en todo sentido |
Parece las mujeres, pese a todo, en el siglo XX tenían más segura madurez consciente de cómo encauzar sus relaciones, o concluirlas. Hoy día, el femirulismo las ha convertido en un delicado bibelot “a orientar” y cuya inteligencia supervisar. No se os puede dejar solas, alegan. Deben cortejar/dejarse cortejar cómo, cuándo y del modo que el femirulismo ordena. Una invasión flagrante de la intimidad e insulto a la libertad de las personas. Suprimen la voluntad del individuo. Imponen la obediencia ciega al culto femirulista.
No acuso a este libro de tontería anómala (por su publicación) porque hay otros muchos hasta peores ¡ensalzados!, recuerdo. Aunque sí de que tener inflamada fama inmerecida. Ni merecía cine. Pero… ahí está.