Afiche. El karma te la tiene preparada, RICK. Vas pensando en forrarte con tus trapicheos... y acabas envuelto en un complot donde te toman por tonto |
RICK SANTORO, policía corrupto de Atlantic
City, trapichea por el fastuoso escenario inflamado de un combate de boxeo que resultará
marco de un complot de asesinato. Un Senador suspicaz con un programa de
defensa acaba agujereado justo cuando una alarmada empleada íntegra de la
empresa encargada de crear un sistema de defensivo infalible le notifica cómo
le han embromado con estadísticas falsas y pruebas amañadas.
El encargado de la Armada de proteger al
Senador eligió de soporte local a Santoro, viejo amigo, porque sabe es
corrupto, maleable, sobornable. Eso acaba descubriendo Santoro durante la
investigación del crimen. La frustración, la ira, la ofendida
dignidad
restante, hacen de Santoro lo inesperado: actuar como debe, desconcertando a DUNNE,
quien, como todos los canallas, apela al patriotismo (o al nazionalismo, ya que
estamos) para justificar sus actos/ganarse a Santoro.
Ricky, el sistema de defensa sólo necesita
algo más de tiempo, ajustes… e inyección de capital estatal para terminar funcionando.
El Senador era un obstáculo. Rick otro, si decide no colaborar patrióticamente.
De todos modos, Santoro intuye que su existencia peligra, por todo cuanto ha
ido descubriendo (la espiral conspirativa alcanza lejos/a numerosos implicados).
Como sea: lo dejarán listo de papeles esa misma velada.
BRIAN DE PALMA rueda la historia apelando a
otro querido argumento de la ficción: el mal hombre bueno que repudia un
extremo de corrupción obsceno hasta para él. Planta ahí la barrera, y jamás la
superará. Sin importar el coste. El Gobierno materializa las amenazas de Dunne:
destruye a Santoro enjuiciándolo por corrupción, y de héroe que desvela una
tremenda conspiración, pasa a ser paria perseguido por los medios.
Los amigotes están para algo, debe pensar el oficial DUNNE, complacido viendo la payasesca actuación de su involuntario corrupto cómplice |
El Poder no tiene sentido del humor o la
dignidad, no como Santoro, quien pierde el mundo, salvando su alma a cambio. Esa
es otra corrupción examinada en la cinta: cómo explotan los sentimientos de
camaradería y patriotismo de un abnegado oficial. Unas cuantas hábiles
palabras, mostrarle que el sacrificio exigido no sólo es tolerable, sino
deseable, y convierten a un hombre honrado en un perverso elemento cuya vida queda
tan comprometida como la de Santoro.
Porque estas conspiraciones son así; Dunne supone
un fleco que convendría cortar, pues un día descubriría los tejemanejes sin
escrúpulos del industrial, que no busca crear un cohete infalible, sino enriquecerse
gracias al Gobierno, las víctimas. Me prostituyo para conseguir ese Arma
infalible, ¿y descubro que el tío es un bastardo ladrón? Yo, ¡confieso! Ese
sentido del deber que le hizo asesino le impulsará a delatar. Una
Administración plagada de corruptos en altos niveles, que quieren su tajada del
presupuesto, no puede permitir semejantes cruzados de ningún modo.
No es casual que la dama de bianco vista ese color; es si sigul de la decencia en este turbio asunto... |
Para desviar astutos recelos, escogen como
ejecutor a un agente de ascendencia árabe, al cual sacrifican. Los Estados
Unidos tiene en el Mundo Islámico un implacable enemigo, y sería por tanto
natural que un moro abata a un político estadounidense de tal nivel.
Snake Eyes parece hablar del futurible Presidente de
los Estados Unidos de las Américas. DONALD Trump sufrió hace poco un atentado…
sobre el cual crecen constantes dudas y sospechas. La herida no resiste una
prueba forense. Del atacante sólo sabemos paseó por las azoteas con su panoplia
en ristre; no hay informes sobre motivaciones, políticas, morales, o
religiosas, que le impulsaran disparar sobre el inefable candidato desde ciento
veinte metros de distancia con un Arma carente de esa precisión. Sí sabemos que,
de inmediato, el ensangrentado candidato sale puño comunista en alto pidiendo
pelea. Pero su herida (un rasguño) empieza a parecer autoinfligida, la sangre
de películas incluso...
,,,en oposición a esta dama de rojo (color de la pasión, advertencia de la sangre a derramar), la embaucadora puesta ahí ex profeso para liarla |
Estas cosas enseguida resbalan a lo
conspiparanoide, y más cuando los elementos en danza permiten acumular recelos,
sospechas, dudas. (He descubierto que, cuanto más absurda una conspipa,
más real puede ser. Y más, cuando el Estado pone intenso empeño y “pruebas” para
reforzar la “investigación oficial”.) Trump es de tal caradura-catadura
moral que puede haber forjado este atentado para enardecer un fanatipolarizado
electorado (de nula capacidad para cuestionar, además), y garantizar su triunfo.
Faltó el moro, quizás por pensar ya sería demasiado evidente; no obstante, siempre
hay un moderno LEE HARVEY OSWALD cuyas motivaciones siguen fabricando.
Trump tiró los dados; esperemos salga snake eyes.